Desde hace unos meses, Esther Chávez Cano se desmonoraba como Ciudad Juárez, la ciudad más violenta del mundo. Los muertos de cada día -con sus más de 10 mil niños huérfanos en este año - la mataban poco a poco, pero también la realidad que vivía al acudir a recibir quimioterapia al hospital del seguro social en Ciudad Juárez.
“Hemos creado un monstruo y ahora no lo podemos controlar”, me decía Esther Chávez Cano, de 77 años que falleció hoy, Día de Navidad, a las 6 de la mañana en su hogar de Ciudad Juárez.
Ahí encontraba a mujeres que iban a su cita contra el cáncer cuando tenían dinero para el bus y lo hacían golpeadas por sus esposos, mujeres que no tenían qué comer tras haber perdido a sus hijos y esposos en la controvertida guerra contra el narcotráfico del presidente Felipe Calderón.
Me acuerdo lo que me dijiste, Esther, cuando el presidente de México envió sus tropas a Ciudad Juárez. Me asustaste un chingo porque sé que nadie como tú puede analizar mejor la situación que vive nuestra querida Juaritos, nuestro México tan lindo y tan cruel. Y fíjate, que todo se está cumpliendo. Hasta que te fuiste esta mañana, llevábamos 2,604 asesinatos. Más los 1.607 muertos del año pasado. Las violaciones de los derechos humanos de los militares son constantes. No sólo roban sino matan. Y todo bajo el imperio de la impunidad. Como avisaste.
Hoy me sentí un poco extraña, Esther. Cuando dejaste de respirar, quise llorar pero no me dejaste. En lugar de eso, sentí un abrazote enorme y unas ganas enormes de luchar. Me dije: "voy a contar al mundo quién fue Súper Esther".
Así que ya ves, me puse primero a avisar a grandes amigas tuyas. A Eve Ensler la encontré en Congo y corriendo llamó a Jane Fonda. Y de ahí, seguí con Gloria, Verónica que tanto las quieres, y a una mujer que tanto admiro y que conozco desde hace poco, Lydia Cacho y que ya sé por qué me cayó tan fenomenal cuando la conocí. También platiqué, entre otras, con la señora Villigrana, que volvió a sonreír gracias a Casa Amiga, tras haber estado en la agonía de esperar alguna noticia de su hija por 15 años. Y lo que recibió fue un cráneo.
?Sabes? platicando con tu hermano Héctor esta mañana, acabamos riendo. Dijimos.. !esta Esther está haciendo de las suyas!!
Te conocí hace 12 años en la situación más insospechada para mí: una conferencia en una universidad de Gringolandia donde a ti te invitaron para hablar de tu activismo y a mí, no sé cómo, de mi cobertura de temas migratorios. Era una chavita grandota. Yo ni sabía quién eras, eso que me habían hablado pestes de tí. Las calumnias pagadas en El Diario de Juárez por el gobernador del estado de Chihuahua eran como para salir huyendo de ti. Por cierto, para ellos todavía estás viva, porque no han escrito en su página en el internet ni una palabra sobre tu descanso a otro universo menos cabrón, mientras tu muerte es noticia en varios periódicos del mundo.
Me acuerdo lo bien que lo pasamos en esos cinco días hasta con un líder antiinmigrante de FAIR, en fin, que no sé cómo pero logramos entendernos. Yo creo que lo transformamos. !Ja,Ja, Ja! Tú posees ese don, de transformar todo lo que llega a tu vida, con tu corazón enorme y esa fortaleza que ya me gustaría tener a mí.
Hace 10 días que me diste de nuevo una lección. Fue el 15 de diciembre cuando las chicas de Casa Amiga se apresuraron a imprimir 20 copias del libro que estuviste escribiendo en estos dos últimos años, porque sentían que nos dejabas ahí, y que se publica oficialmente en marzo. El día anterior, casi te nos vas. Ni Paulita, que tanto te ha cuidado en este tiempo, confiaba en que llegarías. Pero tú te levantaste, te pusiste bien linda, toda coqueta con tus uñas bien pintaditas, tu pintalabios y tu cabello hermoso, y fuiste a Casa Amiga, en silla de ruedas y sin apenas voz. Y ahí gritaste justicia. Gritaste por esta ciudad que te atrapó cuando llegaste a ella hace unos 20 años, por este pueblo maravilloso que es el juarense. A veces ni te entendíamos, Súper Esther, pero tu seguías hablando, como si quisieras alertarnos de toda la tragedia que se nos venía encima para que hiciéramos reaccionar a las autoridades.
Cuando íbamos de regreso a tu casa, me pediste que comenzara a leerte tu propio libro. Comenzabas con el asesinato de María Luisa Carsoli, unos días antes de la Navidad de hace 8 años. Y casi no puedo seguir tu escritura apasionate. Me acuerdo cómo pasamos esa Navidad.
Desde hace tres días ya no hablabas. Sólo respirabas. Pero seguías escuchándonos.Y al hablarte, tú eras la que nos dabas la paz que tanto necesitamos. Eras la mamá soñada para miles en Ciudad Juárez y en el mundo entero porque nos adoptaste a muchísimas. A mí, desde las montañas vascas de la frontera de España con Francia.
Sí, fíjate, cuántos hijos al final tuviste...tú que tanto hubieras querido ser mamá con un hombre genial, pero yo creo que los intimidabas, con tu inteligencia, independencia y belleza. A muchas nos pasa los mismo, ni modo.
Hoy sólo quiero dar gracias al universo por haber vivido tantas aventuras juntas. Sé que mi querida Juaritos ya no será la misma sin ti. No encuentro voces que se atrevan a luchar contra toda esta barbarie con planes y soluciones prácticas, y una valentía que no tiene límites.Tú eras la voz y creo que hoy las 300 mil víctimas de violencia que has atendido, gratis, en Casa Amiga se sienten como yo, súper huérfanos pero llenos de esperanza y fuerza. Ese fue tu mensaje. Y te prometo, que no me rendiré. Te adoro!!! MIL GRACIAS, Súper Esther!!!. Soy Juditha, una de tus miles de hijas. 25 de diciembre, 2009. Día de Navidad, sin Navidad en Ciudad Juárez.
(Esquela de Esther. Cortesía de Casa Amiga. Presentación del libro de Esther, hace 10 días)
Mis condolencias a todas las mujeres adoptadas por Esther. Sí se fue en un día de Navidad, pero también es el día que nos brinda un mensaje de esperanza. Animo mujeres de Juárez que desde donde se encuentre Esther seguirá velando por ustedes.
ResponderEliminarMéxico, D.F.