jueves, 31 de diciembre de 2009

El día en que la DEA anunció ataques contra civiles: 10 muertos, civiles, como casi todos los días.














"Papá, levántate! No se quiere levantar mi papá. Está vivo, !que se levante!....No, no, no es mi papá. Papá está conmigo, en la casa.... !Te amo!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!"

Es su papá. Salvador Sánchez González, de 38 años, es su papá. También, de dos niños más. Hace frio a eso de las 7 de la tarde de hoy miércoles 30 de diciembre. Y Sánchez ya es un cadáver.
Su hija grita en una esquina de la calle, a unos 200 metros del cuerpo de su padre.
Los soldados se acercan en grupo y de sus celulares toman fotos de recuerdo. Pasan uno tras uno. Deben de ser los nuevos que han llegado. Los que todavía no están acostumbrados al espectáculo de 10 a 15 muertos al día: hasta que te toca en la sangre de tu propia familia, y en lugar de tomar fotos, sólo gritas. Lloras o pides un celular, que tenga crédito, para avisar al resto de la tragedia.

Sánchez González terminó su día muerto, tras un día de trabajo como chalán (ayudante de mecánico) en un taller de camiones. Entre la calle Checoslovaquia y Sevilla, en la colonia obrera Mirador. Con su hija mayor diciéndole todo lo que no le pudo decir en vida: "Perdóname papá!!!!!!!!!!!!!!!"

De pronto, los soldados se alejan corriendo del asesinado, y de un carro que está estacionado cerca del cadáver del papá de la chava, la que está gritando. Y se suben a sus vehículos. Le siguen los federales y los municipales. Todos salen en estampida.

-?Qué ocurre?, pregunto y nadie contesta. Decido apartarme, como ellos.

Pero en ese momento, llega uno de mis colegas. Se acerca al cordón amarillo que separa la escena del crimen, dispuesto a grabar.

-Apártate!!!!!!!!!! Ten cuidado!!!!!! Los soldados se acaban de ir a la carrera!!!, le grito.

Y el chavo que no se mueve, ni modo. Que saca su cámara y empieza a filmar. Y yo pensando que en ese preciso instante va a estallar el carro que está al lado del cadáver. Y se va a llevar al colega. Sigo gritándole, sin que mis piernas quieran correr más lejos, y él mirándome como si fuera una extraterrestre. Hasta que regreso, le tomó del brazo y consigo empujarlo: las ventajas de ser una mujer grandota y fuerte, y bueno, él es un chaparrito, hay que decirlo también.

Ese rostro de terror de las fuerzas de seguridad lo vi antes, lejos de Ciudad Juárez y hace muchos años. Es la huida cuando el coche bomba está a punto de estallar y ya no se puede desactivar el artefacto.

El día había comenzado en la fascinante Ciudad de México con una noticia: la alerta de la Agencia Antidrogas de Estados Unidos (DEA) al gobierno mexicano de posibles ataques del narcotráfico contra civiles, en especial el 1 de enero, según publicaba el diario "El Universal".

Y el anunció provocó más terror. Porque los civiles, muertos, siempre han estado ahí, desde que comenzó hace 21 meses la llamada guerra contra el narco en Ciudad Juárez. Pero para el gobierno del presidente Calderón, la mayoría son narcos. Los muertos civiles están cuando te matan en un restaurante al salir de la chamba con tus compas de la maquiladora, en un centro de rehabilitación para personas con adicciones a las drogas o celebrando un cumpleaños en un exclusivo bar de la ciudad. Están todos los días. En lugares públicos.

Y los muertos seguirán, si no se combate el delito, si continúa la impunidad y la corrupción: el mejor caldo de cultivo para el crimen organizado y el común. De la falta de acción, las bombas que surgen entre mochilas abandonadas- debajo de los automóviles o en un edificio- pasarán a formar parte del paisaje de Juárez, según expertos como Oscar Máynez, catedrático de criminología de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez.
"Es un proceso de evolución esperado", dice el experto. "Son crímenes anticipados y anunciados. El único resposable es el Estado. Hay que ver por qué no está actuando, si no tiene la capacidad, sino quiere, si está coludido", añade.

El colega con el que me fui del brazo tiene su zapato lleno de sangre por un "evento" anterior:

-"Pisé la masa encefálica de uno de los dos ejecutados. No la vi", explica.

El coche sigue ahí. El cadáver también. Nada explota. Nos queda la duda y más chamba de dolor.


*****El saldo de la muerte de este miércoles 30 de diciembre en Juaritos es de 10 "muertitos", más 5 en El Valle de Juárez, a las afueras de la ciudad.
Algunos autobuses del pobre transporte público de Ciudad Juárez decidieron no salir hoy a las calles. El martes uno de ellos fue rafagueado, con 15 pasajeros dentro, por no pagar una extorsión de 10.000 pesos, unos 770 dólares. Fue un aviso sin muertos. Algunos ruteros huyeron a El Paso, Texas, nada más cruzar uno de los puentes fronterizos que separan la ciudad más violenta del mundo de la segunda más segura de Estados Unidos. Están pidiendo asilo. Como tantos otros.
Antes, los camiones habían sido incendiados o chocados contra establecimientos. Además, de asesinar a choferes. En estos autobuses los trabajadores de la industria maquiladora van a su empleo.
La ciudad se queda cada día más desolada. Los que pueden huir, como José Reyes Ferriz (PRI) el alcalde de Ciudad Juárez, viven en El Paso, Texas y pisan lo menos posible la ciudad, con guardaespaldas. De las autoridades que siguen aquí está el Cónsul de Estados Unidos en Ciudad Juárez y su esposa, colombiana.

lunes, 28 de diciembre de 2009

Ciudad Juárez despide a Esther Chávez Cano




































Le esperaba una campana. A Esther Chávez Cano. 

La misma que había golpeado la conciencia en una reciente marcha desde la Ciudad de México hasta Ciudad Juárez para pedir justicia y el fin de los crímenes contra mujeres.

Al salir del velatorio de la funeraria Perches, en Ciudad Juárez. Este domingo 27 de diciembre. 

La activista cuyo lema fue “aún hay esperanza”, falleció el día de Navidad, día de esperanza para el mundo católico a los 77 años de edad, tras luchar ferozmente contra el cáncer.

Y le esperaba también el vehículo gris donde ir por última vez, en un ataúd, a Casa Amiga Centro de Crisis: su dolor convertido en acción para intentar atajar de raíz las muertes de mujeres que había documentado desde 1993, en una lista que dio al vuelta al mundo y que expuso a nivel internacional el problema de los feminicidios y la impunidad en esta ciudad fronteriza con Estados Unidos. 

La campana comenzó a sonar. Y Esther se puso en marcha. Detrás, el resto. Siguiéndola hasta Casa Amiga. Por unos 40 minutos, los que separaban la céntrica funeraria de la colonia obrera donde está su vida, en la que han encontrado esperanza más de 300 mil víctimas de violencia.

Las calles que habían sido testigos de más de 2.600 muertos este año en la controvertida guerra contra el narcotráfico del presidente Felipe Calderón, dejaban paso a una campana móvil que anunciaba los gritos de justicia de Esther Chávez Cano. Ahora en un ataúd.

 “Es una llamada de atención a las autoridades por cada mujer muerta, por cada crimen impune, por el futuro de esta ciudad  con más de 10 mil niños huérfanos en esta guerra contra el narcotráfico que de la pobreza está creando a los sicarios del futuro”, explica Irma Casas, directora operativa de Casa Amiga, el primer centro de atención a víctimas de violencia en toda la frontera norte mexicana que fundó Esther Chávez Cano en 1999.

Esther llegó a Casa Amiga en un vehículo. Otras, como María Guadalupe Orozco Pizarro -trabajadora de una maquiladora- acudieron en una rutera, viajando por más de dos horas por calles sin pavimentar, como el 60 por ciento de Ciudad Juárez. 

“Era más que mi mamá, me ayudó con terapia para mí y mis hijos, con la renta, me ayudó a quererme“, me comentó Orozco, entre lloro y lloro, que había sabido de la muerte por la televisión. 

La mujer, acompañada de sus niños la había conocido hace apenitas un año, cuando estaba internada en el hospital por los golpes de su esposo y Esther, al enterarse tras recibir una sesión de quimioterapia, fue en su búsqueda.

