martes, 28 de septiembre de 2010

Sergio Adrián Hernández Güereca (asesinado por la migra) cumple sus 16 años en un ataúd: cuatro meses sin justicia estadounidense, sin las promesas mexicanas





















@JudithTorrea

Son casi las 12 de la noche en Ciudad Juárez: la hora en la que los mexicanos cantan las mañanitas a sus seres queridos que cumplen años. Y comienzan con una fiesta que durará lo que dé la jornada.

Soledad en la noche. Cementerio de sueños. Se acerca un nuevo día: el miércoles 29 de septiembre de de este año del 2010. El día en que Sergio Adrián Hernández Güereca cumplirá sus 16 años: en el Panteón de Jardines del Recuerdo. http://juarezenlasombra.blogspot.com/2010/06/el-entierro-de-un-chavo-de-15-anos.html

Ella intenta levantarse. Pero no puede. Desde que hace casi 4 meses que fuera asesinado el pequeño de sus hijos, María Guadalupe Güereca Betancourt sobrevive. Fue un 7 de junio en el lado mexicano del Puente Negro. Lo mató un agente de la Patrulla Fronteriza estadounidense, según un vídeo y varios testigos. 

"Para mí todo esto ha sido bien duro. Pasan los días, los meses y no me resigno a haberlo perdido. Mi hijo era todo para mí, todo. Pero si no lo castigan (al agente asesino) aquí en la tierra, yo sé que un día va a recibir su castigo".

No hay pastel de tres leches. El que compraba para su Sergio Adrián. No hay pesos ni para saborearlo en su memoria. La casita en la que vive con dos de sus hijas (que perdieron sus empleos en las fábricas maquiladoras) y sus nietos se está cayendo. Le pregunto por la vivienda que el alcalde José Reyes Ferriz (PRI) prometió cuando la noticia dio la vuelta al mundo. En semana y media finalizará su término. http://juarezenlasombra.blogspot.com/2010/06/tres-semanas-sin-sergio-adrian.html

"De la casa ya está olvidado. Ya van a salir de la Administración esa, y no creo que me la vaya a dar. No he recibido ayuda de ellos para nada. Fueron nada más dichos, porque hechos no fueron ninguno", me comenta.

Mañana miércoles comenzará un nuevo día. De dolor. "Quiero ir en la mañana al panteón -si Dios me presta vida- a cantarle las mañanitas".

Después, al Puente Negro, en el lado mexicano del Río Bravo, el Grande en Estados Unidos.  Mirando hacia El Paso, Tejas, intentará cantar las mañanitas en el último lugar donde estuvo vivo su hijo. "Vamos a ir a recordarles que mi hijo no pudo llegar a los 16 años y todavía no se ha castigado al culpable".

-?Cómo se acordó (del cumpleaños de mi hijo)?, me pregunta la señora Güereca, de 52 años.

-Siempre recuerdo las fechas señaladas de las personas que un día confiaron en mí y me contaron su historia.

(Lo que no le dije es que ahora no sé cómo felicitar a los muertitos. Que cada día, a veces cada hora, son más. Son diez, hoy, hasta hace unos minutos)

*LA FOTO: la tomé el primer día del velatorio de Sergio Adrián en su casita. Su mamá es la señora que está fuera, sentada. Rodeada de niños (que miran desde la ventana el ataúd), jóvenes y mujeres. Pero sola. Su mirada perdida se me quedó grabada. Es la misma hoy, agudizada por una profunda depresión que no le ha permitido regresar a trabajar.

COPYRIGHT © 2010 CIUDAD JUÁREZ, EN LA SOMBRA DEL NARCOTRÁFICO- ALL RIGHTS RESERVED

miércoles, 22 de septiembre de 2010

"Juaritos se está muriendo": cerrado por la llamada guerra contra el narco

























































Desde hace un tiempo, él pasaba por algunos de los 116 mil edificios abandonados de su Ciudad Juárez. Los 10 mil negocios cerrados: Sin querer verlos.

Hoy los hizo visibles en una serie de fotografías que tomó "en honor a los que murieron o huyeron, y solos nos dejaron".

Un señor le preguntó qué hacía con la cámara en mano. Le explicó. Y él le contestó: "Pues sígale por aquí y por allá y en las cuadras de atrás está igual. Los políticos dicen que no pasa nada pero sí pasa. Estamos en riesgo de morir cada día en esta ciudad".

Llegó a casa. Bajó las fotos. Y me las envió. Las tituló: "Juaritos se está muriendo". Es uno de mis geniales lectores, de esta fantástica ciudad que poco a poco va desapareciendo del mapa.

Tiene 34 años. Está casado y ahora sin empleo. Su última chamba fue en una fábrica maquiladora, pero muchas han huido, algunas de ellas han enviado a sus empleados a Eslovaquía, en Europa del Este. Como algunos de mis compas que tienen puestos administrativos.

