martes, 30 de marzo de 2010

Aniversarios que matan: dos meses sin ellos, sin 15, sin trabajo, con más muertos

 @Judithtorrea
Esta mañana Patricia -la hermana mayor de Luz María Dávila- se levantó pronto: no podía dormir. Hoy hace dos meses, el 30 de enero, que sus dos sobrinos Marcos y José Luis Dávila, de 19 y 17 años fueron asesinados en la masacre estudiantil de la colonia Villas de Salvárcar.

A esta hora, Patricia suele acostarse: hace más de 11 años que trabaja en el turno de noche en una fábrica maquiladora de Ciudad Juárez, de capital estadounidense, que realiza cartuchos de información para bancos. Lo hizo hasta hace una semana, que la liquidaron a los pocos días de regresar de la Ciudad de México donde había participado en dos foros y varios programas de televisión y radio para denunciar los más de 5 mil asesinatos en una Ciudad Juárez militarizada desde que comenzó la llamada guerra contra el narcotráfico.

Patricia volvió de sus encuentros con autoridades -donde denunció que temía por su vida- con la seguridad de tres policías federales, que comenzaron a acompañarla al trabajo, a todas sus salidas. Pero a estos, al parecer, no les gustaba trabajar de noche. "Y un día llamaron de gobernación a la maquila para que me cambiaran de turno y mejor me liquidaron", explica Patricia, que ha comenzado a sufrir una depresión que todavía no la calla.

"Han pasado dos meses (de la masacre estudiantil) y las cosas están peor en Ciudad Juárez. La situación está más crítica, está mañana mataron a cinco, ayer a 15... y cada día que pasa nos estamos desilusionando más de nuestras autoridades y gobierno", añade.

Patricia Dávila ha convertido sus noches de insomnio en textos. Los escribe con lápiz y papel en un cuaderno. El martes 30 de marzo, a eso de las 6 de la mañana, escribió este que intenta suavizar el dolor de su hermana, de todas las madres de Salvárcar, para intentar comprender las ausencias que matan. A los vivos.
Este es el diálogo -me dice- en algún lugar del universo, entre sus sobrinos: Marcos que murió al instante, a eso de las 11, 45 de la noche, y José Luis que falleció al día siguiente en el hospital que se encuentra detrás de su casa y al que fue llevado por sus padres, que pudieron recoger con sus brazos a otros dos vecinos acribillados a unos metros de su hogar.
Las autoridades, según testigos, tardaron más de una hora en llegar (de la estación de policía que está a unos cinco minutos) y las ambulancias, hora y media. Los asientos de atrás del coche todavía tienen huellas de sangre cubiertas por una manta.

Este es el texto. Y Patricia lo leyó esta tarde en una misa funeral. En el mismo lugar donde ocurrió la matanza, enfrente de aquellas tres casas. Lo hizo acompañada de su hermana Luz María y de otras madres de la misma calle que todavía no han huído. También, estaba Erwing, en silla de ruedas, sin dejar de llorar. El es uno de los chicos de aquella fiesta de cumpleaños que salió herido. El esposo de Luz María se quedó en la cama. Intentando olvidar.

Pero no es fácil en una ciudad donde los asesinados se disparan con los días: en este mes de marzo, 236 (28 mujeres, una niña de 18 meses y su madre de 17), en los tres primeros meses del 2010, 626 (53 mujeres). El pasado año: 2.754 y en el 2008, 1.623 ejecutados. Son los muertos desde que comenzó la llamada guerra contra el narcotráfico del presidente Calderón en la cuna del Cártel de Juárez, del paso de la cocaína colombiana a los consumidores estadounidenses, que la consumen en paz.
Las autoridades locales, estatales y presidenciales parecen vivir en otro mundo. "El Ejército ha hecho un excelente trabajo en el municipio, ya que ha logrado contener los índices delictivos como el robo de bancos y autos", afirma José Reyes Ferriz, el alcalde de Ciudad Juárez que vive en El Paso, Tejas.
Y muchos juarenes no saben qué hacer si llorar o reír de impotencia.