Esther llega. Y comienza la música, que tanto le gustaba. Gritan "Ni una más".  Recuerdan sus obras. Incluso, están presentes otras activistas que tanto la criticaron, que se van tras los periodistas.  Anuncian la presencia Guillermo Dowell, el secretario del ayuntamiento de Ciudad Juárez, que va a entregar a la familia una placa que simboliza una nueva calle que llevará el nombre de Esther Chávez Cano. Pero Dowell nunca aparece. A pesar de que minutos antes dijo que estaba en camino. 

Continúa la celebración de vida de Esther, la voz que se quiso callar tantas veces. Que alertó, hace 17 años, de lo que ocurre ahora. Y la fiesta sigue con un mariachi. Pero muchos lloran. Se abrazan. Al verla, ahí, dormidita vestida de rojo, su color favorito.

Y pienso: A Esther Chávez Cano la habrán recibido en un universo menos cabrón las mujeres por las que luchó. Y que hoy están muertas. Sus últimos gritos fueron contra la llamada guerra contra el narcotráfico del presidente Felipe Calderón, el mismo que le entregó hace un año el premio Nacional de Derechos Huamanos, tras múltiples reconocimientos internacionales. Y Esther no se calló. Ni en su discurso feroz contra el gobierno mexicano. Eso, ni muerta. 

viernes, 25 de diciembre de 2009

Fallece Esther Chávez Cano: Ciudad Juárez sin la voz















Desde hace unos meses, Esther Chávez Cano se desmonoraba como Ciudad Juárez, la ciudad más violenta del mundo. Los muertos de cada día -con sus más de 10 mil niños huérfanos en este año - la mataban poco a poco, pero también la realidad que vivía al acudir a recibir quimioterapia al hospital del seguro social en Ciudad Juárez.

“Hemos creado un monstruo y ahora no lo podemos controlar”, me decía Esther Chávez Cano, de 77 años que falleció hoy, Día de Navidad, a las 6 de la mañana en su hogar de Ciudad Juárez.

Ahí encontraba a mujeres que iban a su cita contra el cáncer cuando tenían dinero para el bus y lo hacían golpeadas por sus esposos, mujeres que no tenían qué comer tras haber perdido a sus hijos y esposos en la controvertida guerra contra el narcotráfico del presidente Felipe Calderón.


Me acuerdo lo que me dijiste, Esther, cuando el presidente de México envió sus tropas a Ciudad Juárez. Me asustaste un chingo porque sé que nadie como tú puede analizar mejor la situación que vive nuestra querida Juaritos, nuestro México tan lindo y tan cruel. Y fíjate, que todo se está cumpliendo. Hasta que te fuiste esta mañana, llevábamos 2,604 asesinatos. Más los 1.607 muertos del año pasado. Las violaciones de los derechos humanos de los militares son constantes. No sólo roban sino matan. Y todo bajo el imperio de la impunidad. Como avisaste.


Hoy me sentí un poco extraña, Esther. Cuando dejaste de respirar, quise llorar pero no me dejaste. En lugar de eso, sentí un abrazote enorme y unas ganas enormes de luchar. Me dije: "voy a contar al mundo quién fue Súper Esther".


Así que ya ves, me puse primero a avisar a grandes amigas tuyas. A Eve Ensler la encontré en Congo y corriendo llamó a Jane Fonda. Y de ahí, seguí con Gloria, Verónica que tanto las quieres, y a una mujer que tanto admiro y que conozco desde hace poco, Lydia Cacho y que ya sé por qué me cayó tan fenomenal cuando la conocí. También platiqué, entre otras, con la señora Villigrana, que volvió a sonreír gracias a Casa Amiga, tras haber estado en la agonía de esperar alguna noticia de su hija por 15 años. Y lo que recibió fue un cráneo.


?Sabes? platicando con tu hermano Héctor esta mañana, acabamos riendo. Dijimos.. !esta Esther está haciendo de las suyas!!


Te conocí hace 12 años en la situación más insospechada para mí: una conferencia en una universidad de Gringolandia donde a ti te invitaron para hablar de tu activismo y a mí, no sé cómo, de mi cobertura de temas migratorios. Era una chavita grandota. Yo ni sabía quién eras, eso que me habían hablado pestes de tí. Las calumnias pagadas en El Diario de Juárez por el gobernador del estado de Chihuahua eran como para salir huyendo de ti. Por cierto, para ellos todavía estás viva, porque no han escrito en su página en el internet ni una palabra sobre tu descanso a otro universo menos cabrón, mientras tu muerte es noticia en varios periódicos del mundo.


Me acuerdo lo bien que lo pasamos en esos cinco días hasta con un líder antiinmigrante de FAIR, en fin, que no sé cómo pero logramos entendernos. Yo creo que lo transformamos. !Ja,Ja, Ja! Tú posees ese don, de transformar todo lo que llega a tu vida, con tu corazón enorme y esa fortaleza que ya me gustaría tener a mí.


Hace 10 días que me diste de nuevo una lección. Fue el 15 de diciembre cuando las chicas de Casa Amiga se apresuraron a imprimir 20 copias del libro que estuviste escribiendo en estos dos últimos años, porque sentían que nos dejabas ahí, y que se publica oficialmente en marzo. El día anterior, casi te nos vas. Ni Paulita, que tanto te ha cuidado en este tiempo, confiaba en que llegarías. Pero tú te levantaste, te pusiste bien linda, toda coqueta con tus uñas bien pintaditas, tu pintalabios y tu cabello hermoso, y fuiste a Casa Amiga, en silla de ruedas y sin apenas voz. Y ahí gritaste justicia. Gritaste por esta ciudad que te atrapó cuando llegaste a ella hace unos 20 años, por este pueblo maravilloso que es el juarense. A veces ni te entendíamos, Súper Esther, pero tu seguías hablando, como si quisieras alertarnos de toda la tragedia que se nos venía encima para que hiciéramos reaccionar a las autoridades.


Cuando íbamos de regreso a tu casa, me pediste que comenzara a leerte tu propio libro. Comenzabas con el asesinato de María Luisa Carsoli, unos días antes de la Navidad de hace 8 años. Y casi no puedo seguir tu escritura apasionate. Me acuerdo cómo pasamos esa Navidad.


Desde hace tres días ya no hablabas. Sólo respirabas. Pero seguías escuchándonos.Y al hablarte, tú eras la que nos dabas la paz que tanto necesitamos. Eras la mamá soñada para miles en Ciudad Juárez y en el mundo entero porque nos adoptaste a muchísimas. A mí, desde las montañas vascas de la frontera de España con Francia.

Sí, fíjate, cuántos hijos al final tuviste...tú que tanto hubieras querido ser mamá con un hombre genial, pero yo creo que los intimidabas, con tu inteligencia, independencia y belleza. A muchas nos pasa los mismo, ni modo.

Hoy sólo quiero dar gracias al universo por haber vivido tantas aventuras juntas. Sé que mi querida Juaritos ya no será la misma sin ti. No encuentro voces que se atrevan a luchar contra toda esta barbarie con planes y soluciones prácticas, y una valentía que no tiene límites.Tú eras la voz y creo que hoy las 300 mil víctimas de violencia que has atendido, gratis, en Casa Amiga se sienten como yo, súper huérfanos pero llenos de esperanza y fuerza. Ese fue tu mensaje. Y te prometo, que no me rendiré. Te adoro!!! MIL GRACIAS, Súper Esther!!!. Soy Juditha, una de tus miles de hijas. 25 de diciembre, 2009. Día de Navidad, sin Navidad en Ciudad Juárez.

(Esquela de Esther. Cortesía de Casa Amiga. Presentación del libro de Esther, hace 10 días)


http://www.letraslibres.com/index.php?art=13767

LA VOZ

Hay días en los que la quimio intenta apagar su voz. Se recuesta en la cama. Cuando piensa que su jornada termina, el teléfono suena:

–Esté tranquila, señora. Ahora voy.

El cáncer es una enfermedad cabrona. También lo es la realidad cotidiana en Ciudad Juárez: con sus muertos en nombre de la guerra contra el narco, sus viudos y sus niños, los retenes constantes, las desaparecidas.

–Estamos como hace dieciséis años. Peor.

