lunes, 28 de diciembre de 2009

Ciudad Juárez despide a Esther Chávez Cano




































Le esperaba una campana. A Esther Chávez Cano. 

La misma que había golpeado la conciencia en una reciente marcha desde la Ciudad de México hasta Ciudad Juárez para pedir justicia y el fin de los crímenes contra mujeres.

Al salir del velatorio de la funeraria Perches, en Ciudad Juárez. Este domingo 27 de diciembre. 

La activista cuyo lema fue “aún hay esperanza”, falleció el día de Navidad, día de esperanza para el mundo católico a los 77 años de edad, tras luchar ferozmente contra el cáncer.

Y le esperaba también el vehículo gris donde ir por última vez, en un ataúd, a Casa Amiga Centro de Crisis: su dolor convertido en acción para intentar atajar de raíz las muertes de mujeres que había documentado desde 1993, en una lista que dio al vuelta al mundo y que expuso a nivel internacional el problema de los feminicidios y la impunidad en esta ciudad fronteriza con Estados Unidos. 

La campana comenzó a sonar. Y Esther se puso en marcha. Detrás, el resto. Siguiéndola hasta Casa Amiga. Por unos 40 minutos, los que separaban la céntrica funeraria de la colonia obrera donde está su vida, en la que han encontrado esperanza más de 300 mil víctimas de violencia.

Las calles que habían sido testigos de más de 2.600 muertos este año en la controvertida guerra contra el narcotráfico del presidente Felipe Calderón, dejaban paso a una campana móvil que anunciaba los gritos de justicia de Esther Chávez Cano. Ahora en un ataúd.

 “Es una llamada de atención a las autoridades por cada mujer muerta, por cada crimen impune, por el futuro de esta ciudad  con más de 10 mil niños huérfanos en esta guerra contra el narcotráfico que de la pobreza está creando a los sicarios del futuro”, explica Irma Casas, directora operativa de Casa Amiga, el primer centro de atención a víctimas de violencia en toda la frontera norte mexicana que fundó Esther Chávez Cano en 1999.

Esther llegó a Casa Amiga en un vehículo. Otras, como María Guadalupe Orozco Pizarro -trabajadora de una maquiladora- acudieron en una rutera, viajando por más de dos horas por calles sin pavimentar, como el 60 por ciento de Ciudad Juárez. 

“Era más que mi mamá, me ayudó con terapia para mí y mis hijos, con la renta, me ayudó a quererme“, me comentó Orozco, entre lloro y lloro, que había sabido de la muerte por la televisión. 

La mujer, acompañada de sus niños la había conocido hace apenitas un año, cuando estaba internada en el hospital por los golpes de su esposo y Esther, al enterarse tras recibir una sesión de quimioterapia, fue en su búsqueda.

Esther llega. Y comienza la música, que tanto le gustaba. Gritan "Ni una más".  Recuerdan sus obras. Incluso, están presentes otras activistas que tanto la criticaron, que se van tras los periodistas.  Anuncian la presencia Guillermo Dowell, el secretario del ayuntamiento de Ciudad Juárez, que va a entregar a la familia una placa que simboliza una nueva calle que llevará el nombre de Esther Chávez Cano. Pero Dowell nunca aparece. A pesar de que minutos antes dijo que estaba en camino. 

Continúa la celebración de vida de Esther, la voz que se quiso callar tantas veces. Que alertó, hace 17 años, de lo que ocurre ahora. Y la fiesta sigue con un mariachi. Pero muchos lloran. Se abrazan. Al verla, ahí, dormidita vestida de rojo, su color favorito.

Y pienso: A Esther Chávez Cano la habrán recibido en un universo menos cabrón las mujeres por las que luchó. Y que hoy están muertas. Sus últimos gritos fueron contra la llamada guerra contra el narcotráfico del presidente Felipe Calderón, el mismo que le entregó hace un año el premio Nacional de Derechos Huamanos, tras múltiples reconocimientos internacionales. Y Esther no se calló. Ni en su discurso feroz contra el gobierno mexicano. Eso, ni muerta. 

1 comentario:

  1. Q.E.P.D. Es simplemente una pena lo que esta ocurriendo en el país, aunque el Cd. Juarez esta mas presentes el narcotrafico y la violnecia esta afectando a todos los estados, de norte a sur.

    Gran trabajo, lo admiro profundamente

    ResponderEliminar