La foto que hoy comparto con vosotros es desde hace dos meses, en el Panteón San Rafael, del entierro de 8 estudiantes de los 15 masacrados. Quizá uno de los momentos más duros que he vivido en estos últimos meses. Ahí, no hay sangre ni personas recién convertidas en cadáveres ni sientes la fugacidad de la vida en medio de un tiroteo en una de las calles principales de la ciudad. Sólo hay niños enterrando a niños, como si el futuro se transformara en muerte. Los cementerios se han convertido ahora en los lugares de reunión en la ciudad de la muerte constante.

Y la escritura es para Patricia su vómito de justicia para seguir viva:

"-Amigo, ya es muy tarde, mi mama ya de estar enojada, nos dijo que llegáramos a las 11 y ya son la 1 de la mañana. Mira, mi carnal, ya no está, ya a de estar en la casa y siempre andamos juntos.

-Mira, que pasa, por qué todos están dormidos, ?por qué?

De pronto, alguien entra, es un personaje vestido de blanco, y nos dice: ?qué les sucede, por qué tanta desesperación? y ellos exclaman, es que nuestros padres....
Y el contesta: no se angustien, ahora estarán mejor protegidos. Yo les voy a cuidar, confien en mi, yo soy amor y verdad.

-!Pero mi hermano...!, dice Marcos.

- Va a venir, no te desesperes. Está (en el hospital) preparando a sus padres para que acepten que ustedes acepten que deben de estar juntos, y que conmigo estarán seguros, y mañana vendrá y no se volverán a separar.

-?Quieres decir que no volveremos a ver a nuestros padres? claro que los van a volver a ver, pero no en este momento. Ande, deme su mano... y de pronto, los demás estudiantes se levantaron y nos miraron.

-?Qué paso, qué hora son, nos quedamos dormidos.. Ya es tarde.. y usted quién es?...
-Yo soy quien más los ama, y a partir de ahora los voy a cuidar con todo mi amor, y nada les faltará. Síganme a un lugar muy hermoso, adonde van a morar a partir de hoy.

-?Y nuestros padres familiares y amigos?
El les responde: ellos lo entenderán y les prometo que algún día yo les voy a invitar y estarán con ustedes nuevamente.

Marcos, insiste, ?y mi hermano?

El personaje sonríe y le dice: lo verás, él estará contigo y nunca se volverán a separar porque al igual que tus compañeros son buenos y dignos de estar a mi lado, y estarán muy contentos.

-Oye, qué padre se siente, cómo si camináramos entre espuman entre las nubes, dicen los estudiantes masacrados.

-Hijos de mi corazón, están en el paraíso. Se lo han ganado, por ser hijos buenos y ejemplares, Dios los estaba esperando.

-Mira, alguien viene, dicen los jóvenes.

-Esperen, yo iré a su encuentro. Y al llegar, mira hijo lo sabía es Luis y tus padres lo entenderán. Porque ellos hicieron que fueran muy unidos y lo estarán siempre y no estarán solos porque aquí estarán sus amigos.

Luis dice: "oye, carnal, estaba triste porque de repente me perdí y no te encontraba y ahora que estoy aquí contigo siento una tranquilidad y una emoción inexplicable.

Y los dos hermanos miran hacia la tierra para enviar un mensaje a sus padres: "queremos que estén tranquilos y no lloren, aquí hay una persona que nos cuida y es muy buena, nos sentimos tan protegidos, y habla tan hermoso como si fuera Dios. Cúidese mucho, los amamos.


Patricia lo lee. Sin que su voz se quiebre. Las madres le abrazan. La vida sigue: un nuevo muerto en Ciudad Juárez, en esta hora de misa.

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sábado, 27 de marzo de 2010

Una madre buscando justicia, otra buscando a una hija: dos años de la guerra contra el narco



Es sábado, el día en que se cumplen dos años de la Operación Coordinada Chihuahua (el nombre local para la llamada guerra contra el narcotráfico del presidente de México Felipe Calderón en el estado de Chihuahua, donde se encuentra Ciudad Juárez).

Y Olga Esparza, la mamá de la universitaria Mónica Alanis Esparza, celebra su propio aniversario. El primero. De agonía constante. El de la desaparición de su hija de 18 años un 26 de marzo del 2009. Lo hace en un prostíbulo de la Ciudad de México adonde ha acudido siguiendo una falsa alarma.