Hay voces que anuncian el horror, y la esperanza. A la de Esther Chávez Cano se le intentó desprestigiar, en su propia tierra, con campañas mediáticas. Así actuó el ex gobernador Patricio Martínez para acallarla desde el mayor periódico del estado,El Diario de Juárez, del que Martínez es accionista principal. Pero no pudieron silenciarla. Tampoco detuvieron sus logros: en 1993 comenzó a elaborar una lista con los nombres de las muertas y desaparecidas de Juárez, que dio la vuelta al mundo. Después pasó a la acción: creó Casa Amiga, un centro no lucrativo que atiende integralmente, y gratis, a las víctimas de la violencia. Veinticuatro horas al día.

Esther, de 75 años, me dice:

–Vivimos cerca de Estados Unidos, que requiere del narco y nos controla. En Juárez los policías y las autoridades siempre han manejado la droga. Les dejaban la venta de la droga a unos o a otros, y así iban pasando los años, sin proyectos para detener la violencia hacia las mujeres, sin parar la venta de droga.

Nunca imaginó ver la ciudad militarizada:

–Yo tengo miedo, pero no por mí, yo ya soy vieja y voy de salida, sino por la juventud. Me pongo a pensar en cuántos niños han quedado sin padre. ¿Qué será de ellos si no se hace nada? Dentro de unos años serán los asesinos brutales que cortan cabezas o cuelgan cadáveres en las avenidas. ¿Quién se va a hacer cargo de ellos?

Hay voces que no se escuchan. Porque parece que lo conveniente es vivir dentro de un teatro del absurdo. Hasta que la realidad golpea. Con sus muertos. Y las noticias en la portada de los periódicos internacionales duelen más a las autoridades que los propios muertos.

–¿La solución? Que se vayan los militares, que asuma la autoridad civil su obligación o renuncie, porque fueron votados y muchos ciudadanos les entregaron no sólo su poder sino su confianza. Juárez es una ciudad fallida.

A Esther Chávez Cano, que recibió en diciembre del año pasado el Premio Nacional de Derechos Humanos de manos del presidente Calderón, no la calla ni el cáncer. Es dura de matar, lo dice mientras ríe. Hoy su voz es un susurro: le dieron la quimio. ~

viernes, 18 de diciembre de 2009

7 muertos en menos de 7 horas, al día siguiente de la muerte de Arturo Beltrán Leyva




























Le llamaban Junior. Hasta hace una hora. Ahora yace en la puerta de la casa de su novia en la colonia obrera Lomas del Rey, de Ciudad Juárez. Los policías federales acaban de llegar, tras una hora tirado en el suelo. Después, llegaron los militares. Y hasta los policías municipales. Todos están viendo el cuerpo. Unos desde cerquita. Otros, a lo lejos como dos federales que platican relajadamente con dos chicas adolescentes de bonita sonrisa, tez clara y ojos azabache.

Tenía 18 años. Trabajaba en un taller mecánico con su padre. Los vecinos dicen que era un buen chavo. Hasta que de repente llegó a toda velocidad una camioneta "explorer" . De color negro. Y Junior comenzó a correr, pero desde el lado opuesto se le lanzó otro vehículo. Lo acribillaron.

Los 35 casquillos están en el suelo. Más los de su cuerpo.

Ahora es un cadáver más. Para muchos. Para Marta no: este es el octavo vecino que pierde en 7 meses y en muchos de los casos ha escuchado los disparos, ha visto cómo un cuerpo se queda sin la sangre que ahora baña el suelo, ha llamado al 066 para pedir auxilio...

_"?Le puedo pedir algo? Necesito una psicóloga para mi amiga. Le mataron a su hijo de 15 años hace tres meses. No puede dormir, no puede vivir", me dice la vecina de los 8 cadáveres, y de 46 años.

Son las 4,20 de la tarde del jueves 17 de diciembre, el día después de que las autoridades mexicanas acabaran en Cuernavaca (a más de 26 horas en carro de Ciudad Juárez) con el capo Arturo Beltrán Leyva, del Cártel del Golfo y mano derecha del Cártel de Juárez. En la radio se escucha la voz del presidente de México Felipe Calderón aplaudiendo su gran acción dentro de la llamada lucha contra el narcotráfico con el Ejército.

Un veterano policía municipal comienza a escupir carcajadas desde una boca de la que también sale humo de un cigarro:

-"Están dejando el paso libre al Chapo (Cártel de Sinaloa). ?Guerra contra el narcotráfico? Ja, ja, ja, pregúntele a los soldados a quiénes matan".

(Para los que no están en mi querida Juaritos: muchos miembros de la policía municipal trabajaban con el Cártel de Juárez, según José Reyes Ferriz el alcalde de Ciudad Juárez -que vive en El Paso, Texas- . Pero en la limpia del alcalde, limpió hasta a policías que no habían tomado el test de confianza. En Juaritos todo es posible. Hasta lo más imposible ahora: soñar en que estar vivo no es un peligro).

La Subprocuraduría de Justicia de la Zona Norte, en Ciudad Juárez anuncia la gran noticia del día: la detención del extorsionador de la Catedral. Es más, lo va a presentar a los medios. Son las 5,30 de la tarde y al dar la vuelta por unos de los pasillos de la institución, me tropiezo con 10 agentes con el rostro cubierto y un hombre en un buzo amarillo, que en la parte de atrás lleva una marca grabada en letras negras: IMPUTADO.
Al rato, regresan de una manera más ordenada, siguiendo las indicaciones de los voceros para que las televisoras puedan grabar, sin contratiempos. Y comienza la presentación oficial en otro pasillo. No puedo ver los ojos del presunto extorsionador. Unos ojos que miran al suelo en una piel sonrojada. Se llama Juan Angel López. Tiene 24 años y su ocupación, según las autoridades, es: "desempleado (trabajó como guardia de seguridad en la empresa maquiladora Honeywell)". A un lado, la evidencia de la extorsión: una navaja, una cartulina con amenazas, el sobre, la cartera con su documentación y una gorra.
Es su primer delito, que se sepa, y no lo pudo consumar. Cuando la trabajadora de la maquiladora a la que quería extorsionar le fue a entregar un sobre con unos 15.ooo pesos en efectivo (unos 1.200 dólares) en la puerta de la Catedral, fue detenido. Mala suerte, para el chavo. Porque 24 mil juarenses que han sufrido actos delictivos (sin incluir los homicidios) desde enero hasta el 30 de noviembre, y que los han denunciado siguen esperando justicia en los escritorios de los agentes, según la Unidad de Atención Temprana de la Subprocuraduría de Justicia en la Zona Norte. Los casos resueltos, hasta el momento, son 1.528.

El escáner de la policía (interceptado también por los sicarios, y obviamente los periodistas) avisa de otro muerto. En la colonia Solidaridad Infonavit. Alberto, el cadáver, estaba arreglando una camioneta safari, según uno de los testigos, un chavo de 20 años con un niño en sus brazos. El testigo lo vio todo porque los sicarios se encontraban delante de su camioneta. "Eran dos chavos, lo mataron con 4 tiros y se subieron en su van como si nada", explica.

Otro más. Esta vez en el crucero de las calles Oscar Flores y Vía Láctea, uno de los principales de la ciudad. El tráfico está cortado en el carril donde se encuentra la camioneta Envoy, de color blanco. El cuerpo de Julio César Esparza, de 30 años, y según la credencial de lector, está tirado en su asiento. Al parecer, un comando armado le disparó en varias ocasiones.

Una agente estatal de 21 años, que lleva tres meses en su nueva chamba, sonríe con un arma que cubre parte de su cuerpo. "Al principio estaba bien nerviosa, luego te acostumbras", dice la joven, desempleada de una maquiladora. "Este trabajo tiene sus pros y sus contras. Las ventajas es que te ayudan para ir a la universidad. Quiero ser psicóloga".


Son las 6,30 de la tarde:

-"Ah!!!!!!!! No!!!!!!! mi hijo, no!!!!!!" ah!!!!!!!!!!!!!!!!!!

Apenas puedo ver su rostro. La sostienen cuatro hombres, familiares. Ella grita, salta. Hasta que entra a la Cruz Roja de la colonia Salvarcar.

Atrás queda un autobús, el que conducía su hijo y su sangre. Hasta aquí lo manejó como pudo Manuel, de 16 años y cuñado de Edgar Coronado Guerrero, de 22 años y padre de dos niños, de 2 años y 3 meses. Lo hizo desde la calle Fundadores de América con Mar de Plata, a unos 15 minutos y con un fuerte tráfico. Los pasajeros de esta unidad de transporte público, perteneciente a la línea Valle de Juárez, salieron huyendo tras el incidente. Según el cuñado, fue un robo.

