Ana vela a su hija Beatriz Alejandra Hernández Trejo en su casita |
A un costado del cuartito de bloque donde se vela a Beatriz Alejandra Hernández Trejo hay un hueco para una puerta que se cubre con un plástico duro que intenta esquivar el frío intenso de estos días. Y un ataúd blanco: dos huesos, de unos ocho y cinco centímetros. En una cajita de cartón. Envueltos en una bolsa de papel, como las que se utilizan para envolver el tradicional pan dulce mexicano.
Es lo que queda de Beatriz Alejandra Hernández Trejo, desaparecida en el centro de Juárez el 27 de abril de 2010, a los 20 años de edad, cuando se dirigía a un entrenamiento laboral. Sus restos se entregaron a Ana, su mamá, en el anonimato del domingo: sin que la Fiscalía anunciara el hallazgo como lo hace cuando se encuentra a una joven que se fue por su propia voluntad. Quedan sus huesos y sus dos niños: Irving Alberto, de 6 años y Kevin Alejandro, de 4.
"Nunca esperé que me entreguen a mi hija en pedazos. Yo quería a mi hija viva, completa", me dice Ana María Trejo, de 42 años y madre de tres hijas.
"Lo único que me están entregando son dos huesos, nada más... Una parte del fémur y otra de la cadera. El resto no lo han encontrado. Yo lo único que le pido a las autoridades es que no desaparezcan nuestras hijas. Se busquen vivas a las desaparecidas. Que se haga justicia. No es justo que estemos pasando esto, no es justo que le hagan lo mismo a otras mamás".
Los huesitos de Beatriz Alejandra Hernández Trejo permanecían en el Semefo (Servicio Médico Forense) desde hace casi un año, desde el 20 de enero de 2012, que se hallaron junto a otros restos de mujeres -que desaparecieron en el centro de Juárez- en el militarizado Valle de Juárez. Mientras Ana, su madre, la seguía buscando e intentaba tranquilizar a los niños de su hija por su ausencia.
"Les había dicho que su mamá andaba trabajando y que iba a conseguir dinero para venir a vernos y para estar con ellos. Eso fue lo que mis niños siempre supieron, ellos estaban con la ilusión de volver a ver a su mamá. Para mí estos tres años han sido muy difíciles, estarles explicando a mis niños... "
Como para otros niños. Según una fuente, 138 cuerpos de mujeres permanecen en el Semefo sin que se hayan entregado a sus familiares.
El atáud de Beatriz Alejandra surge en un cuarto desolado sin flores: un hogar donde hay que elegir entre comer todos los días o tener leña para calentarse. Es una casita situada en una calle sin pavimento, de arena, de la colonia Granjas de Chapultepec. Aquí se vela a esta joven con mucho amor, solidaridad. Con lo mejor del ser humano en la atrocidad de despedir a un hija desaparecida convertida en huesos.
Son ellas. Las mamás de desaparecidas y víctimas de feminicidio que no dejan que otras se derrumben. Están acompañando a Ana, la mamá de Fabiola Janeth Valenzuela Banda, de 19 años, que enterró a su hija hace un año.
La mamá de Jessica Leticia Peña, de 15, que dejó de protestar con el ataúd de su hija en la Fiscalía cuando el gobernador César Duarte le prometió en febrero del 2012 todo lo que no ha cumplido.
Están las mamás de Cinthia Jocabeth Castañeda, desaparecida a los 13 años de edad, la de Janira Fraire, Paula Janeth Soto Betancourt, Gabriela Espinoza Ibarra, Brenda Ivonne Ponce Sáenz, Jazmín Ibarra Apodaca, Claudia Antonia Nuñez, entre otras.
Todas han llegado a la casita tras varias horas en las pésimas ruteras de la ciudad, el único transporte público, algunas dejando a sus hijos encargados con vecinas y empleando los últimos pesos que les quedaban. Unas reviven el dolor de sus pérdidas. Otras, ruegan al universo que las suyas no terminen como las hasta ahora aparecidas en veinte años de feminicidios en Juárez.
"Estamos viviendo la misma situación, yo no espero estar así como ella, yo quiero verla viva de nuevo", me comenta María de los Angeles, mamá de Janira Frayre Jáquez, desaparecida a los 15 años de edad el 16 de junio de 2010 en la zona centro, y de dos niñas más.
"Me da miedo el saber que quizá me suceda lo mismo y yo siempre pido a Dios que me de fuerzas para poder afrontar a lo que sigue. Entiendo a Ana, en la situación en la que ella está ahorita y no quiero vivir eso. Espero que nunca me vaya a pasar. Prefiero vivir con la esperanza de que la voy a ver", añade.
El martes, Beatriz Alejandra Hernández Trejo será enterrada en la más estricta intimidad por deseo de la familia. Poco antes, las mamás tienen agendada una reunión con el secretario del gobernador de Chihuahua para pedir reunirse con el gobernador y mostrarle que "no se han cumplido sus promesas". En ese momento, Ana Trejo comenzará otra lucha:
"Yo no me voy a quedar tranquila hasta que encontremos a los responsables, hasta que no se haga justicia".
Y todas las mamás, le seguirán. En lo que decidan para presionar a que las autoridades hagan su chamba, ni más ni menos.
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