Olga Esparza, que trabaja en una guardería cuidando niños, pidió unos días de descanso para ir hasta la Ciudad de México donde le habían dicho que estaba su hija: según la Procuraduría, que tomó con más fuerza el caso tras las palabras que esta madre le dijo a Margarita Zavala, la esposa del presidente Calderón el 12 de febrero, en su primera visita a Ciudad Juárez tras la masacre estudiantil de 15 personas en la colonia obrera Villas de Salvárcar.

"Me siento bien", me dice Olga, la mamá de Mónica Janeth Alanis. "Tenía esperanza de encontrarla pero gracias a Dios que no estaba en un prostíbulo. Y ahora, qué sigue?".

Es sábado en Juaritos. Y Luz María Dávila, la madre de Marcos y José Luis Piña Dávila, de 19 y 17 años de edad piensa que en tres días se cumplirán dos meses sin sus hijos. Asesinados en la matanza de Salvárcar, a unas 8 casas de su hogar. Acaba de regresar de rezar el rosario en una de las casas de otro universitario asesinado.

Ayer fueron ejecutadas 10 personas en Ciudad Juárez. Hoy, 27 de marzo, vamos, por ahora, 6.
Más de 5 mil asesinados: 1.623 en el 2008, 2.754 en el 2009 y 575 más hasta hoy. Con sus 10 mil niños huérfanos. En una ciudad con ahora 7.600 fuerzas federales (5 mil soldados y 2 mil 600 policías federales, según datos oficiales). En dos años.

Luz María Dávila prepara la celebración del segundo mes sin sus dos únicos hijos asesinados el pasado 30 de enero. El martes, después de salir de su chamba en una fábrica maquiladora, llegará al parque de la colonia para unirse en una misa con las familias de los asesinados que todavía no han huído de Ciudad Juárez.
"No es fácil, por las tardes es muy duro. Ahora sólo quiero justicia para mis niños, para todos, para Ciudad Juárez", afirma Luz María Dávila, madre Marcos y Jose Luis Piña, de 19 y 17 años respectivamente.

Estoy releyendo mis reportajes de hace 12 años, cuando comencé a reportar la realidad de Ciudad Juárez. Ahí los expertos y activistas anunciaban, de alguna manera, el horror que se vive ahora. Eso sí, no hablaban de un nuevo ingrediente, una llamada guerra contra el narcotráfico como la que existe ahora. Decían que si no se lucha contra la impunidad, la corrupción y no se da un futuro a los jóvenes, Ciudad Juárez era una bomba a punto de explotar.

Una de las personas que me lo comentó fue el abogado Sergio Dante Almaraz, un Don Quijote de Ciudad Juárez, no sólo porque su despacho estaba lleno de recuerdos de este personaje literario, sino que poseía la locura soñadora de seguir luchando por lo que creía justo a pesar de las amenazas de muerte. Pensé que sería bueno volverle a preguntarle sobre la actualidad que se vive en Juaritos. Pero ya no puedo: A Dante Almaraz lo asesinaron el 25 de enero del 2006, como antes a su compañero de lucha, Mario Escobedo Anaya, que defendían, gratis, a los dos chivos expiatorios acusados del asesinato de las ocho mujeres encontradas en el campo algodonero: El Cerrillo y La Foca. Nunca se supo quién los mató.

Quien también me lo comentó fue el criminólogo Oscar Máynez -quien fuera jefe de periciales y medicina legal en Ciudad Juárez por año y medio, hasta el 2 de enero de 2002- formado en México y Estados Unidos. Y aunque renunció a su trabajo -al parecer porque se negó a plantar evidencia falsa para convertir al Cerillo y La Foca en culpables- es profesor de criminología en la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez. Así que lo molesté un ratito y le hice estas preguntas:

-PREGUNTA: En Ciudad Juárez la ciudadanía tiene la percepción que la lucha contra el narcotráfico ha fracasado. ?Qué es lo que se debe de hacer, que no se ha hecho, para luchar contra el narcotráfico?

-RESPUESTA: El crimen organizado y la corrupción oficial van de la mano. Y al parecer, el gobierno mexicano no se ha esforzado para evitar controlar el lavado de dinero, la ausencia de un estado de derecho, la impunidad, la violación de derechos humanos y demás factores que surgen de un sistema de gobierno corrupto, que fortalece a los grupos criminales organizados.