"En Juaritos me han asaltado, golpeado, intento de levantón. He corrido entre las balas y pues no me gustan las injusticias. Y estas fotos es una lucha en honor a los que no pudieron hablar. Una vecina fue víctima de los feminicidios a mediados de los 90. Al primo de un amigo le mataron a dos hermanitas menores de 14 años. Llegué a ver cómo se llevaban a una chava y la impotencia de no poder hacer nada. Muchas cosas tristes que se viven en la ciudad".

Memo León, como así le gusta que le llamen, sigue hablando. Sin parar. Como un vaso que derrama agua y encuentra en ese fluir una explosión de dolor para poder seguir viviendo.

"Chambitas me han salido. Le ayudé a un amigo en un taller mecánico por algunos meses. Un día salí del taller y dicen que como a los diez minutos llegaron y lo quisieron levantar (secuestrar). El chavo peleó y lo balacearon dándole muerte. Estaba la hermana de él embarazada y con su esposo. A ella le pusieron la pistola en su pancita. Al cuñado le tocó un rozón de bala. El vivir ahora en Juárez no es cualquier cosa".

Ni el morir.

lunes, 20 de septiembre de 2010

Quién era Luis Carlos: por el padre del chavo que le prestó el automóvil, donde fue asesinado


Estos días muchos de vosotros me habéis preguntado cómo era Luis Carlos, el reportero gráfico asesinado. A sus 21 años. La mejor respuesta está en este texto que hoy comparte con nosotros Gustavo de la Rosa, padre de Alejo, el chico que prestó su carro para que su mejor amigo Luis Carlos fuera a comer. Y encontró la muerte.

Gustavo -al que tengo el enorme honor de conocer desde hace 14 años-, es una de esas personas mágicas de Juaritos, que han hecho que esta ciudad me atrape. Está amenazado de muerte. Por hacer su trabajo. Por denunciar a los policías federales y soldados corruptos, que hacen desaparecer a la población, la torturan y la asesinan.

Es el visitador de la Comisión Estatal de Derechos Humanos, destinado a la Operación Coordinada Chihuahua (la versión local de la llamada guerra contra el narcotráfico del presidente Felipe Calderón apoyado con el Ejército y la Policía Federal).

No tolera la injusticia. Y seguirá haciendo su trabajo. Aunque sabe que quizá esas balas iban para su hijo.

-"Gustavo te van a matar, cuídate mucho por favor", le dije al saber que el carro era el de su hijo.

-"Gracias por tu solidaridad. Voy a seguir haciendo mi trabajo. Alguien tiene que hacerlo".

Gustavo está custodiado por 2 unidades de la Policía Federal, por 12 federales. Desde que salió huyendo de la muerte hace un año, duerme en El Paso (Tejas) pero todas las mañanas llega a Ciudad Juárez, donde encuentra su vida en la muerte constante.
La Secretaría de Gobernación (Segob), con información de la Procuraduría del estado de Chihuahua, anuncia que el motivo del asesinato de nuestro colega fue por motivos personales.
No soy criminóloga. Ni agente del ministerio público para investigar. Esperemos que esta no sea una táctica más del gobierno para silenciar la justicia.

Porque con esta respuesta de la Segob -sin haber tenido ni el mínimo tiempo de investigar y responder con una investigación profunda- todos los periodistas en México estamos en riesgo de ser asesinados por conflictos personales.

Os dejo con el texto de Gustavo, al que podéis ver en la foto. Y con los muertitos. Este lunes 20 de septiembre tuvimos 7 asesinatos más en Juaritos, de personas anónimas que nunca tendrán ni un segundo de reflexión en un medio informativo. Son las cifras del dolor agonizante de una ciudad: 193 en lo que llevamos del mes, 2.233 en este año y 6.600 desde enero del 2008. Por ahora.


LUIS CARLOS
Por Gustavo de la Rosa

No recuerdo en que momento empezó a aparecerse por la granja donde vivíamos en San Agustín, su familiaridad con mi hijo era tanta que me resulta difícil recordarlo cuando llegó como me es difícil recordar cuando vi llover por primera vez.
Lo que siempre me sorprendió de su personalidad era su extraña madurez para un joven que apenas pasaba los 15 ó 16 años -había quedado huérfano de madre a los 5-: a la edad en que todos los muchachos tienen la tentación de tomar su primer cerveza y en la cual los padres negociamos con ellos que se la tomen en la casa en lugar de algún bar clandestino.

Luis Carlos era abstemio. Es difícil reconocer para un padre que el líder de el grupo de nuestros hijos no es el más querido, sino el más cuerdo y decidido en una edad en la cual la cordura y la decisión no abundan.

Primero era un grupo muy grande de muchachos y niñas, la mayoría de ellos involucrados en la publicación de una revista de caricaturas japonesas y organizacion de congresos y conferencias de Animé combinada con retos y duelos de juegos digitales.