Son las 7,35 de la tarde y los adolescentes que estaban jugando en la escuela preparatoria Altavista cuando un Policía Municipal fue asesinado y otro herido, ya no están en el campo deportivo. Están viendo la película real. Los niños cuentan que hubo unos 30 disparos en el cruce de las calles Cloro y Norzagaray, a un costado del centro educativo.
Los carros que circulan por la calle opuesta, se van deteniendo en busca del suceso. Hay familias enteras, con pequeños de todas las edades, a los que les separa de la muerte en directo una acequia que divide los dos sentidos de la carretera.

- "?Qué están viendo?", exclama un policía munipal.

-"!Veo lo que quiero. Por eso os matan, sois unos pendejos!", contesta una mujer.

En unos minutos, los policías municipales mueven la patrulla baleada de la estación Delicias con otra unidad, a empujones. Y recogen los casquillos con la mano. Los agentes ministeriales -que acuden cada vez que hay un tiroteo, para realizar la primera investigación antes de mover el vehículo- no están en el lugar del crimen.


El bar El Elegante, de la colonia Rastro, dejó de servir copas a eso de las 8 de la noche. Los seis disparos que le dieron a la encargada de la barra provocaron la huida de todos. El primero, el asesino. La mujer fue trasladada con vida al Hospital General, pero en unos minutos murió.

Tres patrullas de soldados, dos de policias municipales y otras dos de federales, custodian la puerta del lugar en donde ya ni están el cadáver ni el asesino. "Andábamos en la persecución (de la camioneta que mató al policía municipal) por el Camino Real, unas 10 unidades, pero no dimos con ella", dice un policía municipal.

9,25 de la noche: otro baleado. Colonia Acacias.

El policía dice que César Alba, de 29 años, que está tirado en el suelo, tiene dos impactos de bala en su cuerpo. Uno en la parte izquierda de su cuello. El otro, en la clavícula derecha. Su tía sale de la casa con 100 pesos (unos 8 dólares) para pedir a su hijo que recargue la tarjeta del celular y así poder avisar a la familia. El teléfono en México es un robo: te cobran por todo hasta yo creo que por respirar. Al parecer, César estaba en la puerta de su casa cuando escuchó que estaban intentándo secuestrar a Edgar, un chavo de 15 años. A él se lo llevaron y a César, lo acribillaron.

10,30 de la noche:

-"?Puede escribir en su reporte que las autoridades pongan luces?", me dice una mujer acompañada de una niña en la calle Luis Herrera, sin pavimentar, como el 60 por ciento de las calles de Ciudad Juárez.

Acabo de llegar a la Colonia Revolución de México y aquí, parece que no ha llegado ni un ápice de la Revolución de 1910 que intentó luchar en contra de la pobreza y la desigualdad social. Y eso que en Ciudad Juárez se firmaron los acuerdos de paz.

El encobijado (un cadáver envuelto en una cobija) está encima de una alcantarilla. Los vecinos de la casa donde está el muerto no escucharon disparos. Lo mataron hace poco: sigue saliendo sangre de su cuerpo.


11,50 de la noche: he acudido a 7 crímenes en menos de 7 horas, en un 17 de diciembre con 11 muertos. Para acordarme del número exacto de muertos he mirado a mis notas. A veces, he estado en el lugar del crímen menos de 15 minutos. Había que salir al otro asesinato.

Las distancias en Ciudad Juárez son grandes. Como su cielo de azul intenso y mágicos atardeceres. Como también los porqués.


miércoles, 16 de diciembre de 2009

"Le estoy avisando: tiene la casa con armas, drogas y secuestrados"

Son las 6,10 de la tarde en Ciudad Juárez. Y el teléfono de la casa suena. Pienso que es mi amiga Monserrat de la Vega, que viene a recogerme para irnos a celebrar su despedida de la ciudad que tanto ama. No es fácil para ella ni para su familia. Tampoco para mí: yo regreso a Ciudad Juárez y mis amigos se van. Al menos, ella no se va en un ataúd. Como otros.

Pero Monserrat -una chava mexicana de 21 años que estudia Turismo- decidió huir al estado de Nayarit después de que mataran a sus dos mejores amigos en un bar exclusivo de la ciudad hace menos de un mes.

-"Tengo un reporte de una de denuncia de sus vecinos y por cortesía le estoy hablando. Soy un Comandante de la Policía".

(No hablo. No es Montse. Es la voz de un hombre, ranchero)

_"Su casa está blindada, con drogas, armas y secuestrados. El reporte indica que eres de La Línea".

(Cuelgo el teléfono. No quiero escuchar la siguiente frase. Supongo que es para pedirme dinero. ?Comandante de la Policía? Quizá todo puede ser. Hace tres semanas que tres camiones de los 8 mil soldados que se encuentran en Ciudad Juárez -dentro del Operativo Conjunto Chihuahua contra las drogas- intentaron robarme a la entrada de la casa).

Ese día regresaba de El Paso, Texas -la segunda ciudad más segura de EE.UU nada más cruzar uno de los tres puentes fronterizos que la separan de Ciudad Juárez, la más violenta del mundo-. No eran más de las 9 de la noche. A esa hora, las calles estaban vacías en Ciudad Juárez.

Los soldados del Ejército mexicano me preguntaron qué traía. La verdad es que lo único que tenía en mis manos eran las llaves que intentaban abrir las rejas de la casa donde vivo. Decidí responderles con mi mejor arma contra la adversidad: mi sonrisa.

-"?Sois nuevos, no?"

(Los soldados, bien chaparritos y enfundados con unas armas que cuelgan por la mitad de su cuerpo, no contestan. Y repito la misma pregunta, sin respuesta)

-"?Vuestro Capitán es Godinez o estáis más con el General Espitia? Saludénmelos, por favor. Pensaba llamarlos ahora para saludarlos. ?Creen que será muy tarde si los llamo a sus celulares?".

-"No se preocupe señorita, les damos sus saludos. Que tenga una buena noche".

Y los soldados se suben en sus camiones y se van. De esta me libré. Pero no todos en Ciudad Juárez tienen la misma suerte.

ULTIMA HORA: Ya se nos quitó el hambre. Hoy no vamos a celebrar nada. Ni la despedida de Monserrat, dispuesta a dejar la muerte sin respiro por la vida. Acaban de balear a Edgardo Cervantes, profesor del Instituto Tecnológico de Ciudad Juárez en el céntrico centro comercial Plaza Juárez Mall a unos cinco minutos en carro de la casa. Lo acaban de subir a una ambulancia. Parece ser que está vivo. A los amigos de Montse se les ha quitado las ganas de salir a cenar mientras su profesor se debate entre la vida y la muerte. A mí, también.

*** Ya son las nueve de la noche. El profe está muerto. En estas últimas tres horas, desde que recibí la llamada de cortesía del supuesto Comandante de Policía, otros tres más han sido asesinados en este miércoles 16 de diciembre, víspera de las compras navideñas. Y de "la felicidad". Para algunos. El saldo de hoy: 15 personas asesinadas.

martes, 24 de noviembre de 2009

lunes, 23 de noviembre de 2009

Las muertas de Juárez, en segundo plano por los asesinatos cotidianos: 2,300 en este año.



Una campana sonaba el lunes 23 de noviembre en Ciudad Juárez como si en cada sonido estuviera el rostro del dolor de las que murieron o siguen desaparecidas bajo el imperio de la impunidad. La campana había salido 13 días antes desde la Ciudad de México en una caravana por 10 estados del país llamada: "Exódo por la vida de las mujeres" que finalizaba en Ciudad Juárez, la ciudad más violenta del mundo, según el Reporte Uniforme de Crímenes (CRU) del FBI, dado a conocer hoy.

Un grito de justicia que llegaba a la ciudad de la muerte sin respiro. En donde los 2,300 asesinatos en este año -dentro de la controvertida guerra contra el narcotráfico del presidente Felipe Calderón- han dejado en un segundo plano la muerte de unas 500 mujeres desde el 93, un tercio de ellas por crímenes seriales.

La campana sonaba en aquel mismo campo algodonero donde un día fue descubierta hecha un cadáver el cuerpo de la hija de Irma Monreal, junto con otras 7 jóvenes hace 8 años. Donde un día hubo unas cruces rosas con sus nombres. Y ahora se levanta un hotel en construcción con el que algunos intentan borrar el pasado. E Irma Monreal, madre de Esmeralda Herrera Monreal, de 15 años cuando desapareció un 29 de octubre del 2001, se derrumba con el recuerdo. Con la herida que nunca cerró la impunidad.