-P: El Ciudad Juárez el reto está ahora en sobrevivir un día más, una hora más. Lo dicen las cifras oficiales de muertos, de 116 mil casas abandonadas y 10 mil negocios cerrados. ?Qué se puede hacer para acabar con este horror?

-R: La situación de Juárez requiere estrategias policíacas efectivas. No se entiende cómo después de haber invertido bastantes recursos y haber movilizado miles de policías y militares, la situación sólo haya empeorado. A largo plazo es imperativo que se establezca -por primera vez en la historia de México - un auténtico estado de derecho, que necesariamente repercutirá e los niveles de corrupción e impunidad.
Desgraciadamente ninguna de las acciones hasta ahora implementadas por el gobierno mexicano hacen pensar que se estén afectando a los intereses y la estructura de los grupos criminales.

-P:En este clima de violencia extrema, donde parece que el horror del feminicidio se ha "democratizado" a toda la sociedad, se cumplió ayer viernes un año de la desaparición de Mónica Alanis Esparza. ?Por qué siguen desapareciendo?

-R: En los veinte años que surgió este problema, el estado mexicano no ha hecho nada en serio para confortarlo. Por lo tanto, no debe sorprendernos que sigan desapareciendo.

Espero que dentro de 12 años no tenga que hacer de nuevo estas preguntas. Ni recibir estas respuestas. Aunque por otra parte sí. Significará que seguiré viva.

Y Olga Esparza, la mamá de Mónica Janeth Alanis, se despide con un: "Si sabe cualquier cosa, yo le agradezco que me llame".

El mismo ruego que me hizo hace 11 meses, cuando la entrevisté, al mes de desaparecer su hija.

Al cierre de esta nueva entrada no se recibió ni una respuesta oficial de la Operación Coordinada Chihuahua, liderada por el general Felipe de Jesús Espitia.

miércoles, 24 de marzo de 2010

Soldados agreden a camarógrafo por hacer su chamba y le amenazan con cargarlo de droga para exhibirlo en el cuartel militar


OPINION/ Vean este vídeo y después, sigamos platicando, mis geniales lectores.


El protagonista es mi colega y compadre (cuyo nombre no se lo puedo decir porque teme por su vida). Todo un profesional en esto del reporterismo gráfico del Canal 44 de Ciudad Juárez. Las voces que escuchan son de los soldados, a los que nos les gustó que mi colega llegara en el momento en que estaban subiendo a un chavo a una de las dos trocas de los soldados, según ellos porque el chico era un narcotráficante. En la colonia Héroes de la Revolución, a eso de las 6 de la tarde, donde acudió por una falsa alarma de que había un asesinado.

A mí me queda una duda: si los soldados hacen esto con nosotros, los reporteros ?qué no harán con la población civil de mi querida Juaritos, que no tiene la posibilidad ni los medios de denunciar, de gritar justicia y de ser escuchados?
No es la primera vez. Y cada vez su tono va subiendo. Como el domingo en la ciudad de Chihuahua, que un soldado encañonó a un fotógrafo y éste le sacó una foto que da miedo.

Díganme, díganme qué piensan.

Sí, claro. Sabemos de sus asesinatos, Ejército mexicano. De sus torturas para convertir a inocentes en culpables. De sus violaciones a los derechos humanos. De incluso sus robos de celulares, dinero, lo que encuentren, en algunos de los retenes constantes en esta ciudad militarizada. Todo desde que llegaron hace dos años a Juaritos con la llamada guerra contra el narcotráfico del presidente de México Felipe Calderón. Y con su llegada los muertos se dispararon: más de 5 mil. Con sus 10 mil niños huérfanos.
Eso sí, las autoridades dicen que con su llegada todo disminuyó. Aunque sus mismas estadísticas demuestran todo lo contrario. Yo creo que tienen razón: todo, todito disminuyó. Tantito que ya no queda Juaritos: a las más de 116 mil casas abandonadas, según datos oficiales del ayuntamiento de Ciudad Juárez, se suman todos los que mueren cada día más los que buscan refugio en el interior de México o en Estados Unidos. Sin contar las extorsiones, los secuestros. Algo que no existía casi en Juaritos.

Ahora quiero saber de sus éxitos. Quiero súper reportarlos.