Luis Carlos era francotirador, pues nunca se integró a ningún equipo pero siempre estaba presente ayudando y embromando a los demás, tenía una gran habilidad manual y pensamientos espirituales no sacros insistía en el contenido mítico trascendental del número tres y todo lo hacía por tres o tres veces o tres objetos similares.
Pero como a todos nos pasó, el grupo se fue desgranando, y al final ya para los 18 años de edad se habían acuerpado un pequeño equipo de 4 de ellos en torno a Luis Carlos, fue cuando descubrí que era el menor de todos ellos (un año).
Los otros 3 también son muchachos de excepción, por su cultura, la afición por la lectura, sus conocimientos de computación, dominio inglés, su lealtad entre ellos, y la austeridad de licor y ausencia de estimulantes en sus reuniones.

Dos de ellos trabajan en maquiladoras, aprovechando sus habilidades son ocupados en los llamados "call centers".

Los otros dos trabajaban en El Diario. Ahora sólo uno .

Uno estudia sistemas, el otro literatura. El otro terminó preparatoria y esperamos que continúe.

Cuando se declaró la guerra, se les trozó la alegría. Apenas pasaban los 18 años, a los primeros sustos abandonaran las visitas a bares y salones de encuentro con las chicas, después de la masacre de Salvárcar se acabaron las reuniones en casa.

Con mi destierro se les cerró la granja y ahora sólo se ven en cafés y de día.

Luis Carlos decidió casarse (por unión libre) con Jessica y fue recibido en la casa de su padre en el fondo del jardín y su mundo se redujo a sus otros tres amigos y su mujer.

Como todos los jóvenes en esa edad, se preguntaban qué hacer con su vida y en estas condiciones.
Ya no bastaba ser listo, tener habilidades modernas o estudiar, si no que frecuentemente me preguntaban, ¿Cuándo se va a acabar esto? ¿Qué vamos a hacer?

Se dejaban crecer el pelo, se lo cortaban a rape, se disfrazaban de cosa, se vestían con ropa decente, no hallaban su lugar, en fin el mundo de ciudad Juárez es muy difícil para ellos.

Entonces mi hijo fue aceptado para hacer su servicio social en El Diario, y como si alguien les hubiera prendido una luz, encontraron el camino buscado: el periodismo.

Luis Carlos de inmediato pidió trabajo como practicante de fotografía y entre ellos consiguieron una parte del dinero para que tuviera su cámara, yo le presté (a fondo perdido) el faltante.

Los dos mi hijo y Luis Carlos encontraron un mundo nuevo, "el gremio" nuevos amigos-maestros.
Desde entonces se estableció una relación profesional entre nosotros, él era fotógrafo de un Diario y yo un funcionario. Iba a las entrevistas y a las conferencias de prensa y nunca hizo evidente nuestra familiaridad, si hacía una pregunta las hacía con toda distancia, siempre se situaba hasta atrás porque era muy alto ( más de 1.90 de estatura) y era cortés con sus compañeros.

Lo vi hace unos días. Estaba feliz: se quedaba de fijo en El Diario.
“Ya pronto seré fotógrafo profesional”, me anunció presumiendo.
¿Profesional? le cuestioné. “Para eso te falta mucho Luis Carlos", y presto me rezongó: “Caray a usted uno nunca le da gusto, ya está amargado por los años” y se fue haciendo renegar a mi nieto.

Creo que fue la última vez que lo vi con vida.
A la siguiente conferencia de prensa no asistió: fue acerca de su asesinato.

jueves, 16 de septiembre de 2010

Hoy nos mataron a todos los periodistas en Juaritos: sin Luis Carlos. O cuando se mata al presente de la democracia


Tic. Tic. Un mensaje en mi celular:

-?Supiste que mataron a un fotógrafo e hirieron a otro del Diario de Juárez hoy a las 2,35 pm?

Contesto. Y mi fuente no tiene más información.

Primera reacción: llamar a un colega fotógrafo del Diario de Juárez. Pero no me atrevo. No me atrevo a llamar y a que no me conteste. O a llamarlo y que me diga que está fotografiando al cadáver de su compañero.

Llamo a dos más. De diversos medios de la ciudad. No tienen datos todavía. Y a otro más.

-Espérame... son...No tengo bien los nombres...

Y no me resisto a preguntarle... ?no será.....?

-No, no es él.

(Suspiro de alivio)

-?Y no será un chico muy joven, así tan altote como yo, guapetón, con barba...?

-Sí, sí... ese es el muerto.

Conversación con un colega fotógrafo. Se me sube todo. Mi voz se entrecorta: "discúlpame, déjame que te llame más tarde. No me siento bien. Te me cuidas un chingo".

Luis Carlos Santiago Orozco tenía 21 años. En mayo había comenzado sus prácticas para sumarse a ser uno de los reporteros gráficos en plantilla. Hace poco más de una semana lo logró. Cubría información general.