"Tengo miedo por lo que nos puede llegar a pasar cuando la Corte Interamericana emita oficialmente los detalles de la sentencia, en la que culpa al gobierno mexicano por los feminicidios de mi hija y otras dos más", comenta Monreal, de 48 años, madre de 6 hijos y abuela de 7, que cada día va a limpiar casas a El Paso, Texas, ciudad fronteriza con Ciudad Juárez.

Y Sagrario González, la mamá de Paula Flores, desaparecida hace 11 años, le abraza para intentar contener su llanto. También, Berta Alicia García Ruiz, que lleva buscando a su hija Brenda Berenice Castillo García, desde el 6 de enero de este año.

"Ayúdenme a buscar a mi hija", afirma la mamá de Brenda.

El mismo grito de dolor. Como desde hace 16 años.

Un centenar de personas, entre jóvenes, mujeres y niños, gritan: "Ni una más". Como el emblema de ocho pequeñas cruces que un grupo de artistas de Ciudad Juárez ha preparado para no olvidar, que aquel lugar donde se encontraron los cuerpos, es un lugar sagrado. Y las incrustan de nuevo en tierra de aquel campo donde se encontraron.

"Es nuestra forma de voltearnos a que nos miren, para que nos escuchen", dice la cantante Oveja Negra, de 25 años, vestida con una máscara de la muerte en su rostro y una minifalda de tela militar que dice "Juárez no es un cuartel". "Quieren borrar la historia. La campana es un llamado de alerta por la violencia que estamos sufriendo, un llamado a la unidad y entre todos exigimos al poder que cumpla con su trabajo", subraya.

La caravana, que llegó a Ciudad Juárez por el kilómetro 20, recorre la ciudad por varias horas. Al frente, van las mamás. Unas veces, encaramadas en un carrito con la campana, en otras ocasiones, caminando. Mamás de Ciudad Juárez y de la ciudad de Chihuahua, del grupo Justicia para Nuestras Hijas, fundado por Norma Ledesma, cuando perdió a su hija Paloma Escobar, un 2 de marzo de 2002 en Chihuahua a los 16 años.

Ahí está Patricia Cervantes, mamá de Neyra Azucena Cervantes que desapareció el 13 de mayo del 2003 en la ciudad de Chihuahua, la capital del estado del mismo nombre y a unas 4 horas al sur en automóvil de Ciudad Juárez. A Patricia le ha regresado la sonrisa. Acaba de ser abuela.

-"Judith nos acompañó en el rastreo en Los Cuernos de la Luna", así me presenta Cervantes a otras madres. Fue en el verano del 2003. En esa montaña altísima de la ciudad de Chihuahua donde Patricia sentía que su hija estaba. Y la encontró. Hecha un esqueleto.

Con ella está Hortensia Enríquez, la mamá de Erica Noemí Carrillo Enríquez, desaparecida el 11 de diciembre del 2000.

"El 10 de noviembre cumplió 28 años mi hija", dice Hortensia, de 65 años. "Le mandé hacer una manta con un girasol y adentro está su rostro. También, le pusimos una felicitación en el periódico, le decíamos que la extrañábamos, que sabíamos que alguien se la robó. Le compré sus flores: girasoles y rosas. Las puse en su cuarto".

Y Hortensia mira hacia el suelo y dice: "Mi esposo se ha muerto sin nunca saber".

*** Hoy Ciudad Juárez batió otro récord de la muerte. Superó los 2,302 muertos en este año: 9 muertos más en un día. El pasado, finalizó con 1,607. Las madres siguen buscando a sus hijas. A otras, ya sólo les queda pedir justicia.

sábado, 21 de noviembre de 2009

Revolución mortal, 99 años después


Manejando por una de las calles de la ciudad, el historiador Pedro Siller detiene su coche para contarme con pelos y señales un asesinato que vio ahí, en el estacionamiento del concurrido centro comercial Río Grande:

–Cada vez que paso por aquí, busco a la mujer de negro que ese mediodía estaba arrodillada junto al hombre asesinado. Desde entonces, hace casi un año, las cosas han empeorado. Se ha acentuado la banalidad del mal, esa naturalidad con que vemos hoy la violencia cotidiana. Hay que pasar por los lugares y recordar. La desmemoria es nuestro peor enemigo.

Una carretera sin pavimentar (como el cincuenta por ciento de ellas en la ciudad), rodeada de casitas construidas con los desechos de las fábricas maquiladoras, nos lleva a uno de los lugares míticos de la Revolución mexicana. Aquí estuvo la Casa de Adobe, utilizada como comandancia general por el ejército libertador. Ahora sólo quedan ruinas, basura y un busto de Francisco I. Madero que se asoma entre las ramas caídas de un árbol.

Estamos en el triángulo de la franja fronteriza de Ciudad Juárez, donde colindan Chihuahua, Nuevo México y Tejas. El paisaje del desierto es ferozmente bello: sus montañas peladas acarician el azul intenso del cielo. A unos metros, el río Bravo –en México–, el río Grande –en Estados Unidos–, se encarga de establecer la división entre Chihuahua y Tejas.

Pedro Siller me cuenta la historia con tanta emoción que sospecho que de pronto aparecerá galopando Pancho Villa:

–Debemos recordar y celebrar que hubo personas que tuvieron la valentía de soñar y pelear para cambiar las cosas. Ojalá hoy tuviéramos esa valentía. La violencia es parte de la historia de Ciudad Juárez, pero nunca fue tan fuerte como ahora. A principios del siglo pasado, tan violenta era Ciudad Juárez como El Paso. En ambos lugares dominaba una especie de “ley del Oeste”, pero ahora la violencia sólo ocurre del lado mexicano.

Atardece en esta ciudad donde a la gente se le arrebata su dignidad bajo la excusa de la guerra contra el narcotráfico, se le secuestra o se le tirotea bajo el imperio de la impunidad, la indiferencia de las autoridades y la presencia omnipotente del Ejército. Los rojos dan paso a los ocres para convertirse en los naranjas que juegan con la noche. Es hora de rendirse ante un coctel margarita en el mítico bar Kentucky, en el centro de la ciudad.

Poco queda de aquella Juárez de la Segunda Guerra Mundial a la que estrellas como Frank Sinatra, Elizabeth Taylor, John Wayne o Richard Burton venían a divertirse o divorciarse. Donde reinaba un ambiente de fiesta, con música en vivo y casinos abiertos de día y de noche. En el Kentucky, testigo de todo aquello, no hay nadie en una tarde de sábado: ni mexicanos y menos gringos, a pesar de los atractivos precios.

Hago una última pregunta a Pedro Siller:

–¿Cómo vive un historiador como usted la realidad cotidiana de Ciudad Juárez?

–Sin duda, la ves con ojos distintos. Las calles, los edificios, la Casa de Adobe, el edificio de la ex Aduana, el destino trágico de la ciudad... Todo esto es un reto para el historiador, ya que no sólo debe saberlo sino comunicarlo, hacerse entender. Esto es muy difícil cuando todos los demás sólo intentan sobrevivir, un día más, y luego volver a intentarlo el día siguiente.

**** Este es un extracto de un reportaje que publiqué en la edición de mayo de la revista mexicana Letras Libres (http://www.letraslibres.com/index.php?art=13767). Hoy, viernes 20 de noviembre, que se celebra en México el 99 aniversario de la Revolución, pensé en aquel recorrido mágico con Pedro Siller de hace sólo unos meses. En la Ciudad Juárez de antes y en la de ahora. También, en la que conocí hace 12 años. Y en sus pobladores: varios de mis entrevistados han sido asesinados. Otros, han huido. Leí el texto y llamé al maestro Siller como si quisiera encontrar una esperanza. Hoy mataron a 13 personas: seis en el día y siete en la tarde noche.
Las gorditas del establecimiento que ven en la foto, El Puerco Loco, guardan el sabor auténtico de Ciudad Juárez. En las paredes de las casas de Juaritos no hay vírgenes de Guadalupe ni el cuadro de la última cena como en otras zonas del país. Hay panchos villas revolucionarios, o zapatas. A veces, moribundos como éste de la foto. Como la realidad cotidiana de Ciudad Juárez.

jueves, 19 de noviembre de 2009

Con la mamá de Claudia Ivette González: culpa Corte a gobierno de México por 3 feminicidios en campo algodonero


Cuando llegué a la casa de Claudia Ivette González (atrás, en la foto de este mediodía)-desaparecida, muerta y aparecida hecha un esqueleto en un campo algodonero de Ciudad Juárez -, su hermana Mayela, de 32 años y madre de tres niños, salía de la casa para tomar el camión que le llevaría a su trabajo en una maquiladora. Hasta la 1 de la madrugada. Por las calles sin pavimentar, sin alumbrado público, de la colonia Leyes de Reforma de Ciudad Juárez.
Como su hermana Claudia Ivette hasta un 11 de octubre del 2001.