Pero aquí todo sigue igual. O mejor dicho, de la patada. Mucha reunión de alto nivel ayer martes en la fantástica Ciudad de México con la secretaria Hillary Clinton, su equipo y el del presidente Calderón. Mucho supuesto plan para reconstruir el tejido social de Ciudad Juárez, un plan tan fantástico que fijénse, mis geniales lectores, el plan está tan chido que van a cerrar la única escuela de arte que existe en Juaritos, el CEMA: donde los profesores llevan tres mesitos sin recibir su salario, ya saben que no hay dinero, que el municipio tiene que pagar a las 10 mil fuerzas federales que vinieron a proteger a Juaritos.
Y los alumnos (de pocos recursos económicos, sí, justo a los que el presidente Calderón prometió un futuro) y profesores que han comenzado a protestar han recibido represalias. Algunos, tienen miedo a que les maten. Porque este es el peligro en Juaritos de denunciar lo injusto. Que te maten. O que te pongan unos kilos de droga, como los soldados le amenazaron a mi colega, porque no les gustó que estuviera haciendo su chamba. Ya me lo imagino .... con la droguita y las armas, y lo presentan ante todos los colegas, bien torturadito, como un líder de la banda de Los Aztecas que mató a algunas de las tres personas asesinadas vinculadas con el Consulado de Estados Unidos en Ciudad Juárez, por dar un ejemplo. Y todos los compas diciéndonos.... "otro pinche chivo expiatorio" mientras él confiesa -intentando que no se le olvide lo que le hicieron aprender- el cuento perfecto de la matanza.

No exagero. Las autoridades de Ciudad Juárez, el estado de Chihuahua y el gobierno mexicano son capaces de todo. Y lo estamos comprobando. Con investigaciones periodísticas que al final no sirven para que cambie nada. Sino para que te digan que trabajas para el Cártel de Juárez o el de Sinaloa. Les digo que yo no recibo ni recibiré nunca chayote. O te amenacen, te agredan, te maten. Y como ven, el peligro no está sólo en el crimen organizado -que lo está y mucho- como nos quieren hacer ver.

Así está Juaritos. Con sus muertitos. Claro. Que estos no faltan todos los días. Y que dejan de ser noticia hasta el muerto siguiente, en unos minutos, en unas horas. Hoy miércoles llevamos ocho, dos hermanas de 17 y 19 años, un gerente de una maquiladora asesinado a unos 150 metros de un retén militar, otro más, otros dos chavos. Otro y otro. Más dos acribillados que se debaten entre la vida y la muerte. Hasta el momento: 172 en el mes de marzo, 548 asesinados desde el comienzo del año en Juaritos.

Acabo de hablar con él. Estaba saliendo del médico. Le han dado la incapacidad por un mes. Por la golpiza de los soldados. Me dice que tiene un esguince en su muñeca. Pero lo peor es el miedo.

"Me siento temeroso, no quiero salir mucho a la calle, que los soldados me vayan a hacer una agresión a mi familia, a mi persona", dice el camarógrafo.

"Pido protección internacional para mí y para mi familia, temo que cumplan las amenazas que me iban a cargar la unidad de droga y de armamento, que me sigan cuando este desarmado, sin la unidad móvil, sin la cámara y que me maten", subraya.

Nunca lo había sentido con tanto miedo. Otra vez, como hace dos años, había sido amenazado por el crimen organizado. El llegó antes que las autoridades a la escena de un crímen que se había reportado por el escáner de la policía, y ahí se encontró con los sicarios que le pusieron las armas en su cabeza para que no filmara. Algo que todos los reporteros sabemos que puede pasar, si las autoridades no hacen su chamba y llegan a tiempo para detener a los sicarios. Y, claro, te los encuentras tú, el reportero.

"Los sicarios no me golpearon, ni me insultaron, mi me amenazaron", afirma el camarógrafo. " Actúa de mejor manera el crimen organizado que el Ejército mexicano, tiene mejor educación, el trato es mejor", añade.

Mi colega, nuestro colega, dice que se salvó gracias a los compas del Canal 2. "15 minutos antes los había llamado para que me auxiliaran". Y ahí llegaron, con sus cámaras como armas, para que al camarógrafo no lo ¨levantaran¨ y le plantaran droga.