Este jueves 16 de septiembre, mientras miles de juarenses cruzaban a El Paso (Tejas) para disfrutar (sin peligro a que te maten) del puente festivo por el Bicentenario de la Independencia, Luis Carlos Santiago y Carlos Manuel Sánchez estaban en un curso de fotografía: llega la hora de comer. Invitan a su compañeros. Deciden irse juntos los dos.

Auto Nissan Platina gris: del hijo de Gustavo de la Rosa, el visitador de la Comisión Estatal de Derechos Humanos que denuncia las desapariciones, torturas y asesinatos de los soldados y policías federales. Amenazado de muerte. En el concurrido Río Grande Mall, entre la avenida López Mateos y Paseo Triunfo de la República, dos principales vías de Juaritos, muy cerquita de El Diario. Balazos. Nadie vio mucho, como siempre: para seguir vivo. Un carro en movimiento con otros dos jóvenes comienzan a dispararles. Luis Carlos está muerto en el asiento del conductor, según el reporte policíaco. Al parecer, su muerte fue instantánea. Recibió varios disparos, en la región frontal y otro en la mejilla del lado izquierdo.

Carlos Manuel Sánchez Colunga, de 18 años, salta con su cámara fotográfica, corre. Entra a la plaza comercial. Pide auxilio. Logra salvar su vida. Le están operando. Lleva dos semanas haciendo prácticas.

Llegan las preguntas. Los porqués. Del ataque. Pega duro. Son colegas. Más que colegas: son chavos que soñaron en ser reporteros gráficos en el momento más peligroso para hacerlo en Ciudad Juárez.

Estoy lejos. Acababa de dejar Juaritos cuando me llegó la noticia. Crucé ese puente, tomé un avión rumbo a Estados Unidos: por un fin de semana largo. Recuerdo a Luis Carlos en la última asignación que coincidimos hace unos diez días. Tomando fotos a padres de chicas desaparecidas. Enfrente de la Procuraduría General de la República (PGR): que pedían a las autoridades que no olviden a sus hijas y las busquen.

Prefiero recordarlo así. Con su cámara en la mano. Y una sonrisa de pasión por un periodismo que comenzó a descubrir. Hasta que lo mataron. Y con su muerte, nos mataron a todos.

**** 22 periodistas han sido asesinados en México desde que tomó el poder el presidente Felipe Calderón en diciembre del 2006 y otros 7 se encuentran desaparecidos, según datos del Comité de Protección de Periodistas, con sede en Nueva York. En lo que llevamos del 2010, 9 colegas han sido asesinados en México, el país más peligroso para ser periodista. Muertes impunes. Como todas. Hoy, 7 muertos más en Juaritos.
ACTUALIZACION: Seguiremos informando. A pesar de las autoridades corruptas y los cárteles de la droga. Periodistas de América Latina y El Caribe firman declaración que condena violencia contra la prensa. Aquí estaba llegando cuando recibí el mensaje del ataque contra mis colegas:

miércoles, 15 de septiembre de 2010

El Grito más triste

Una ciudad que ya no existe. Miedo. Muertos: tres mujeres más, una familia, un decapitado... 9 muertos en el Bicentenario de la Independencia.

Una llamada de una de mis fuentes pidiéndome ayuda como si yo pudiera ayudarle en medio de una balacera. Un doctor contándome cómo fue su secuestro y cómo se libró de la muerte. Me pide consejo para ver cómo cambiar la fachada de su casa para que parezca más humilide de lo que es. Too much para mí. Hoy. Sólo quiero gritar... parénle ya!!!!!!!!!

Mañana desayuno prontito: despedida para una amiga, una gran mujer de esas que crea Juaritos y que se va huyendo, a la Ciudad de México. Lágrimas en mis ojos. Porque en sus razones para su huida están las razones para quedarme. Con sus consecuencias.

6 nuevas fuentes asesinadas en esta semana. 3 amigos más que se van. Más el resto de los muertitos.

A eso de las 11 de la noche, un alcalde que lanza el Grito de la Independencia sin eco. Sin gente. Solo. Con el Ejército. Los fuegos pirotécnicos anunciados son los más pobres que he visto en mi vida. Decadendencia. Olvido.

En el grito alternativo de Ciudad Juárez se grita !Revolución!

La calle Triunfo de la República, una de las principales de la ciudad, vacía. Como todas las noches. No hay banderas, ni ornamentos en los edificios, ni en los oficiales.

Juaritos ya no existe. Me duele un chingo. Y de foto, mi luto. La ausencia. De todo. De un estado de derecho, de justicia. De todo.

Silencio.

!Viva México!!!!!!!! Por los vivos y por los muertos de la llamada guerra contra el narcotráfico del presidente Calderón.

Silencio. Horror. Vida que se convertirá en muerte. Bajo la indiferencia de un mundo que como mucho, esperará saber cuántos muertos más hubo hoy en Ciudad Juárez.

martes, 14 de septiembre de 2010

Juaritos grita auxilio en el Bicentenario o cuando la celebración se convierte en un grito de justicia














En una ciudad donde se celebra cada jornada el poder sobrevivir un día más, las conmemoraciones por el Bicentenario de la Independencia se transforman en gritos alternativos que exigen justicia, el fin de la violencia y la militarización.