"Le hecho mis bendiciones. Me da mucho miedo que desaparezca como Claudia Ivette pero estuvo mucho tiempo sin trabajar....", me comentó Josefina González Rodríguez, de 55 años, mamá de cuatro hijos (dos ya muertos: Claudia Ivette y Jesús, por cáncer en el mismo año que aparecieron los huesos de su pequeña), abuela de 10 y bisabuela de una niña de 3 meses.

Ocho años después -hoy, jueves 19 de noviembre- parece que la justicia comienza. Al menos, por presión internacional. La Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) declaró culpable al Gobierno de México de tres feminicidios en el campo algodonero, donde aparecieron 8 cuerpos de mujeres, según uno de los abogados del caso, Emilio Ginés. La sentencia no es aún oficial y transcendió al finalizar la sesión del organismo dedicada a estos crímenes de mujeres impunes.

Josefina me recibió con dos mujeres llamadas Sonia Torres e Ivonne Mendoza, de la Red Ciudadana de No Violencia y Dignidad Humana, que habían llegado minutos antes de mi visita para comentarle a la mamá que "las únicas que tenían contacto directo con la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) eran ellas" y que todavía "no había ninguna sentencia en el caso del campo algodonero, que ellas serían las primeras en saberlo. Es muy irresponsable que ese abogado español (Emilio Ginés, defensor de las familias de las víctimas y miembro del Comité Europeo de Prevención de la Tortura) esté dando esas declaraciones tan irresponsables ".

La mamá de Claudia Ivette me miraba cómo para pedirme explicaciones a su alegría que había durado sólo unas horas. Esta mañana, llamé a Josefina para comentarle si me podría pasarme por su casita y entrevistarla por la resolución de la CIDH. La mamá no sabía nada. Y le expliqué lo poco que hasta entonces se sabía. "Qué alegría! Voy a bailar jarocho tapatío! ", exclamó.

Al ver su cara, todavía llena de tristeza y profundo desconcierto a pesar de esta condena histórica, pensé en la leyenda negra que nunca se cuenta de los grupos que surgen para defender, supuestamente, a las mamás de las desaparecidas y muertas. De las supuestas líderes del movimiento que van viajando por el mundo, a costa de donaciones internacionales, sin ser líderes de nada. Y me pregunté cuándo dejarán a las mamás vivir su alegría.

Y pensé en Emilio Ginés, en su pasión arrolladora por este caso, y en su asombro cuando hace poco más de un año vino por primera vez a Ciudad Juárez, a preparar toda la documentación para este caso. Fui la única periodista invitada como experta a las reuniones junto con otros expertos en el caso y madres. Nunca escribí nada sobre ese encuentro, en donde recorrimos la ciudad con guardaespaldas. Ginés venía desde Madrid acompañado por una actriz suiza, el director del Comité de Prevención contra la Tortura y Dominique, un camárografo divertídisimo de su organización.

Las cruces rosas con los nombres de las 8 jóvenes desaparecidas y muertas son sólo un recuerdo en fotos de archivo de periódicos. En el campo algodonero donde Oscar Máynez investigaba la aparición de las 8 osamentas -entre ellas las de Claudia Ivette González, Esmeralda Herrera Moneral, Laura Berenice Ramos Monárrez –hay ahora un hotel en contrucción. Es la zona del nuevo Consulado de Estados Unidos en Ciudad Juárez, la única área de la ciudad en donde el progreso no se detiene en un paisaje de terror con más de 2,356 ejecuciones en este año, dentro de la llamada guerra contra el narcotráfico del presidente de México Felipe Calderón.

Máynez –quien fuera jefe de periciales y medicina legal del estado de Chihuahua en Ciudad Juárez, por año y medio hasta su renuncia en enero del 2002- analiza la sentencia con la prespectiva del que trabajó en el caso y tuvo que renunciar por negarse a implantar evidencia falsa en los restos de las jóvenes, y convertir a dos inocentes en culpables. Y recibir amenazas. Es el pago a los funcionarios honestos."En México no existe el estado de derecho y sí, la sentencia del CIDH va a tener repercusiones. Quizá incluso tengan que sancionar a algunos funcionarios del pasado, como el actual Procurador de la República, Arturo Chávez Chávez", explica el experto.

Aunque la Procuradora del Estado de Chihuahua, Patricia González Rodríguez prefirió no hacer un comentario sobre la resolución hasta que sea oficial, señaló que la condena tiene un impacto negativo para el gobierno de México porque se hace un "señalamiento muy serio".

La vida continúa en Ciudad Juárez. Con su muerte sin respiro. Ahora no sólo es partrimonio de las jóvenes, pobres y bellas, sino de toda la sociedad. Es el precio de la impunidad.

-¿Me deja poner este cartel en el carro?, me pregunta una joven.

(El cartel dice: "Ayúdanos a localizarla!! Edad: 18 años. Mide: 1,60 mts aprox. Ojos: café. Extraviada desde: 11/12/09.

-Es nuestra prima. Leslie Gonzales.

Vanessa y Karen Muñoz, de 30 y 21 años, se pierden entre las calles de Ciudad Juárez, buscando una respuesta. Como otras. Desde hace 16 años.

*En Ciudad Juárez, México, frontera con El Paso, Tejas unas 500 mujeres han muerto -un tercio de ellas, por crímenes seriales. El resto de la lista que comenzó a confeccionarse en 1993 por Esther Chávez Cano, fundadora de Casa Amiga, es por violencia doméstica-. En estos crímenes seriales, como los del campo algodonero, el gobierno del estado de Chihuahua ha encarcelado a inocentes. Los abogados de éstos han sido asesinados. Sus muertes están impunes.

Hoy, por ahora, fueron asesinados dos policías ministeriales y dos de estatales, de la Cipol. Más otro hombre. Otros tres fueron acribillados en la colonia Melchor Ocampo, a eso de las 4 de la tarde. Por unos 30 casquillos. Charlie, uno de los testigos del hecho, me comentó que fueron dos camionetas con chicos de unos 20 años, sin cristales polarizados, los que acribillaron a los heridos. Charlie, que en el momento del tiroteo estaba limpiando un carro, tuvo suerte. Se lo dijo su padre: "No te toca cabrón".

miércoles, 18 de noviembre de 2009

El segundo grito del día: acaban de matar a tres niños, quizá a una bebita

Acaban de ejecutar a tres adolescentes de 13, 14 y 15 años, junto a un hombre adulto.. quizá su padre, que caminaban por la Tizoc. Los siguieron en una camioneta desde la que salían las ráfagas mortales. Uno por uno. Una niña de dos años que se encontraba en los brazos de su mamá en una cerrajería, se debate entre la vida y la muerte. Fue poco antes de las 2 de la tarde de hoy miércoles en el fraccionamiento Del Real.

No sé cómo me siento. Yo no vi la masacre.

Estaba este mediodía, cuando ocurrió, investigando la supuesta culpabilidad de unos sicarios confesos bajo torturas indiscriptibles. Aunque todavía no he tenido los recursos para realizar una investigación completa, el glorioso Ejército mexicano se ha empeñado en seguirme -yo creo que me han confundido con una estrella de cine o tal vez, con una narco o sicaria... porque encontrarlos es su chamba, no? ni modo, ni modito-. Hoy me grabaron de nuevo. Mientras los sicarios mataban a estos niños en la otra punta de Ciudad Juárez.Y huían. Como siempre.

Me pregunto qué pensará en este preciso instante el presidente Felipe Calderón -que ayer estuvo en la capital del estado, en la ciudad de Chihuahua, inagurando una maquiladora-, que evitó hablar ni una palabra sobre Ciudad Juárez y su guerra contra el narcotráfico que la está borrando del mapa. Con los 2,354 asesinados en este año, una cifra que puede cambiar en un segundo.

