miércoles, 13 de julio de 2016

Nunca pensó que su hija Nancy Navarro Muñoz desapareciera y menos que se cumplieran ya cinco años

¿Se puede vivir como un día normal el aniversario en el que les quebraron sus vidas? 



La agonía de Luz Elena, de 42 años, y de su familia comenzó hoy hace cinco años, cuando su  hija Nancy Navarro Muñoz desapareció, y comprobaron con pequeños grandes detalles que iban a estar solos en su búsqueda: las autoridades tardaron nueve días en activar el Protocolo Alba de búsqueda, justamente hasta que salió protestando:
http://juarezenlasombra.blogspot.mx/2011/07/buscando-su-hija-nancy-navarro-de-mama.html @Judithtorrea 


Ella recuerda aquel día como si fuera ayer. En su hogar hoy nadie lo menciona, ni su esposo, niños o nietecita. Como si con el silencio pudieran tragarse el dolor que todos sienten al cumplirse cinco años desde que Nancy Navarro Muñoz desapareciera a los 18 años de edad: http://juarezenlasombra.blogspot.com/2011/07/desaparecida-nancy-navarro-18-anos-sin.html

-"¡¡¡Bara, bara (barato), pásele!!!!!", dice Adrián, el esposo de Lucy y papá de Nancy, para atraer a los compradores que pasan en trocas hasta el puesto improvisado que han instalado.

Cerquita de un mural para su hija mayor desaparecida, Lucy intenta vender algunas de sus propias pertenencias. Para las 3 de la tarde le han comprado dos de sus blusas por 25 pesos (poco más de dólar y medio), una bolsa de su hija de 12 años a 70 pesos (casi 4 dólares). Lo justo para ir ahora a la tienda y comprar un pedacito de carne para cocinarlo con chile y tomate.

"Lo que he ganado es para estar comiendo ahí como si estuviéramos en un día de campo", comenta bromeando. "Nos vamos a estar hasta la tarde. Ahorita todavía no nos hacemos la cruz, pero espero que nos compren mucho".

Vender en la calle pavimentada más cercana a su casita no es algo que haga a menudo. Lo primero es que no tiene mucho para vender. Pero ha tenido que pagar las inscripciones para las escuelas de sus otros tres hijos de 18, 12 y 10 años, y nieta de 6 (en México las escuelas son públicas hasta cierto punto, porque se pagan cantidades considerables para las matrículas y luego vienen las fotocopias, las graduaciones), y aún faltan los uniformes y el material escolar. Y ahora lo que no tiene es para comer hoy: tiene que vender algunas cositas que ya no necesita tanto. Eso sí, ninguna de su Nancita, a la que le esperan todos sus enseres para cuando regrese.

Su esposo irá al mediodía a trabajar como mesero en un restaurante del centro de Juaritos, la misma zona en la que desapareció su Nancita cuando fue una mañana a buscar trabajo. Y en la noche, le traerá lo que saque de las propinas para comprar los alimentos de la cena, desayuno y comida de mañana.

La pequeña Brianita, que tenía un año y tres meses cuando su mamá desapareció, combate los cerca de 40 grados centígrados dentro de una bandeja que ha llenado de agua bien fría. Pinta dibujos de corazones, los recorta para forrarlos con papel y dárselos a su mamita Lucy.

"Lo que tiene esta niña es mucho amor", dice su abuela con el rostro risueño y dándole un abrazote con besote.

Lo que no tiene Brianita es a su madre, Nancy Navarro Muñoz. La niña la ve en fotos en paredes y estantes, y se refiere a ella constantemente, preguntando si a su mamita le gusta algo que ella acaba de descubrir o si estará pasando calor como ella.


El día de su quinceañera Nancy Navarro vivió un día de princesa. En la foto, con una estilista que fue a peinarla a su casa. Tres años después, desaparecería.
@FotoCortesíaFamilia
Hace unos días, la pequeña vio la película de Rapunzel y empezó a llorar. "Es que yo creo que ya nunca vamos a ver a mi mamita Nancy", dijo.

Lucy, que no sabía que se la roban a esta protagonista de la cinta animada de Disney, le respondió: "a nosotros no nos han entregado nada. Cuando la gente se muere, la entierran".