Estos surgen de una población cansada que agoniza cada día -a veces cada hora- con jornadas de entre 11 y 27 asesinatos.

A estos se suman los secuestros, extorsiones y las violaciones de los derechos humanos del Ejército y la Policía Federal envíados por el presidente Calderón en su llamada guerra contra el narcotráfico, y que han sido documentadas por la Comisión Estatal de Derechos Humanos.


“Festejar nuestra independencia, gritando que somos libres y soberanos, en un país militarizado y con más de la mitad de la población en la pobreza (el 58 por ciento), no sólo es una burla, sino una provocación abierta a los mexicanos”, dice Julián Contreras, uno de los organizadores del grito alternativo en Ciudad Juárez.


El grito llamado "Fiesta mexicana: Por una cultura diferente" tendrá lugar mañana miércoles en un local cerrado, El Establo Los Lobos. Habrá música en vivo, comida mexicana y se lanzará el grito, con unas palabras distintas a las que dijera el cura Miguel Hidalgo y Costilla para convocar al pueblo mexicano a luchar contra el mal gobierno e independizarse de España, un 15 de septiembre de 1810.


El grito será ahora en Ciudad Juárez, 200 años más tarde, “para exigir que pare la muerte, la militarización. Para exigir justicia, el alto a la impunidad y para llamar a seguir luchado contra el abuso, por la libertad y la independencia que aún no tenemos”, agrega Contreras, licenciado en letras.


Desde que comenzó hace tres años y medio, esta llamada guerra ha dejado un saldo de más de 6 mil 545 asesinatos en Juárez, unos 10 mil niños huérfanos y la sensación de que en cada minuto y en todo lugar cualquier persona puede ser asesinada bajo el imperio del impunidad.

El 97 de los crímenes que se han producido están sin resolver, según datos del Ministerio Público y la Subprocuraduría General de Justicia del Estado en Ciudad Juárez.


Las autoridades insisten que los muertos pertenecen a miembros de los cárteles de Juárez y Sinaloa, que se disputan esta codiciada plaza de paso de las drogas que llegan desde Colombia para los consumidores en Estados Unidos.


La cotidianidad muestra un panorama alejado del lujo del narco, con universitarios, profesores, médicos y pequeños empresarios entre las víctimas. La mayoría de las familias de los asesinados son tan pobres que a veces no tienen ni cómo pagar el funeral, además están los menores de edad que han sido asesinados, más de 90 en este año con 2 mil 167 asesinatos, por ahora.


Para el historiador Pedro Siller, uno de los mayores expertos en la Independencia y la Revolución de México, Ciudad Juárez no celebra, de hecho, guarda un doble luto. El primero porque no encuentra el sentido de la celebración”, afirma Siller, profesor de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez.


El segundo motivo de duelo, según el historiador, “reside en la evidencia de una clase política encerrada en sí misma por el miedo, y completamente distanciada de una población de la que no se siente parte y por tanto recurre a la proyección de la ceremonia frente a la televisión, allí donde ellos son inalcanzables para cualquier amenaza”.


El alcalde de Ciudad Juárez, José Reyes Ferriz, que vive en El Paso (Tejas), lanzará el tradicional grito, por primera vez en la historia de México, encerrado en la Presidencia Municipal, abriendo el balcón por unos 15 minutos y acompañado por el Ejército, donde probablemente no encontrará a mucho público y sí a las fuerzas de seguridad. Será hacia las 11 de la noche, antes de una mesa redonda de diálogos e historia sobre México, según afirmó el vocero Jaime Torres.


Las autoridades han recomendando seguirlo por la televisión y no salir de las casas.

La suspensión de los actos tradicionales del Grito, que incluían una fiesta con grupos musicales y comida, se decidió por motivos de seguridad y presupuesto, unos días después de que el mismo alcalde anunciara que esta celebración iba a ser la mejor de la historia con motivo del Bicentenario.


Lo que no faltarán serán los fuegos artificiales, que en esta ocasión serán en seis puntos diferentes de la ciudad, y un desfile reducido el jueves 16 septiembre.


Vamos a invitar a los juarenses a que con su familia, desde su casa, en su patio, en el frente de su casa, puedan salir a apreciar los juegos pirotécnicos, dar el Grito con todo el resto de los juarenses”, afirmó recientemente el alcalde Ferriz, que en tres semanas terminará su mandato.


Pero permanecer encerrado para no morir, a pesar de los retenes constantes de las fuerzas de seguridad, no es algo nuevo para los juarenses desde enero del 2008, según el sociólogo Carlos Murillo.


“ Es difícil conmemorar sin dejar de pensar en la cotidianidad hostil que nos agobia, con gobiernos incapaces de garantizar la seguridad pública y con la zozobra de no saber cuándo te puede tocar ser víctima o testigo de un asesinato, secuestro, extorsión o robo, situaciones a las que no estábamos acostumbrados”, apunta Murillo, investigador del Colegio de Chihuahua.


