miércoles, 20 de noviembre de 2013

¿Dónde están los huesos que le mostraron de su hija desaparecida y víctima de feminicidio Jessica Leticia Peña?



Contó los huesos. Uno por uno. Le faltaban cinco. Miró la dentadura y gritó. No era su hija. Ni lo que quedaba de ella. A Mari García le mostraron 26 huesitos el día que identificaron a su Jessica Leticia Peña García, desaparecida  a los 15 años de edad el 31 de mayo de 2010: "el cráneo sólo tenía un cachito, la dentadura no era, la de mi Jessi era muy bonita":
http://juarezenlasombra.blogspot.mx/2012/02/un-ataud-en-la-fiscalia-con-los-huesos.html

Primera exhumación: es 14 de agosto del 2013. Y lo que Mari García sospechaba, se cumple. Los huesos que enterró hace un año y medio no eran los que ahora le muestran en un féretro enterrado en la arena del desierto.
Pensaba añadir un trocito de huesito que las autoridades le notificaron este mes de mayo que también era de su niña asesinada: http://juarezenlasombra.blogspot.com/2013/05/un-hueso-mas-de-su-hija-jessica-leticia.html
Pero este hueso fue entregado en julio y por confusión a María Jáquez, la mamá de Yanira Fraire, y los restos de Yanira, de también 15 años, fueron incinerados por deseo de la mamá de Jessica Leticia, que pensaba que era el huesito que le notificaron en mayo y que rezaba en una urna las cenizas de otra desaparecida pensando que eran las de su hija: http://juarezenlasombra.blogspot.com/2013/07/todo-para-poder-enterrar-su-hija-yanira.html

La mamá de Jessica Leticia pensó que por fin estaba a punto de enterrar otro hueso más de su hija Jessica Leticia, pero sintió ese instinto que sólo sienten las mamás. Que lo que finalmente se enterró en aquel ataúd -que estaban a punto de abrir para añadir otro hueso- no era su hija. Y exigió ver todos los huesos: tampoco esa tumba que rezaba,  ahorrando dinero para tomar varias rutas y arriesgando su vida caminando por calles sin pavimentar ni alumbrado público, era su hija.

Desde que comprobó que lo que enterró no era su pequeña desaparecida a los 15 años de edad, Mari se ha ido derrumbando. La misma mujer que con aquel ataúd blanco -que creyó tener los restos de su hija- que se plantó delante de la Fiscalía para pedir justicia, hoy no se reconoce, entre pastillas para luchar contra la tortura latente de no saber no sólo quién desapareció y mató a su hija, sino de saber que había estado rezando un féretro y, después, unas cenizas que no pertenecían a su hija.

Ahora, que ya han pasado tres meses de la primera exhumación, puede conversar. Acaba de exhumar de nuevo los huesos y está más tranquila. Quizá porque se comprobó lo que su instinto sintió: que esos huesos no son de su hija, según los resultados genéticos.

Hace tres semanas, que la mamá de Jessica Leticia Peña va viendo un poco la luz.  Siente que está más cerca de su hija: en huesos. Parece ser que los restos de su pequeña -que ella reconoció antes de ser enterrada, por esa dentadura perfecta- están enterrados en el estado de Durango. Las autoridades le afirman que fue sepultada en lugar de Lizbeth Avilés García, de 17 años. Y piensa en su mamá, en el laberinto impune de huesos e incógnitas: de tortura prolongada que se enfrentará a vivir.

2 comentarios:

  1. Entiendo el dolor de esa madre. Mi madre y otras esposas y madres de detenidos-desaparecidos, sufrieron el escarnio de recibir huesos,que en definitiva eran de perros grandes...Los asesinos están siempre cerca,aún cuando no se vistan con los uniformes institucionales...

    ResponderEliminar
  2. Esta crónica me recuerda a los 43 estudiantes desaparecidos en Ayotzinapa. A los padres se les ha dado una versión de cenizas y huesos que no pertenecen a sus hijos desaparecidos. noviembre 2014 y México continúa en Estado de terrorismo de norte a sur.

    ResponderEliminar