?Cómo te sientes?, le pregunto.

"Me siento tranquilo pero desanimado por tanta violencia. Se supone que ellos, los elementos del Ejército nos iban a cuidar, se supone que es a lo que vienen. Y viene a hacer cosas que te desanimas y te preguntas por qué, hasta cuándo".

Los soldados agresores, que se cubrieron la cara todos menos el comandante, viajaban en las unidades oficiales número 0878305 y 0878364 propiedad de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), según filmó el camarógrafo que en un descuido de los soldados grabó parte de la agresión que estaba sufriendo.

*****DECLARACION OFICIAL DE LA OPERACION COORDINADA CHIHUAHUA:

Se realizan investigaciones para actuar contra los responsables de la agresión contra un reportero.

Ciudad Juárez, Chih., a 24 de marzo del 2010.- La Secretaría de la Defensa Nacional a través de la Comandancia de la 5/a. Zona Militar, informa a la opinión pública que se están llevando a cabo las investigaciones correspondientes, en relación al incidente que se suscitó el día 22 del actual, en contra de un reportero, por parte de personal militar.

Es preciso señalar que la “Operación Coordinada Chihuahua”, se lleva a cabo siempre dentro del marco de la ley y respeto irrestricto a las garantías individuales de los ciudadanos.

Se ratifica el compromiso de no tolerar conductas que atenten contra el trabajo profesional que realizan los representantes de los medios de comunicación, con estricto apego al marco legal vigente y respeto a los derechos humanos.

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lunes, 8 de marzo de 2010

Madre de víctimas y de presunto sicario, juntas. Pidiendo justicia


Las dos llegan. Al aeropuerto de Ciudad Juárez, al comenzar la tarde del domingo 7 de marzo. Se saludan y comienzan a conversar. Son Luz María Dávila, la madre de dos de las 15 víctimas de la masacre de Salvárcar y Guadalupe Meléndez, la madre del presunto sicario, Israel Arzate Menéndez.

A Luz María le acompaña su inseperable hermana mayor Patricia, que viajará con ella a la Ciudad de México. Su esposo está trabajando en la fábrica maquiladora, como guardia de seguridad. Le toca turno de tarde. También están en el aeropuerto su otra hermana, sobrinos.

La escena familiar se repite con Guadalupe Meléndez. Su hija y sus nietos están con ella.

Con ellas, hay tres cartelones que resumen el motivo de su viaje hasta la capital del país y que viajarán en sus manos. Es un grito de justicia que pueden verlo en la foto y sobre todo, en sus rostros. De izquierda a derecha, Patricia con su hermana Luz María Dávila (que perdió a sus dos únicos hijos) y Guadalupe Meléndez (su hijo está vivo pero en la cárcel, por presunto sicario).

También, en el aeropuerto de Ciudad Juárez, están Los Tigres (con trofeo incluido), el equipo de fútbol de Monterrey que acaba de ganar a Los Indios de Ciudad Juárez, tomándose fotos con sus admiradores, mientras el vuelo llega... y Luz María pide que se bajen la ventanillas del avión: las nubes en el intenso azul de Juárez están bien chidas, pero a ella le recuerda el paraíso, donde piensa que sus dos hijos están, acompañándose uno al otro. Como siempre.
Y su cabecita la recarga en el hombro de Guadalupe Meléndez, la mamá del presunto asesino que mató a sus hijos: según el presidente Calderón y las autoridades del estado de Chihuahua. Porque a Luz María le dice su instinto de madre y de vecina de Juaritos de que él no fue. Según lo que me cuentan las madres.


*ULTIMA HORA: Ah! la foto que ven es mía, como todas la que publico en mi blog. Quizá la vieron publicada en la edición impresa del diario El Universal, de la Ciudad de México. Es una foto en exclusiva. Nadie más de los medios estuvo en ese momento. No me dieron ni el crédito a mi trabajo.

Para conocer más de ese momento, podéis leer la nota original que escribí para la agencia de noticias alemana DPA, que distribuye sus notas a medios de México, el resto de Latinoamérica y Europa, entre otros. Y que quizá ya la habéis visto porque fue publicada por varios diarios. Aquí va:

Policiales-México/

REPORTAJE

Matanza de Ciudad Juárez une a madre de víctima con la de sicario

Por Judith Torrea (dpa) =

Ciudad Juárez (México), 7 mar (dpa) - Hace más de un mes, Luz

María Dávila y Guadalupe Meléndez no se conocían. Ahora, las dos

madres están unidas por el dolor y un mismo avión rumbo a la Ciudad

de México.