Ahora para las 9 de la noche, en un día normal, Juárez es una ciudad de calles vacías, en un paisaje de casas abandonadas y negocios cerrados e incendiados. Donde muchos gritan cada día !auxilio!


******Las fotos son retratos de "dos gritos" cotidianos. La primera (cortesía de los organizadores de la Kaminata contra la muerte) muestra el grito visible, de unos pocos que han comenzado a salir a las calles, todos los viernes a las 5 de la tarde, para pedir justicia y el fin de la violencia.


De la segunda foto, que la tomé en un taller de duelo, me quedo con el mensaje: "estoy que me lleva el tren". Es de un padre que perdió a sus hijos. Asesinados. Y en ese dibujo desató su coraje: para intentar seguir sobreviviendo.


Llevamos 9 muertos (entre ellos una madre y sus dos hijas) más en el día de hoy. Hasta el momento.


Y tú, ?qué vas a gritar?

lunes, 13 de septiembre de 2010

Mujer y narco. Con un consejo















A los 17 se quedó embarazada y comenzó en el narco.

"Una amiga que ya tenía tiempo de trabajar con ellos, me ofreció y se me hizo muy tentador", dice Carla Erika Robles, de 24 años, madre soltera de dos niños de 7 y 3.

Eran 1. 500 dólares por transportar cocaína en una maleta, asegura. El jefe, un hombre. Ellas, todas mujeres, unas 15 muchachas y señoras. Lo hacía no muy seguido, cada tres meses. A veces, dice, tardaba más de un año en viajar. Lo intentaba hacer la menor de veces posibles.

Un día salió de su Acapulco, en el estado de Guerrero, en un autobús camino a Ciudad Juárez. Esta vez, venía con 1 kilo de heroína en la maleta. De pronto, un retén: a la altura de las fantásticas dunas de Samayaluca. La revisaron. Y su viaje tomó otro rumbo. Como sus sueños. "Era por un favor a una amiga, ella no podía venir, y mira dónde estoy".

Desde hace tres años está en la prisión del Cereso Municipal de Ciudad Juárez. Su casa es una cama en una celda con tres compañeras. Cumple condena por 10 años.

"Aquí la vida es como puedes ver normal. No nos queda de otra más que acoplarnos donde estamos. No a todas nos gusta estar aquí, pero por los errores de uno.... He aprendido que el dinero no es lo todo la verdad, pero no es mejor pasar hambre. Es muy feo estar en la cárcel".

-?Cómo acabarías con el narcotráfico?, pregunto.

-"Yo le diría al presidente Calderón que ponga más trabajos, más escuelas, más educación para los más pobres. Sino hay trabajo, es fácil que alguien te diga te voy a dar mil dólares y a uno se le hace fácil. Está muy fea ahí afuera la necesidad. Que dejara de enfocarse en todo el narcotráfico y velara por los niños huérfanos de esta guerra. La cosa se va a poner peor, mucho peor".

-?Por qué?, pregunto.

- El narcotráfico no se acaba matando a los más pobres. Estamos creando un mayor problema. Es muy triste lo que está pasando en Juárez, en México.

Y Carla Erika prefiere finalizar la conversación. Como quien presiente el futuro y al verlo provoca que de su rostro apacible desaparezca una sonrisa: la suya.

Desde las cárceles de Ciudad Juárez se dan las órdenes para las calles. En el Cereso Municipal hay 145 mujeres, de los 2.707 reos. La mayoría de ellas son como Carla Erika y están por delitos contra la salud, es decir, tráfico de drogas. Las razones que les llevaron a cometer estos delitos fueron "la pobreza y el estar enamoradas" de una persona vinculada con el narco, según Jorge Chairez, vocero del Cereso.

****Lunes 13 de septiembre: hay 8 cadáveres más en Ciudad Juárez, por el momento. Hombre con tiros en la cabeza y parcialmente quemado en la colonia Azteca. Degollado en Barrio Alto. Dos acribillados en División del Norte. Asesinan a pareja dentro de su casa en Terrenos Nacionales: al parecer, los niños escaparon cuando entraron los sicarios y ella, Claudia Coronado de 22 años, se puso delante de su esposo para que no lo mataran.
Un joven con tenis rojos y sin vida a espaldas del templo Sangre de Cristo, en la colonia Francisco Villa.
Son 127 las personas asesinadas en Juaritos durante este mes septiembre, 2.156 en este año, y 6.532 desde enero del 2008 cuando comenzó la llamada guerra contra el narcotráfico del presidente de México Felipe Calderón apoyado con el Ejército y la Policía Federal.