Y Brianita, de 6 años, ya más tranquila con la respuesta, comenzó a jugar a mamá con sus muñecas.

Al caer la tarde, Lucy y sus hijos -que están de vacaciones escolares- dejaron de vender en la calle y se protegieron del sol en su vivienda incrustada en un cerro. En la casita, limpia y ordenada, intentan acomodarse en una zona donde no esté tan abombada la parte del techo que está a punto de caerse. Buscan ordenadamente que el aire del único abanico que hay en la casa les llegue para sobrevivir al calor. Lucy está cansadota pero siente que el objetivo del día ya se cumplió. Al final, consiguió un total de 240 pesos (unos 12 dólares).

"Estar vendiendo me ayudó para distraerme. Cuando tengo mucha depresión y pienso muchas cosas y todo lo que está pasando mi gorda (Nancy) y todo eso, como que no más me la paso aquí sentada y dormitando", afirma Lucy una mujer que siempre muestra su mejor sonrisa.

"Me siento hoy como que medio fuerte, no sé qué tan fuerte. Cinco años es inolvidable, es recordar desde la hora en la que salió a buscar trabajo y yo con su niña esperando a que regresara y ya nunca regresó. De las autoridades, no hay una respuesta".

Al caer la noche, su hija de 12 años -que está inmersa en las tareas escolares- le pregunta qué día es. Lucy le dice: "13 de julio". El día en el que su familia comenzó a quebrarse en la agonía de la espera.



En esta foto, Lucy (con camiseta rosa) se funde en un abrazo con su vecina Chapita. Fue en la tarde del lunes 11 de julio tras una misa que se celebró en el patio de otra vecina para pedir el regreso de Nancy Navarro. Lucy compró una cartulina de color intenso y uno de sus hijos escribió con un marcador rojo y en letras mayúsculas: "Hoy misa a las 7pm con motivo de la desaparición de Nancy".



Lo bueno es que no tuvo que limpiar las hierbillas ni el trocito de la calle donde está un mural dedicado a su hija, porque su vecina Nena se le adelantó y a las 6 de la mañana ya estaba acomodando todo.

"Me sentí fortalecida. El Padre Francisco habló de la injusticia y que nosotros estamos de pie porque pedimos justicia y que se aclare la situación de las desaparecidas, que si estamos aquí es por un propósito de Dios que nos tocó vivir esto, pero que no quiere decir que nos quedemos apaciguados, que salgamos a pedir justicia". 



Las flores de plástico que Lucy había tomado de casa de su mamá y colocado el día de la misa como ofrenda en el mural para su hija -siguiendo las indicaciones del sacerdote- desaparecieron justamente en el quinto aniversario de la desaparición de su hija. Sólo dejaron la vasija. Y, con el optimismo que le caracteriza, Lucy quiso pensar que quizá era un buen presagio "porque las flores no son para desaparecidas ¿no?". 


***El primero de los asesinados hoy en Juaritos aún no había nacido. 
Tenía 6 meses de gestación. Su madre, de unos veinte años, fue baleada en la colonia Safari, pasaditas las 8 de la mañana. Al parecer,  intentaba contener con sus manos a su bebé entre la sangre que le brotaba. Una vecina salió en su ayuda y la llevó a una clínica donde no fue atendida, de ahí recorrió hospitales hasta que le aceptaron y supo lo que temía: su bebé estaba muerto.
En una tienda de abarrotes, dos jóvenes fueron asesinados. Fue en el fraccionamiento Portal del Roble, donde los picadores de droga para los más pobres se convierten una manera de mal sobrevivir ante la falta de alternativas. Del hombre asesinado y encontrado esta noche en un vehículo en la colonia Zaragoza poco se sabe, aún ni su nombre.