Esperemos que con la presión social que surja de esta nueva masacre no busquen rápidamente a inocentes para convertirlos en culpables, mientras los verdaderos asesinos siguen matando con la complicidad de la ineptitud las autoridades. Como en los casos de las muertas de Juárez. Y en muchos más. Todo sigue igual. Peor. ?Hasta cuándo?

Grito de auxilio

_ ¡¡¡Ah!!! ¡¡mamá!!! ¡¡¡ayúdame!!!!! ah! ah! ah!!! me tienen en una camioneta, dando vueltas.

-(No contesto. No puedo creer lo que escucho. Miro por las ventanas para ver si hay alguna camioneta, algún vehículo dispuesto a robar la casa, rodeada de rejas, alambres, púas y alarma de seguridad. ?Será una trampa?)

-¡¡¡Ah!!!!!!!! ¡¡¡ayúdame!!!!!!!!

-Te has confundido de teléfono.

La chava cuelga. 8,40 de la mañana en Ciudad Juárez. Miércoles 18 de noviembre. Estoy saliendo para una reunión con el alcalde de la ciudad, José Reyes Ferriz (PRI)y los empresarios de Ciudad Juárez, dispuestos a pedirle cuentas: o que haga su chamba o que salga de su puesto. Muchos de ellos, como el alcalde, viven en Estados Unidos. En El Paso, Tejas. Nada más cruzar uno de los puentes fronterizos que separan y unen a las dos ciudades. Por la inseguridad. Y la muerte constante. El alcade se resiste a salir de su puesto y presentará un programa de seguridad con cámaras con denuncia anónima, mientras va recogiendo premios internacionales por su labor. Las cámaras instaladas por la ciudad, instaladas bajo fuerte presión social por la desaparición de mujeres, nunca han podido captar una desaparición. De repente, en ese preciso momento, todo se vuelve negro.


Y me quedo con mil preguntas. Con un vacío en el estómago. Pensando en esa chava. Por su voz, parece muy joven. Pero la voz con lloros y gritos puede engañar a la edad. ¿Dónde estará? ¿En la cajuela de un vehículo o con sus captores? ¿Qué habrá pasado? ¿Pudo haberse comunicado al final con su mamá o el equivocarse de número le habrá costado la muerte? No quiero pensar. En cierta manera, me siento culpable. Como si al haber contestado el teléfono fijo de la casa, la chava hubiera perdido la oportunidad de ser libre.

Me acuerdo de mi conversación ayer martes con Héctor Padilla, decano de Ciencias Políticas de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, una de las punteras de México que ya ha perdido tres profesores, ejecutados desde que comenzó la guerra contra el narcotráfico del presidente Felipe Calderón, hace 20 meses.

-Dáme tu número de celular para que conteste cuando me llames. Si no reconozco el número, no responderé. Esta es una medida de protección contra las extorsiones, los secuestros.


*Todavía no hay "muertitos" hoy en Ciudad Juárez. Ayer ejecutaron a 8 e hirieron a un chico de 16 años, hijo de uno de los acribillados. 2,348 asesinados, con sus viudas, viudos y sus hijos, en este año. De los extorsionados, secuestrados, robados no hay una cifra certera oficial. Pocos se atreven a denunciar. O para qué, piensan otros. No pasa nada. No investigan. O las autoridades infiltradas en el crimen organizado te dan el peor de los sustos. Lo extraño en Ciudad Juárez es no haber vivido una de estas experiencias. El cielo azul brilla con fuerza. Es el sol del desierto.

martes, 17 de noviembre de 2009

Pregúntale al sicario por qué mató a mi tío


-?Cómo se llama el sicario que conociste? Te voy a mandar su foto y sí es el mismo, pregúntale por qué mató a mi tío.

Francisco (que prefiere guardar su nombre en el anonimato) me mira fijamente y, de pronto, su expresión dulce se convierte en un huracán de dolor.

-Lo mataron en agosto. No puede ir al funeral. Todavía no he podido decirle a mi tía que lo siento. Es un tema que no hablamos en la casa.

Este es el por qué de todos los días. En Ciudad Juárez. El por qué del peligro de muerte cotidiano a pesar de la abrumadora presencia militar, dentro de la llamada guerra contra el narcotráfico del presidente Felipe Calderón. Una guerra con un saldo en sólo esta ciudad fronteriza con El Paso, Texas, de 2,2336 asesinados en este año. Hasta hace un segundo.

-Me temo que no habrá una respuesta. Que en ese hombre que mató a mi tío no está la raíz del profundo problema que nos llevó a estar en esta situación. El gran problema de Ciudad Juárez, de México, es la corrupción, la impunidad, la falta de líderes políticos y de un sistema de derecho que funcione, que sancione al que no cumpla con su trabajo y que permita desarrollar planes a largo plazo. La desigualdad social. La pobreza en la riqueza. ?Crees que el hombre es malo por naturaleza? ?Qué le lleva a un hombre a matar, a robar, a extorsionar?

Francisco me mira. Y después, busca con sus ojos a los cinco guardias de seguridad que lo protegen día y noche. Unos 20 mil dólares al mes.

-Tengo suerte. Yo puedo pagarlos. Pero no sé si mi vida tiene un precio más alto. Si un día me traicionarán. Y resto de la ciudadanía... ?qué hace? Nos estamos quedando con una ciudad fantasma. De niños huérfanos. Un México sin futuro, mirando siempre a Estados Unidos, para emigrar, para suministrar drogas. Y comienza en Ciudad Juárez. ?Dónde está el Presidente Calderón? Su guerra no funciona. La ciudadanía dejó de confiar en los militares. Vivimos en miedo constante. Sorteando la muerte.


domingo, 15 de noviembre de 2009

Barricadas contra secuestros y asesinatos



En la calle donde vive el empresario juarense Jorge Contreras sólo quedan él y su familia. El resto, son casas en venta. Letreros que buscan un comprador que nunca llega.
Contreras decidió regresar a Ciudad Juárez, tras unos meses en El Paso, Texas. No podía ver desde la distancia cómo su ciudad, militarizada, se desmoronaba bajo el imperio de la impunidad y la corrupción en la llamada guerra contra el narcotráfico del presidente Felipe Calderón.
Y tomó sus precauciones: guadaespaldas armados que lo siguen. Barricadas en los accesos a las calles de la colonia donde vive, la colonia Campestre una de las más exclusivas de la ciudad fronteriza con Estados Unidos. En tres meses, a Contreras le ha tocado intervenir en 17 secuestros de su colonia de 160 familias, ahora de unas 80.
Este domingo quedé con él. Lo que le costó, según me contó después, una gran discusión con su esposa temerosa a que al salir en domingo lo asesinaran. Contreras me mostró su amor con mucho dolor por Ciudad Juárez. Se arriesgó en domingo. Uno de los días más peligrosos en la ciudad, donde nadie sale, donde las calles y restaurantes están vacíos. Tampoco sale por las calles más peligrosas del mundo el alcalde de Ciudad Juárez, José Reyes Ferriz, que vive en Estados Unidos.

En domingo sólo están llenas las funerarias, las iglesias y los cementerios. Hoy, 15 de noviembre, Ciudad Juárez enterró en la mañana a Raúl Jasiel Ramírez, un niño de 7 años que durante la semana estudiaba en El Paso, Texas, y que fue asesinado junto a su padre. En la tarde, el entierro fue para el catedrático de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, José Alfonso Martínez Luján, de 38 años. Algunos de los otros 12 ejecutados del viernes siguen esperando un examen del forense para poder descansar en un ataúd. A veces, la espera es de hasta 8 días.

Hay días en que la esperanza tiene nombre de empresario. Las calles de la Ciudad Juárez se han convertido en muros y barricadas de los vecinos con los que intentan ahuyentar a los sicarios, extorsionadores, secuestradores. También a los militares, que ahora no se pasean por las avenidas principales de la ciudad -donde se cometen la mayor parte de las ejecuciones- sino por las pequeñas calles donde los retenes son constantes.