Estas mujeres viajaron juntas (en la tarde de este domingo 7 de

marzo) desde Ciudad Juárez a la Ciudad de México para pedir justicia

por las víctimas de la matanza estudiantil de Salvárcar del 30 de

enero, donde murieron 15 estudiantes.

"No quiero más muertos en Ciudad Juárez en nombre de la guerra

contra el narcotráfico del presidente (de México Felipe) Calderón",

dijo a dpa Luz María Dávila, que el sábado celebró su 43 cumpleaños.

"Exijo justicia para mis hijos y para los cerca de 5.000

ejecutados en estos dos años", agregó al mes y medio de la masacre

estudiantil y con 187 personas más asesinadas en Ciudad Juárez.

Dávila perdió el 30 de enero a sus dos únicos hijos y su dolor lo

expresó enfrentando al presidente Calderón cuando este visitó Ciudad

Juárez.

Meléndez es la madre del presunto sicario Israel Arzate Meléndez,

de 24 años, quien dice que fue torturado para confesar ante los

medios de información que era culpable.

Arzate, que no tiene antecedentes penales, fue levantado por

fuerzas federales a la salida de su trabajo en una camioneta, la

misma que después las autoridades le adjudicaron y señalaron como el

vehículo en el que cometió la masacre, según varios entrevistados.

Desde su detención, ha sido sacado en una ocasión de la cárcel

donde se encuentra para ser torturado por los militares que

intentaban "plantar envidencia falsa en su casa" un día antes de la

audiencia con el juez, según manifestó Arzate a dpa. La salida por 12

horas fue confirmada por dpa por varias fuentes de la cárcel.

Las dos madres estarán este lunes en un foro en la Ciudad de

México sobre Ciudad Juárez llamado "Primero la Justicia". En esa

reunión también participarán expertos en narcotráfico como Edgardo

Buscaglia y Luis Astorga, intelectuales como Carlos Monsiváis y

actrices como Diana Bracho, según afirmó la actriz juarense Perla de

la Rosa, una de las organizadoras.

Las madres pedirán juntas justicia para Juárez y que las

investigaciones sean supervisadas por expertos independientes. El

foro se llevará a cabo a partir de las 10 de la mañana en la Casa de

Teatro, de Coyoacán.

"Presidente Calderón, yo no creo en las investigaciones. Yo no

quiero que se destruyan más familias encarcelando inocentes en un

intento por mejorar la imagen de las autoridades del país", afirmó

Luz María Dávila junto a Guadalupe Meléndez, la madre del presunto

sicario Israel Arzate Meléndez.

dpa



domingo, 7 de marzo de 2010

El primer cumpleaños de Luz María Dávila con sus dos hijos asesinados hace un mes y una semana, y 187 más ejecutados


Acabo de regresar de la casa de Luz María Dávila en la colonia Villas de Salvárcar de Ciudad Juárez, a unas 10 casas de donde fueron asesinados, hace poco más de un mes, sus dos únicos hijos. En una fiesta de cumpleaños. A más o menos esta misma hora.

Es sábado, 6 de marzo y hoy estrena cumpleaños. El primero sin ellos. Sus 43 años.

Estaba con su hermana Patricia y las hijas y nietas de ésta. Pero ni eso le dejó estar libre de su propia prisión. La que vive cada día.

Así es su vida diaria tras los crímenes:

Llegó huyendo. A la maquiladora. A eso de las 5,40 de la mañana de Ciudad Juárez. Huía de un todo llamado ausencia. Quería apartarse del recuerdo que todavía mata y que no la dejó dormir. Ni la deja vivir. Pero en la chamba, tras semanas de descanso obligado por el horror, encontró lo que no esperaba: miradas desconocidas que la observaban como un ídolo, queriéndose acercarse a ella para felicitarla por haberse atrevido a decir al presidente Calderón lo que ellos sienten. Desde que comenzó la llamada guerra contra el narco del presidente de México en Ciudad Juárez y la ciudad se convirtió en un huracán de muerte bajo el imperio de la impunidad y los retenes constantes de las fuerzas federales.