COPYRIGHT © 2016 CIUDAD JUÁREZ, EN LA SOMBRA DEL NARCOTRÁFICO- ALL RIGHTS RESERVED


jueves, 7 de julio de 2016

Cómo estar "enamorada de la vida" con una hija desaparecida a los 16 años de edad, llamada Jessica Ivonne Padilla Cuéllar



Durante cinco años, Anita Cuéllar, de 49 años, ha buscado a su hija Jessica Ivonne Padilla Cuéllar, desaparecida a los 16, por todos los rincones de Juaritos. En la foto, enfrente de una de las más de cien mil casas abandonadas en la ciudad.   @Judithtorrea

Eligió la ropita de su hija desaparecida. Del pantalón de mezclilla no tuvo dudas. La blusita, de tirantes para combatir el calor. Sonrío. Ahora había que lavar todo a mano: como todas las semanas desde hace cinco años, en la que dejó de abrazar a su Jessi para comenzar a buscarla.

"Su ropa siempre está limpia, su pijama debajo de la cabecera para que si llega tenga su ropa lista, todo a mano. Le lavo un cambio cada ocho días y toda su ropa dos veces al mes porque se empolva. No es agradable llegar y encontrarse que no está limpio", razona Anita, mamá de Jessica Ivonne Padilla Cuéllar, que desapareció a los 16 años de edad un 7 de julio como hoy de hace cinco años: http://juarezenlasombra.blogspot.mx/2015/07/le-advirtieron-con-meterla-la-carcel-si.html

También se encarga de la colada de sus otros dos hijos, cuatro nietos de 10, 9, 7 y 5 años de edad,  y de su esposo, operario en una fábrica maquiladora. Pero en momentos diferentes. Lavar las pertenencias de Jessi es más que un acto pulcro. Es recordarla y hablar con ella. Como si estuviera ahí merito. Como lo hace muchos días.

"De hecho, cuando me desespero mucho le platico cómo me siento, y si estoy enojada o contenta por una celebración de la familia, también. Muy seguido me levanto pensando en ella y preparo un platillo que a ella le guste. A Jessi le encanta las calabacitas, las tortas de papa, la ensalada con pepino y tomate, los chilaquiles rojos".

Lavar en una ciudad de desierto y sin infraestructuras mínimas, donde más de 17 mil 500 personas -según datos oficiales del INEGI (Instituto Nacional de Estadística y Geografía)- toman su agua de tambos de plástico que son llenados cada semana por camiones cisterna, puede convertirse una bendición hermosa.
Anita lo sabe: se siente agradecida de tener agua corriente en su casita para lavar en el patio y está convencida que lo suyo no es tan pesado. Lo duro es la tarea de los juarenses que deben acarrear el agua a casi cuarenta grados centígrados como los de ahorita, me dice convencida, asegurándome que hacer la colada a mano es lo mejor para que la ropita de las segundas se conserve perfecta, a la vez de que es un buen ejercicio.

Esta mañana escribió unas líneas para su hija. Pensó que para que le llegaran lo mejor era enviárselas por mensaje privado a su "face". Hoy hace cinco años que desapareció cuando fue a buscar trabajo al centro de Ciudad Juárez y "cinco años se dicen fáciles, pero vivirlos y recorrerlos buscándola por las calles de la ciudad no es fácil, no es fácil seguir en pie, pero siempre he contado con Dios, con el apoyo moral de vecinos y amigos. Porque sigo sin tener una respuesta de las autoridades, sin que haya una línea de investigación".

El mensaje de esta madre a su hija desaparecida, que Anita me permite publicar, dice así:

Buenos días, hija. ¿Donde estás? me urge saber de ti. Tengo tantas cosas que contarte de todo lo que ha pasado en todo este tiempo que no estás con nosotros. 
Por favor, por lo que más quieras, comunícate conmigo, mira que soy tu madre. Espero que no te hayas olvidado que tienes madre porque yo jamás te olvidaré. Aquí estaré esperando por ti tu llamada, tu regreso o lo que sea. 
Ten la seguridad que no te voy a cuestionar, criticar, acusar, juzgar y mucho menos a condenarte. ¿Sabes por qué? porque te aaaamoooo con todo mi ser y mi alma. También, porque tu vida no me pertenece, sólo tú puedes y debes decidir cómo la vives. Yo sólo quiero que me permitas comunicarme contigo, saber de ti. estoy aquí para ti, por ti, cuenta conmigo hoy, mañana y siempre hasta mi muerte y aún más allá de la muerte. 