***Por ahora, mataron a tres personas en un campo de béisbol. Son ya 2,233 las familias que lloran a sus muertos, en lo que llevamos de año. Antes de acabar el día serán más.


sábado, 14 de noviembre de 2009

Tranquilidad, tras 20 prisioneros muertos en motín

Llegué a la prisión del Cereso estatal de Ciudad Juárez a la hora de comida, un 14 de noviembre del 2009. En la tranquilidad no pude imaginar el horror de cadáveres de apenas meses antes durante una reyerta. Esta es una de las fotos que tomé. @JudithTorrea

Al llegar al módulo de alta seguridad del *Cereso estatal de Ciudad Juárez - la sección de la prisión donde el 4 de marzo murieron 20 reos en una reyerta entre pandillas- los internos me dieron la espalda.
Poco a poco, pude ver sus rostros. Me acerqué y al presentarme supe que el chico joven, guapetón, sin el dedo índice y pulgar de la mano derecha pertenece al Cártel de Sinaloa.

Cerquita de él, está un sicario de La Línea, el brazo armado del Cártel de Juárez, que me contó su mayor preocupación: no poder abrazar a su pequeña, que cumple años este domingo 15 de noviembre. Lo hizo mientras miraba a la Santa Muerte, dibujada por él. Según las autoridades, Jesús Echeverría Vaquera ha matado a 36.

El gran problema de Javier Sida, nacido en Los Angeles de padres juarenses hace 29 años y perteneciente a la pandilla de Los Sureños, son sus tatuajes. Más que el homicidio que cometió. Las huellas de su piel contienen símbolos de las dos pandillas rivales en la prisión del Cereso: los Aztecas y los Mexicles. No es tan peligroso. "Sólo" mató a una persona. Pero en este módulo, aislado del universo carcelario, está más seguro. Del resto de los 650 prisioneros.

En el interior de las cárceles de Ciudad Juárez se decide el presente de un exterior en caos. El negocio del narco menudeo. El horror de los 20 muertos fue obra de 16 integrantes de Los Aztecas. Más de 600 agentes reestablecieron el orden. El motín fue al día siguiente de que se anunciara la llegada de más efectivos militares para combatir el narcotráfico, según la versión oficial.

 "Me siento más seguro aquí que en Ciudad Juárez", afirma Alfredo J. García, subcoordinador de seguridad en el Cereso estatal. Antes, fue vendedor de burritos en una ciudad que, desde que comenzó la llamada guerra contra el narco, se ha convertido en la más peligrosa del mundo.

*Actualización: La cárcel del Cereso estatal pasó a llamarse Cefereso 9 (Centro Federal de Readaptación Social) en septiembre del 2011, y el Cereso municipal fue el que tomó el nombre de Cereso 3. 
Como en la calle, aquí hay miembros del Cártel de los Zetas (formado en sus orígenes por antiguos militares), con los del Cártel de Juárez y el de Sinaloa. Las fugas y las reyertas son comunes en una prisión con sobrepoblación, considerada como una de las más deficientes de México. 



"Les tengo una mala noticia: acaban de matar a nuestro maestro"


El celular de Sergio Peneros (centro, en la foto) irrumpió en la esperanza: la reunión semanal de varios universitarios del Plan Estrátegico de Juárez, que se resisten a ver morir a su ciudad.

-"Les tengo una mala noticia. Acaban de matar a nuestro maestro Alfonso Martínez", dijo Peneros con la cara desencajada.

Silencio. Es viernes. 13 de noviembre. Son las 6 de la tarde. Silencio. Dos de los jóvenes se levantan de la reunión: "?Cómo??".

La muerte le llegó al profesor de economía Alfonso Martínez Luján a los 38 años. Acompañado de su esposa y de su cuñado en el fraccionamiento Paseos del Alba. A manos de unos sicarios. A eso de las 4 de la tarde. El tercer catedrático asesinado de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez tripulaba un automóvil Dogdge New York modelo viejo y se encontraba haciendo un alto en un semáforo de las avenidas Gómez Morín y Jilotepec, dos de las más conocidas de Ciudad Juárez, muy cerquita de la estación de policía Benito Juárez. Cuando el semáforo se puso en verde, uno de los sicarios a bordo de una camioneta negra Jeep Grand Cherokee le disparó a corta distancia, y se dieron a la fuga, según testigos.

Termina la reunión de los sueños y soluciones para Ciudad Juárez y ya nadie quiere salir de copas. Ni por la zona más exclusiva de entretenimiento de la ciudad, la Plaza Cantera. El sábado pasado mataron a dos jóvenes, primos, hijos de empresarios. Hay miedo. Mucho miedo. Ya son más de 2,222 muertos en este año. Más los extorsionados, los secuestrados. Todo lo que no se denuncia por temor. Por no saber quién está con la ciudadanía que sufre la llamada guerra contra el narcotráfico del Presidente Calderón con el Ejército.

El peligro en Ciudad Juárez está en estar vivo. Está en cada segundo. Al salir de tu casa, al estar en ella, en el trabajo, en la universidad, en el restaurante, el bar. En el teléfono donde vienen las amenazas, las extorsiones. El peligro tiene a veces uniforme de militar, que entra en tu casa para robar lo que encuentran, desde la nevera, las joyas, el dinero. Todo. Lo mismo en los retenes por las calles. Es la ciudad sin ley, la tierra de la impunidad. Donde cualquiera puede tomar la justicia por sus manos aprovechando este caos mortal.

Algunos ya no lo resisten. Huyen. La ciudad es un paisaje de casas y negocios abandonados que va perdiendo cada día su población estimada en millón y medio de personas. Más de 120 mil viven en El Paso, Texas, nada más cruzar uno de los puentes fronterizos, según las autoridades estadounidenses. Monserrat de la Vega, nacida hace 21 años en Guanajuato, no quiere irse. En Ciudad Juárez se sintió libre e hizo las mejores amistades del universo. Pero el sábado pasado -al perder a su amigo Humberto Caballero Moreno, de 25 años, y la prima de éste Rocío Casandra Heras Caballero, de 27, en el bar Ghost- decidió que había que huir. La noticia del asesinato del maestro Martínez subraya su decisión:

"Si mi mamá pasara por algo similiar a lo que he visto en estos días, me moriría. El dolor que siento es tan grande, ver a la ciudad que amas en una situación tan desfavorable. La gente quiere el cambio pero no nos podemos alzar en armas. El poder lo tienen unos cuantos y no sólo es un sicario, sino gente que tiene un arma, que después de matar dejan a una familia destrozada, a una sociedad destrozada. Yo creo que Juárez va a salir adelante por la gente que tiene, hay que reestructurar el sistema, hacer que todos cumplan con su trabajo".

*** El viernes fueron asesinadas 15 personas en Ciudad Juárez. Una de ellas, un niño de 7 años.

miércoles, 11 de noviembre de 2009

Soldado tras mi nombre


Pensé que me iba a regañar. Por hablar con los testigos, antes de que dos camiones del Ejército y dos de los Policías Federales llegaran al lugar del asesinato. Pero no. El soldado que se dirigía directamente hacia mí -con un folio y bolígrafo en mano- sólo quería saber mi nombre. El medio para el que trabajaba. Lo que me contaba Pablo Adrián, un joven de 20 años, trabajador de una maquiladora, parecía ajeno a su universo.

Este chavo vio todavía vivo al hombre que se encontraba ahí, tirado en el suelo, en un charco de sangre, al lado de su bicicleta, en la puerta de un casa. En las calles Plan de Ayala y Bolivia, en la colonia obrera El Barreal de Ciudad Juárez. En la tarde del miércoles 11 de noviembre, Pablo Adrián llamó al 060 con la esperanza de que las autoridades llegaran al rescate de aquel hombre. Pero estas tardaron hora y media en llegar, según el testigo. Es más, el chavo vio cómo de un coche verde, un neón sin placas, cuatro jóvenes dispararon cuatro veces con una 25, una pistola. "Se siente bien feo", repetía y repetía el joven.

Al soldado no le gustó nada que no le diera mi nombre. "?Para qué lo quiere?", pregunté. "Tengo que reportar a mis superiores". Le comenté que aunque sus jefes me conocían, no se lo iba a dar porque esta táctica iba en contra de la libertad de prensa.

Estaba cansada. Lo admito. En la mañana un militar se había dedicado a fotografiarme mientras intentaba hacer mi chamba. Seguro que somos un peligro, pensé. Como los sicarios.


*** Seis hombres fueron asesinados el miércoles 11 de noviembre y otros tres resultaron heridos. Al parecer, el Ejército mexicano no pudo obtener los nombres de los sicarios ni para qué Cártel trabajan. Ni sus fotos. Al menos, tienen las mías.

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