martes, 17 de enero de 2012

Identificar prendas de cadáveres: para saber si son las de tu hija desaparecida



















Un carrito metálico con ropa sucia: detrás de un vidrio. Quince minutos de pantalones azules de mezclilla, tanga roja y bolsa beis. Tenis de rallitas azules, dos sostenes. Lápiz de ojos. Perfume color rojo: olor a muerto.

Ella se acerca: con temor. Suspira: no son de su hija. Otro carrito: tampoco.

Se levantó antes del amanecer: sin haber dormido. Había tomado la decisión: ir a identificar prendas de dos mujeres asesinadas que quizá puedan ser las de su hija: desaparecida hace seis meses en la zona centro de Ciudad Juárez. Ahora se enfrenta a encontrarla en el Servicio Médico Forense (Semefo) o seguir buscándola.

"A veces hay momentos que digo que para descansar de este dolor, de esta angustia, de pensar que la están tratando mal, haciendo sufrir.... pero yo le pido a Dios que no sea mía", me comenta Lucy, mamá de Nancy Navarro que desapareció el 13 de julio del 2011 a los 18 años de edad.

Tomó los 48 pesos que había apartado del mandado para poder tomar las ruteras que le llevarían hasta su objetivo, a unos 15 minutos en carro de su casita, a unas dos horas en ese transporte público que casi no existe en Juaritos.

Entró al Semefo: donde "huele feo". Le acompaña otra madre de una joven desaparecida y un padre de otra muchachita. Van a averiguar lo que no quieren o lo que sí: cuando el dolor de la espera comienza a matarlos, poco a poco.

Con ellos, tres psicólogos para "prepararlos" para enfrentarse a la identificación de los cadáveres: les dicen (rapidito) que el ver una prenda que sea de sus hijas no quiere decir que sean sus hijas.

El carrito pasa. Detrás del vidrio. Se repite la acción. Las prendas no son de sus hijas. Comienza la reflexión que duele: "no puedo creer que esté viviendo esto, que tenga que andar en eso por el simple hecho que no las busquen".

Al finalizar el proceso de identificación, los psicólogos le recomiendan que con sus manos se haga una limpia de la cabeza a los pies para "quitar la mala vibra".

De nuevo, la rutera: el regreso a la casita. A la espera que mata. Observa que en la colonia donde vive están juntando despensa para los indígenas rarámuris en la Sierra Tarahumara, tras la negación de las autoridades de que se estén suicidando por no tener qué comer. Y Lucy colabora con la única bolsa de arroz que le quedaba, unos frijolitos y algo de avena. Comparte tras quedarse desempleada de una fábrica maquiladora porque piensa en su Nancita: "yo aquí con mi dolor de no saber dónde está mi hija, yo no sé si coma o no. Es muy feo no saber si la gente le da de comer".

4 comentarios:

  1. Entonces no ha cambiado nada...todavía desaparecen mujeres y las autoridades se quedan de brazos cruzados...cuándo se va a hacer justicia? cuándo se acabará todo esto?

    soy una estudiante italiana, hubiera podido ser una de 'las muertas de juárez' pero mi país no tiene idea de lo que pasa ahi..estoy escribiendo mi tesis sobre esto..ojalá sirva de algo...

    NI UNA MÁS

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  2. Hola Judith, tus relatos me alientan a superar los problemas de la vida con naturalidad. Debo reconocer que la realidad de Ciudad Juarez es terrible, pero que bueno que estes tu para darle voz a todas estas personas.

    Un fuerte abrazo! y cuidate mucho

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  3. Tengo una hija de que cumple veinte años en abril, la pequeña tiene dieciseis, mi preocupación es que sigan sacando buenas notas para relizar una carrera y que tengan salud.
    Ni siquiera me preocupa su trabajo en el futuro, si ellas quieren trabajaran conmigo.
    Doy gracias a dios por la suerte que tengo y procuro no quejarme por tonterias, pero sobre todo intento ponerme en el lugar de esas madres, abuelas, padres, que cada día se levantan con la plena conciencia de que cualquier día,en cualquier momento la desgracia puede cernirse sobre ellos solo por el hecho de haber nacido en un pais por otra parte tan bonito y con una cultura tan rica como la suya.
    Ellos llevan una vida de lo más normal que pueden y crean hogar día a día manteniendo en todo momento la ilusión y la esperanza de que las cosas cambien. No me imagino a esa madre que se levanta un día con una hija y se acuesta "sin saber de ella".
    El dolor, la angustía, el miedo, el desgarro de no saber...
    -Dios mio, ¿que le estarán haciendo, qué dolor estará pasando?.
    Y aún así siempre es mejor pensar que esté viva, pues al fin y al cabo se sale de todo menos de la muerte. Pero ¿sería capaz de soportar años así? visitando callejuelas, recibiendo noticias falsas, identificando cuerpos, y sintiendo constantemente la culpa de desearla viva a pesar de dormir entre lagirmas imaginando su infierno, lo peor es que se que la mayoría nunca aparecen, soy española y gallega de zona de mar, incluso este (el mar) cuando se lleva a nuestros marineros tiene más clemencia, nos los devuelve y si no al menos sabemos que se ha muerto ahogado aunque conservemos un resquicio de esperanza...
    Sabemos que si murio sufrió ese rato más o menos largo y ya está (no le resto importancia porque tambien es muy doloroso) en cambio estas madres no saben el alcance del sufrimiento de sus hijas y la imaginación las daña día a día con el terror de que esta se quede corta.,
    Perdón por lo largo de mi escrito, pero es que leo siempre este blog y muchas veces no tengo fuerzas para escribir, pues pienso que no va a servir de nada, otras necesito creer que es una forma de decir, estoy aquí, estoy con vosotros mis hermanos y como yo hay mucha gente solo que no sabemos como ayudar.

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  4. Alondra soy la mamá de Nancy Navarro, Judith me acaba de leer su comentario, no tenemos computadora, y lo único que puedo decir es gracias por esas palabras tan bonitas. Por nuestros hijos y mi nieta que nos da esas palabras tan bonitas seguimos en pie, porque sabemos que hay gentes que no es indiferente para nosotros. Gracias y que Dios la bendiga y gracias por pensar así y no ser indiferente a esta situación de nosotros.

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