“Es una llamada de atención a las autoridades por cada mujer muerta, por cada crimen impune, por el futuro de esta ciudad con más de 10 mil niños huérfanos en esta guerra contra el narcotráfico que de la pobreza está creando a los sicarios del futuro”, explica Irma Casas, directora operativa de Casa Amiga, el primer centro de atención a víctimas de violencia en toda la frontera norte mexicana que fundó Esther Chávez Cano en 1999.
Esther llegó a Casa Amiga en un vehículo. Otras, como María Guadalupe Orozco Pizarro -trabajadora de una maquiladora- acudieron en una rutera, viajando por más de dos horas por calles sin pavimentar, como el 60 por ciento de Ciudad Juárez.
“Era más que mi mamá, me ayudó con terapia para mí y mis hijos, con la renta, me ayudó a quererme“, me comentó Orozco, entre lloro y lloro, que había sabido de la muerte por la televisión.
La mujer, acompañada de sus niños la había conocido hace apenitas un año, cuando estaba internada en el hospital por los golpes de su esposo y Esther, al enterarse tras recibir una sesión de quimioterapia, fue en su búsqueda.
Esther llega. Y comienza la música, que tanto le gustaba. Gritan "Ni una más". Recuerdan sus obras. Incluso, están presentes otras activistas que tanto la criticaron, que se van tras los periodistas. Anuncian la presencia Guillermo Dowell, el secretario del ayuntamiento de Ciudad Juárez, que va a entregar a la familia una placa que simboliza una nueva calle que llevará el nombre de Esther Chávez Cano. Pero Dowell nunca aparece. A pesar de que minutos antes dijo que estaba en camino.
Continúa la celebración de vida de Esther, la voz que se quiso callar tantas veces. Que alertó, hace 17 años, de lo que ocurre ahora. Y la fiesta sigue con un mariachi. Pero muchos lloran. Se abrazan. Al verla, ahí, dormidita vestida de rojo, su color favorito.
Y pienso: A Esther Chávez Cano la habrán recibido en un universo menos cabrón las mujeres por las que luchó. Y que hoy están muertas. Sus últimos gritos fueron contra la llamada guerra contra el narcotráfico del presidente Felipe Calderón, el mismo que le entregó hace un año el premio Nacional de Derechos Huamanos, tras múltiples reconocimientos internacionales. Y Esther no se calló. Ni en su discurso feroz contra el gobierno mexicano. Eso, ni muerta.
Q.E.P.D. Es simplemente una pena lo que esta ocurriendo en el país, aunque el Cd. Juarez esta mas presentes el narcotrafico y la violnecia esta afectando a todos los estados, de norte a sur.
ResponderEliminarGran trabajo, lo admiro profundamente