Sueños pegados en un sofá. Cubiertos de plástico y escritos a mano en un papel: "Ser una buena mamá. Salir adelante por mí misma. Ser una gran estilista...". Encabezados de su edad y nombre: Brenda Berenice "Bere" Castillo García, 17 años. Tres fotos: dos de ella y otra más de su Kevin Gustavo, al que dejó de amamantar cuando el pequeño tenía un mes de edad y ella desapareció: un 6 de enero de 2009. Hace unas horas, Bertha la mamá de Bere supo que los sueños de su hija trazados en un papel nunca se cumplirán:
"Me hablaron para darme el informe. Vinieron de Atención a Víctimas de la Fiscalía. Me van a entregar parte de su cráneo, nada más. Nunca lo esperas así, yo la esperaba de otro modo a mi hija: viva como todas las mamás y no muertas. ¿Por qué hasta ahorita (me la entregan)? desde hace más de un año están los restos, en marzo del año pasado identifiqué prendas".
"Yo pienso que la justicia no trabaja. Si ellos piensan callarme con lo que me están dando están muy equivocados porque voy a seguir y me dieron más pilas. Dios quiera que esto que me estén entregando no sea mi hija. Voy a recibirlo y luchar para que no siga pasando lo que esté pasando con las niñas".
La mamá de Bere, habla con la voz firme que se entrecorta con los recuerdos. Esta mujer nacida en Torreón, Coahuila, hace 45 años que emigró de niña a Ciudad Juárez lo que tiene es "coraje. Yo les dí pruebas, por qué no reaccionaron en su momento".
Desde el viernes comenzó el terror para estas mamás que no saben dónde están sus hijas. Las autoridades tenían resultados de unos exámenes de ADN -realizados en colaboración con el laboratorio estadounidense BODE Technology- que habían realizado a huesos que encontraron en el Arroyo del Navajo, en el Valle de Juárez, y fueron avisando a los familiares de las desaparecidas que habían dado positivo.
A Bertha Alicia García le comunicaron, al comenzar la tarde del lunes 3 de junio de 2013, que parte de su hija Brenda Berenice Castillo había sido encontrada en esqueleto hace más de un año y cuatro meses, el 28 de febrero de 2012. Las mamás de Yanira Fraire Jáquez y Marisela Ávila Hernández recibieron la misma noticia. Al parecer, los huesos de las tres jóvenes de 17, 15 y 22 años respectivamente, estaban juntos.
Cecilia, la mamá de Virginia Elizabeth Domínguez Amador, a la que el viernes le avisaron que le entregarán "un pedazo de cráneo, los brazos sin manos, las piernas sin pies, la mandíbula", duda que esos restos sean los de su hija: "no me presentaron el examen de ADN".
Las mamás de Idalí Juache Laguna y María Guadalupe Pérez Montes -que se negaron a aceptar el primer examen de ADN como válido- volvieron a rechazar los resultados oficiales de la Fiscalía Especializada en Atención a Mujeres Víctimas del Delito por Razones de Género, debido a la desconfianza que tienen a las instituciones oficiales del Estado de Chihuahua, al que pertenece Ciudad Juárez. Esperarán a que un reconocido equipo independiente de antropólogas argentinas, con el que han contactado, realice su dictamen.
A otras, como la mamá de Jessica Leticia Peña, les avisaron que tenían un hueso más de su hija que fue enterrada hace un año y cuatro meses: http://juarezenlasombra.blogspot.com/2013/05/un-hueso-mas-de-su-hija-jessica-leticia.html
Como Mari, las madres de Jessica Terrazas Ortega y Lizbeth Avilés García que tuvieron que enfrentarse de nuevo a pensar qué hacer con los nuevos restos identificados de sus hijas y si tendrán más.
Desde hace cinco años, desaparecen chavitas y niñas en el centro de Juárez, en plena luz del día, la mayoría de ellas cuando van a buscar trabajo, y al menos 23 de ellas -que han sido identificadas- van apareciendo (en huesos) desde hace un año en una misma zona del Valle de Juárez, llamada Arroyo del Navajo, a unos 35 kilómetros de la ciudad.
Las autoridades no han explicado cómo estas jóvenes -algunas de ellas menores de edad- que no se conocían entre ellas antes de desaparecer acabaron juntas en esqueleto en una de las zonas militarizadas de la región, desde la llamada guerra contra el narcotráfico del ahora ex presidente Felipe Calderón.
La cifra de desaparecidas encontradas en la misma área puede ascender a muchas más. Oficialmente, hay "67 restos óseos que se mandaron a analizar y están en espera de que sean valorados e identificados", asegura el vocero de la Fiscalía, Carlos González.
Una fuente, que prefiere mantener el anonimato por su seguridad, asegura que la cifra actual de desaparecidas encontradas en esqueleto es superior a cien y que se entregarán a sus familias poco a poco.
Otras siguen desapareciendo en las mismas zonas como hace veinte años, al salir de su trabajo en una fábrica maquiladora y enfrentarse a regresar a su hogar en la noche, por terrenos baldíos, sin alumbrado público. Como Leticia García Leal, desaparecida a los 22 años, hace año y medio, el 17 de noviembre del 2011 al salir de la maquiladora Río Bravo Eléctricos. De ella, no hay ninguna pista.
Brenda Berenice Castillo tenía 17 años de edad cuando salió de su casa un 6 de enero de hace cuatro años rumbo hacia la joyería Soto, que colinda con el Mercado Juárez, en la zona centro. Aunque su mamá dice que la va a enterrar, las dudas son muchas. No entiende por qué si la encontraron en febrero del pasado año por qué la Procuraduría General de la República (PGR) atrajo el caso este mes de enero, para que se iniciara una búsqueda en Estados Unidos, tras confirmar que apareció el 18 de mayo del 2011 en un programa de televisión emitido en California.
A Bertha, la mamá de Brenda Berenice, le gustaría dar a las autoridades " las gracias por el trabajo que hicieron y espero que lo hagan un poco mejor, porque esto que hicieron no me sirvió para nada. Me duele hasta el alma y voy a seguir luchando por mi hija, no me voy a caer y me voy a levantar".
***ACTUALIZACION:
Bertha Alicia, una de las mamás de desaparecidas más activas en la lucha pública por encontrar a su hija viva, con el ataúd de su Brenda Berenice Castillo, acampañada de mamás de desaparecidas. |
Es rosa: el ataúd con los huesos de Brenda Berenice Castillo. Su color preferido. Llega a la casa donde vive temporalmente la familia de esta nueva víctima de feminicidio, que pertenece a una activista que tuvo que huir a Estados Unidos. Para velarlo, en el patio.
El sábado 8 de junio será su entierro en el panteón para los más pobres, el San Rafael. Su hijo Kevin, de 4 años, no sabe que su mamá fue asesinada. Para él "está dormida", acompañada del vestido de quinceañera que estrenó dos años antes de desaparecer y de treinta píolines (muñecos de peluche) que coleccionaba.
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