Y aquí el futuro está en poder vivir unas horas más, un día más.

viernes, 3 de septiembre de 2010

Niños llorando a niños: sin Héctor Iván, de 13 años. O cuando los asesinados en Juaritos son 80 menores en este año




Al entrar a la escuela Lázaro Cárdenas de Ciudad Juárez encontré a una mujer que caminaba con una sonrisa en unos ojos llenos de lágrimas. No fue fácil: desde ayer.

Es jueves 2 de septiembre y el volver a repetir las mismas palabras que comentó a sus alumnos hace dos años -cuando fue asesinado Guadalupe Villanueva, de 13 años de edad- le llena de impotencia que intenta trasformar en esperanza. Ahora lo son por la muerte de Héctor Iván Rodríguez, de la misma edad, junto a otro menor y un joven, mientras ayudaban a éste a subir unos bloques para una obra en construcción, según varios testigos. El sicario, al parecer, preguntó "quién es el bueno (el jefe)" y comenzó a rafaguear a todo lo que veía vivo.

"?Cómo hablarles de estudiar para un futuro si ya nada te salva de la muerte y cuando salen de la escuela sólo tienen la calle? ", me comentó Reyna Vallés, la psicóloga del centro escolar, situado en una de las colonias obreras más pobres de Juárez.

Desde hace tres años y medio, Vallés trabaja sin intentar derrumbarse. Atiende a niños con padres asesinados, levantados-secuestrados y a otros que huyen de la ciudad sin querer hacerlo. En sus rostros ve al de su hijo que le acompaña en una foto en su escritorio y al de su ciudad Juaritos, que se resiste a morir.

En el salón de Héctor Iván hay dos pupitres vacios, el de él (asesinado) y el de su primo que hoy se unió a toda la familia en los trámites de la espera del cadáver y la agonía de los porqués: mortales. Algunos chavos han pintado sus camisetas con la frase "En memoria de Héctor" o "In memory of Héctor" (para eso, estamos en la frontera con Estados Unidos) y recuerdan lo mejor del pequeño: chistoso, juguetón, fantástico delantero de fútbol, buen estudiante. Por el recinto hay varias cartas de alumnos, frases, pegadas por las paredes con el recuerdo de su compañero.

A unos diez minutos manejando de la secundaria por el desierto, se encuentra la colonia Bello Horizonte donde no hay nada bello: excepto sus gentes. Las calles son de arena y la extrema pobreza hace que muchos no tengan agua potable ni electricidad, según varios vecinos que se las ingenian para disfrutar del primer mundo, mientras crean la riqueza del universo a precios del tercero en las fábricas maquiladoras, de capital extranjero.

El pequeño Héctor vivía aquí. Al final de la calle de donde fue asesinado. Sus padres, trabajadores de la maquila y con tres hijos más, prefieren el silencio, me dice Montse Ortega, la tía del pequeño, acompañada de varios familiares.

"?Qué vamos a conseguir hablando con la prensa, qué nos lo devuelvan? No hay justicia, llevamos miles de muertos".

La familia no quiere que nadie de los medios informativos acuda a la casa, al velorio, al funeral. Y entiendo su deseo que será respetado por mí.

La tía lleva una cajita en sus manos que en un tiempo contenía mazapanes mexicanos. Está realizando una colecta entre los vecinos pagar el funeral y poder enterrar al pequeño. Hasta esta casa no se han acercado las autoridades para ofrecerles la mínima ayuda. Como en la mayoría de los casos de los más de 6 mil 400 asesinados en la ciudad desde que comenzó la llamada guerra contra el narcotráfico del presidente Felipe Calderón.
Son 80, los menores de edad a los que han arrebatado la vida en Juárez este año, hasta el 1 de septiembre. 21 de los pequeños tenían menos de 15 años de edad, como Héctor Iván Rodríguez, que murió junto con otro pequeño de 11 años en un día con 10 muertitos, tres de ellos menores de edad.

En lo que llevamos del año, 2.046 personas han sido asesinadas en Ciudad Juárez. Y quizá cuando termines de leer estas palabras, más personas se habrán sumado a las cifras de la muerte. Y del olvido de las autoridades. Es la impunidad (el 97 por ciento de los crímenes están sin resolver, según datos del Ministerio Público y la Subprocuraduría General de Justicia del Estado). Olvido en todos los sentidos: con el que se alimenta la pobreza, la desigualdad social, la falta de oportunidades. Hasta que te matan.

**** Las fotos que tomé para vosotros, mis geniales lectores, nos llevan hasta la escuela del pequeño, los recuerdos dulces. El horror que se repite en esta ciudad cada día, a veces cada hora, está ahí: en el patio de esta casa en reparación donde fue asesinado. Con dos más.

jueves, 2 de septiembre de 2010

El primer director encerrado en su propia prisión: el Cereso Municipal de Ciudad Juárez. Con 2.707 presos y algunos problemas



La mujer me ofreció algo para tomar. Un agua, muy amable, le dije. Estaba esperando entrevistar al director de la prisión, Gerardo Ortiz Arellano. Me sonrió. Y comencé a platicar con ella. Era la esposa del mero, mero. Y estaba aquí, encerrada: por unos días. "De visita conyugal, de luna de miel", me comentó. Porque desde hace más de un año no había visto a su esposo. Por seguridad.

