martes, 8 de marzo de 2016

Otro 8 de marzo buscándolas o cómo en este Día Internacional de la Mujer se cumplen 5 años desde que Gabriela Espinoza Ibarra desapareció

Algunas mamás de niñas y jovencitas desaparecidas en Ciudad Juárez conmemoran el Día Internacional de la Mujer con una protesta en la Fiscalía, bajo el símbolo del gobierno estatal del PRI, "Chihuahua Vive", una campaña gubernamental en respuesta a la realidad de desapariciones y asesinatos bajo el imperio de la impunidad. @JudithTorrea

La temperatura bajó y el azulote del cielo dejó paso a nubarrones: en uno de los pocos días del año en el que los rayos de sol no sorprenden con toda su fuerza, como ocurre incluso en el frío invierno del desierto juarense.

En esta ciudad donde por veintiún años siguen desapareciendo niñas y jovencitas, donde las madres lloran a sus hijos asesinados en la llamada guerra contra el narcotráfico y otras muchas se han convertido en esperanza obligada para los 14 mil niños huérfanos de la guerra, la celebración del Día Internacional de la Mujer parece mostrar los matices de los grises: hasta en el firmamento.

Dos chavas bailan. Contornean su vestido blanco como un abanico que destella esperanza. Lo hacen al son jarocho -baile típico del estado mexicano de Veracruz-, entre las lágrimas y las sonrisas de unas mamás de desaparecidas que se han congregado en la puerta de la Fiscalía Especializada en Atención de Mujeres Víctimas de Delito por Razones de Género.

Intentan recordarles a las autoridades que las desapariciones y los feminicidios no son "una leyenda negra que aprovecharon empresarios y promotores extranjeros para echar tierra a este municipio, con el propósito de evitar que las fábricas se instalaran en una urbe que competía favorablemente con países enteros", como afirmó Enrique Serrano, el que fuera alcalde de Ciudad Juárez hasta diciembre cuando pidió una licencia para buscar la candidatura por el PRI a la gobernatura del estado de Chihuahua.


Ninguna autoridad de la Fiscalía salió para conversar con las mamás, sólo un joven de la Fiscalía que, sin presentarse y enfundado en un traje, comenzó a fotografiar a todos los presentes. @JudithTorrea

Algunas mamás, como Juanita Ibarra,  de 46 años, ven en a esas dos jovencitas danzando el rostro de sus hijas desaparecidas. Hoy Juanita descansa de su nueva chamba en una fábrica maquiladora: ensambla arneses para carros, desde las tres y media de la tarde hasta las doce y media de la noche. Por 500 pesos (unos 30 dólares) a la semana. Regresa a la madrugada a su casita, en una rutera para después caminar -por calles sin pavimentar y carentes de alumbrado público- buscando la luz de la luna y las estrellas.

Cuando su hijo mayor tenía 9 años de edad, Juanita aprendió a leer y escribir. Tenía 27 años. Después, esta madre de cinco, se graduó de la prepa con una puntuación de 9.8, de un máximo de 10.
 "Sentí mucha emoción, nadie te hace tonta. Hasta entonces, no sabía qué decía ahí o en la tienda, no más preguntaba".
Ahora, con diecinueve años más, emplea sus conocimientos para buscar a su hija Gabriela Espinoza Ibarra, que desapareció un 8 de marzo de hace cinco años: http://juarezenlasombra.blogspot.mx/2013/03/huyo-de-la-violencia-de-juarez-y-su.html

En el ranchito de Santa Rosa, en el estado de Coahuila, cercano a la población de San Pedro, Juanita aprendió desde niña a quitar el algodón de la mata.

"Vengo del campo, de sufrir, descalza, sin comer, sin estudios", dice.

A los 17 años emigró a Ciudad Juárez para trabajar en una fábrica maquiladora. Aquí conoció también a un amor que le golpeaba desde su primer embarazo, a los 18 años, y del que enviudó cuando su ahora hija Gabriela Espinoza, desaparecida, tenía 2 años de edad. La misma realidad de violencia doméstica comenzó a padecerla su hija desde su primer embarazo a los 15 años de edad y viviendo en la casa de la madre de su compañero maltratador.

Gabriela tenía 19 años cuando desapareció hace cinco. De pronto, su niño Luis Leonardo, de 2 años y Karen Gabriela, de 3, aunaron a su incipiente vocabulario palabras que un niño nunca debe de conocer entre los lloros por su ausencia. Esta madre soltera vivía con unos tíos tras haber huido de la casa familiar del padre de los niños, el policía de tránsito Omar Flores Téllez.

El 7 de marzo, la joven madre fue a buscar a trabajo en la zona centro y lo consiguió en la tienda Vesticentro. Al día siguiente, salió a comer a las 2 de la tarde y ya no se supo más de ella. Las últimas llamadas que recibió Gabriela en su celular fueron las de su ex compañero, según pruebas en posesión de la Fiscalía. Le marcaba y le iba guiando hacia dónde dirigirse, en qué ruta. Sin embargo, estas pistas no sólo no se han tenido en consideración en la investigación para dar con el paradero de Gabriela, sino que al policía y ex pareja maltratadora de la desaparecida se le premió con la custodia de los niños. Juanita lucha por recuperar a sus nietos, a los que la ex pareja de su hija le niega todo contacto.

"La justicia no sirve para nada, qué le hicieron a Marisela Escobedo, qué justicia tenemos allá dentro", dice Juanita recodando el caso de Marisela, que acabó asesinada igual que su hija Rubí, calcinada por su pareja Sergio Barraza Bocanegra, que fue exonerado del crimen y puesto en libertad: http://juarezenlasombra.blogspot.mx/2010/12/si-protestas-te-matan-marisela-escobedo_17.html

"Estaban separados y tenía como una obsesión por ella, que no era de nadie más. Insultó mucho a mi hija, me la golpeaba. La trataba muy feo, la humillaba y cuando ella daba el pecho a sus hijos, se ofendía", recuerda la madre de Gabriela Espinoza.




Juanita Ibarra pega pesquisas de su hija desaparecida en la puerta de la Fiscalía que se encarga de buscarlas. Actualmente, hay más 112 niñas y muchachitas desaparecidas en Ciudad Juárez, algunas desde más de dieciocho años hasta otras mucho más recientes. @JudithTorrea

 Esta mañana su hijo de 13 años se enfermó y tuvo que ir a por él a la escuela. Después, recogió a su chiquito de 8 años. Intenta centrarse en otras cosas, hasta que le azota la tortura de la espera.

"Sientes una soledad, un hueco vacío, por qué me la quitaron si nada les hice. No más pido a Dios que me la devuelva. Cuando estoy sola lloro, que no me miren mis hijos. Los primeros años no quería vivir, yo me sentía que yo tenía la culpa, porque aquí la dejé (cuando no pudo convencerla que abandonar Ciudad Juárez por la violencia, junto a sus padres y hermanos)".

Desde hace un mes, sonríe un poquito más en su rostro siempre serio. Su hijo le ha dado un nieto, que se llama: Iker (por Casillas, el portero español del que su padre es un gran seguidor) y Gabriel (por su tía desaparecida).

"Se me hizo bonito el nombre, Iker Gabriel, para un bebé inocente como mi hija".