?Pero cómo felicitarla si acababan de ser asesinados sus dos únicos hijos?

Ellos eran su razón “para ir todos los días a la maquiladora”. Para hacer horas extras para comprarles los libros de la escuela, la computadora o su equipo deportivo. Fueron incluso la razón para no tener más hijos. Querían darles el mejor futuro. Un futuro que ahora está en dos ataúdes: uno tras otro. En una hilera de 8 estudiantes, vecinos de la misma calle, en el Panteón San Rafael.

Ahora el ¨mejor futuro¨ para Luz María Dávila está en la justicia. Para su hijos. Para todos los más de 4.700 que han sido asesinados desde hace casi dos años. Y para los que se quedan. Para la ciudad que ama. Que le dio todo desde que emigró a los 19 años de edad de la colonia José López Portillo de la Ciudad de México.

Son cientos. Las miradas en la maquiladora. Miles en Ciudad Juárez. Millones en México y en el mundo. Todas para una mujer extremadamente tímida, de 1,55 centímetros de estatura y 43 años.

Pero ahí, entre la grasa y las piezas para construir bocinas para los altavoces de los automóviles, hubiera deseado que todas las miradas se convirtieran en una: la de su hijo Marcos, de 19 años de edad, que trabajaba delante de ella. Lo hacía hasta las 3,30 de la tarde para después ir a la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, donde estudiaba Relaciones Internacionales. Al salir, madre e hijo se enfundían en un abrazote con José Luis Piña, el padre, el esposo, que entraba a trabajar como guardia de seguridad en la maquiladora. Y Luz María regresaba a la casa. A cocinar rico. A limpiar su casita que luce como el oro. A esperar a José Luis, de 16 años, de la preparatoria. Y, en ese ritual de la espera de la familia al completo, a compartir alguna broma mientras el pequeño del los Piña Dávila realizaba las tareas escolares.

Ahora, Luz María, se siente atrapada en un laberinto. Por sus dos ausencias. Y por lo que le queda: su trabajo en la maquiladora y su casa. Con el dolor de los porqués. Sueños rotos golpeados por el temor que puedan llegar las represalias. Por todos los frentes. Ella intenta no caerse por él, por su esposo José Luis Piña, un chihuahuense de Lagunitas, que la hace sonreír y la mima con una ternura de los que descubren que el amor es un instante fantástico. Desde hace 20 años.

Luz María intenta disfrutar de dos pasteles de cumpleaños. Pero no puede. Intenta imaginar el mejor regalo que hubiera podido recibir. Pero al hacerlo piensa en dos imposibles. Y se derrumba para revivir en dos frases:

"No quiero más muertos en Ciudad Juárez. Y exijo justicia para mis hijos y para los 5 mil asesinados. No chivos expiatorios", se despide Luz María Dávila.

Y lo hace sin una sonrisa.

*Más de 4.700 madres en Ciudad Juárez saben lo que Luz María siente. Desde que fueron asesinados sus dos hijos en una masacre donde fallecieron 15 y el presidente de México Felipe Calderón explicó la razón al considerarlos pandilleros -la marca que recibes al ser ejecutado en Juaritos -, 187 más han sido asesinados, una cifra que aumentará antes de que finalice este día. En mes y una semana.

Estas madres -que se estrenan cada hora, cada día en ser "huérfanas" de sus hijos- no reciben la visita de las autoridades para pagarles los recibos atrasados de gas, el teléfono y las visas láser estadounidenses como las de Salvárcar, para que sus voces se callen en el dolor: y no cuestionen en los medios de información la llamada guerra contra el narcotráfico del presidente Calderón, su presidencia centrada en este punto y su legado en un país de un futuro con unos 10 mil niños huérfanos en una ciudad de 1 millón 300 mil habitantes que viven el terror cotidiano de poder ser asesinados, secuestrados, extorsionados bajo el imperio de la impunidad en una ciudad militarizada.

La única madre de la matanza de Salvárcar que no ha aceptado la ayuda del presidente Calderón ha sido Luz María Dávila, que gana 700 pesos (unos 60 dólares) semanales en una fábrica maquiladora, en una ciudad que vive a precios de Estados Unidos.