Jessi te extraño un montón. Dime que estás bien, que eres feliz. Te pido perdón desde lo más profundo de mi corazón por todos los malos momentos que pude haberte hecho pasar mientras estuviste conmigo, por amarte más allá de mi misma, protegerte, cuidarte, acompañarte, guiarte, aconsejarte cuando no me lo pediste, por consentirte, por darte más de lo que tenía. Solamente perdóname. Lo hice pensando en lo mejor para ti. Si me equivoqué, perdón de nuevo. 

Yo fui muy feliz con tu presencia, hija hermosa. Te extraño y añoro tu presencia, sonrisa, el "buenos días" por la mañana, "buenas noches" al dormirte, y el contemplar tu rostro mientras dormías profundamente en tu cama, otras veces entre mis brazos como lo hiciste desde bebita.

Extraño tu voz diciéndome "mami, te amo mil ochocientos mil" y yo contestándote te amo hasta el infinito ida y vuelta". Extraño mi reflejo en tus lindos ojos. Tus besos, tus caricias, tus abrazos de oso queriéndome asfixiar. Me hace falta sentir tu respiro y los latidos de tu corazón muy cerca de mi para saber que estoy viva, que aún respiro, y sentir que mi corazón sigue latiendo. 

Regresa, por favor. Termina con la agonía de no saber de ti. No sé cuánto tiempo más pueda resistir sin ti. Jessi estás en mi corazón, mente, alma, sueño y en mis oraciones las veinticuatro horas del día, los siete días de la semana, los treinta días del mes, los 365 días del año. 
Dios te bendiga, Jesús te acompañe, la Virgen y tu ángel guardián te proteja. 

Quien te ama y te extraña hasta la muerte. TU MAMI. 


@Foto cortesía de Anita Cuéllar
Esta fotografía de Jessica Ivonne Padilla Cuéllar en una oración es una de las muchas ideas con las que su mamá Anita intenta que regrese con vida a sus brazos. Desde hace nueve días, el hogar de Anita se convierte en un encuentro de rezo, a eso de las nueve de la noche. Una veintena de vecinos y amigos se reúnen ante un cuadro de la Virgen de Guadalupe que hay sobre la mesa de la cocina -y en el que se sujeta una foto de Jessi-. Desde Rodeo, en el estado de Durango, la abuela paterna de Jessi, la bisabuela de 95 años y la tatarabuela de 103, participan en el novenario por teléfono. Leen una versión de una plegaria que Anita ha adaptado para su hija desaparecida y después lanzan al universo sus buenas intenciones y peticiones.

Dulce, la más pequeña de las sobrinas de Jessi que hoy se graduó de Kinder,  pinta dibujos de la familia en donde está una Jessi sonriente, como la imagina esta niña que tenía seis meses de edad cuando su tía desapareció. Convive con ella hasta en la recámara donde duerme en la parte inferior de una litera, con sus otros tres hermanos. La camita de la parte superior, que nadie la ocupa desde hace cinco años, es la de Jessi y sus peluches.

El novenario previo al quinto aniversario de la desaparición de la hija de Anita -que comenzó el 29 de junio- culminó en la tarde del 7 de julio con una misa íntima, en la parroquia cercana a su casita.

"Para mí fue un día, dentro de todo, que me dio alegría. El estar en oración nueve días me generó paz.
Yo estoy enamorada de la vida. He tenido lo que he querido tener. La ausencia de mi hija está en manos de Dios. Es aceptar que no puedo hacer más, si yo supiera dónde está... Tengo que estar bien, para estar de pie. El amor de madre, el amor a la vida, me tiene de pie, y no me puedo renegar de la vida. La vida me dio lo más bonito que la vida me puede dar: mis hijos. Amo el sol, lo que toco, amo la vida. Esa vida está dentro de mi persona".

Jessica Ivonne Padilla Cuéllar estudiaba el cuarto semestre de la preparatoria en la escuela Río Grande, en la colonia El Granjero. Cuando desapareció un 7 de julio del 2011, a 16 años de edad, soñaba con ser médico.

COPYRIGHT © 2016 CIUDAD JUÁREZ, EN LA SOMBRA DEL NARCOTRÁFICO- ALL RIGHTS RESERVED