Amanda tiene 55 años y 32 de casada con el que es director del Cereso Municipal de Ciudad Juárez desde abril del 2009. "El es otro miembro del Cereso", me comenta recién llegada de Veracruz, donde tienen su hogar. "Primero es su trabajo, es su mundo. Lo aguanto porque lo amo. Ahorita estoy libre, estoy volviendo a tener mi noviazgo con él, ya no tengo que cuidar niños". Los niños son ahora dos abogados, uno penalista y otro civil.

La habitación del director está contínua a su despacho. Es la primera vez que un director tiene su casa aquí, según Jorge Chairez, el portavoz del penal. "El que sufre es uno y no el interno", dice riéndose el director.
Es amplia y con pocas cosas. Una caminadora y una pera de boxeo donde hace ejercicio, un televisior, una mesa de masaje y una pequeña sauna portátil. Además, de un televisor. Hay un cuadro de San Judas Tadeo ("el protector de los pobres y desvalidos"), del que es devoto. Se lo hizo un reo.

Bajamos con los prisioneros. Sin escolta. Llegamos a un amplio parque donde hay una cancha de fútbol y varias celdas donde están parte de los 2.707 presos: 2.562 hombres y 145 mujeres. Con 360 custodios. Unos presos venden aguas frescas, otros donas y pan dulce. Están en puestos que no son los suyos: otros reos, que tienen más dinero, los emplean.
Hacia tiempo que no me atrevía a caminar por uno de los escasos y ahora solitarios parques de Ciudad Juárez. Aquí, de pronto, me siento segura. Entre personas condenadas por asesinar, violar, secuestrar o traficar con drogas, entre otros delitos del fuero federal y común.

"Uno se da cuenta de la violencia de afuera porque traen aquí los cadáveres", comenta Ortiz Arellano, de 50 años, 25 de ellos trabajando en seguridad pública. "Si matan a tu mamá, tu papá, a los hijos, previa autorización del juzgado pudiera salir el reo a ver el cadáver. Pero dada la situación de peligro, lo que hacemos es que traigan el cadáver aquí. Viene la carroza, sacan el cuerpo, lo ven y se van. Cómo sé yo que no me lo va a quitar un comando armado... Pues mejor que me traigan el muertito".

Nuestra conversación se interrumple varias veces. Suena el teléfono. Es miércoles 1 de septiembre.

"Ahorita va a salir un interno al hospital, pero es alguien muy muy importante para una de las pandillas...para los Aztecas, y entonces ahí se pide el refuerzo de la Policia Federal. De esa manera, nosotros garantizamos no tener problemas, que vayan a lastimar a algunos de los custodios. Aquí no hay una atención de quirófano, un sonograma".

Los reos se le acercan, con confianza. Varios de ellos están en talleres de arte, música. Algunos van a comenzar a realizar un mural dedicado a la Santa Muerte.

"Hemos logrado convencer a los que están aquí recluidos que éste sea el lugar donde puedan atender a su familia sin riesgo a que se lastimen. Son seres humanos y el resultado hasta hoy, a un año y cuatro meses, es que no hemos tenido ni un sólo incidente, y afuera las cosas empeoran. Le metimos mucho trabajo, mucha escuela, los códigos de seguridad, checando que los custodios estén en su lugar...".


ULTIMA HORA. El primer incidente se produjo pronto. Pero fuera de la prisón, unos días después de mi visita, el 7 de septiembre. Un comando armado rescató a un líder de la pandilla Azteca, llamado Juan Pabo Castillo López, "El Pelón", de 27 años, cuando era trasladado del Hospital General al Cereso. El reo tenía prevista la salida al hospital el 2 de septiembre para programar una cirugía de hernia inginiescrotal, pero no salió del penal hasta el 7, según informaron las autoridades.
Ese día, fue trasladado con otro interno, una mujer embarazada de 6 meses. Los dos eran custodiados por un celador llamado Miguel Angel Méndez, que resultó herido.
El rescate de los sicarios fue en unos dos minutos. Con ráfagas de metralleta por la Avenida López Mateos, una de las más transitadas de Juárez, con Insurgentes. Los custodios Arturo Morales Batres y Manuel Alvarez Flores, que al parecer se acercaron a socorrer a su compañero, resultaron asesinados.
La jefa de Servicios Médicos del Cereso municipal, Irma Verdeja se encuentra detenida por su presunta relación con la fuga, pero ella dice que el responsable de la seguridad es el director del penal, que ha estado en la mira previamente por fugas y graves irregularidades en penales de los estados de Tabasco y Veracruz, donde fue director.

ACTUALIZACION: La jefa de Servicios Médicos del Cereso municipal, Irma Verdeja fue puesta en libertad en la medianoche del lunes 13 de septiembre por el juez, por falta de elementos.