Pasaditas la una y media de la tarde, recibí un mensaje de la esposa del doctor Justus Lawerence Opot que decía:
-Justus saldrá libre! Vamos al Cereso a recogerlo... Gracias por el apoyo!
Avisé a unos colegas para que fueran pasando la voz a los compañeros, envié un correo electrónico a los profesionistas en el extranjero que me habían dado sus declaraciones, escribí en twitter la noticia y me fui hacia la prisión del Cereso municipal de Ciudad Juárez. A esa hora, en el centro comercial Galerías Tec mataban a un policía municipal, en un intento de robo, entre la psicosis del público.
Cuando llegué me encontré a Marisol Arreola, la esposa del doctor, con su familia y poco a poco arribaban los amigos. Las cámaras de televisión la rodeaban y todos esperábamos que saliera de la cárcel por una puerta, triunfante, como un héroe.
Algunas madres de otros presos se acercaban a Marisol: le abrazaban, le decían que tenía "cara de ángel y huevos de toro" por haber denunciado la injusticia, lanzarse a la calle con amigos para pedir firmas para su liberación, convocar a los medios de información.
Los policías federales detuvieron al doctor Justus y su compañera de trabajo por haber denunciado ocho días antes que en la cajuela del vehículo de Marisol Alejandra habían encontrado dos maletas con marihuana.
Conocí a la señora María. Me contó que su hijo también estaba ahí por lo mismo. También, estuve con varias mujeres que afirman que a sus hijos les sembraron droga en el coche, pasaron por la línea exprés y las autoridades les encarcelaron. De pronto, Marisol Arreola y el doctor Justus se habían convertido en su salvación, en su modelo a seguir.
El abogado Salvador Urbina, uno de los más reconocidos de Juárez, llegó: como representante legal de la compañera de trabajo del doctor Justus. Valoró la movilización de la sociedad juarense para liberarlos. Y recordó que un estudiante de la Universidad de Texas en El Paso (UTEP) estuvo un año en prisión esperando juicio hasta que fue declarado inocente.
"La policía federal ha demandado la participación ciudadana, la denuncia anónima. Pero este mensaje que deja es obviamente negativo porque la gente no confía en las autoridades y casos como éste incrementan más esa desconfianza", afirmó Urbina.
Esperando a que saliera el doctor, un hombre se acercó a saludarme como si me conociera. Me recordó que nos encontramos cuando al misionero católico le balearon la casa por denunciar la droga en el parque, después cuando le mataron a un amigo dos de sus hijos en la masacre de Horizontes del Sur y ahora me lo encuentro de nuevo.
Le pregunté qué ocurría (siempre coincidimos en tragedias) y me dijo que él trabaja en la prisión como custodio. Estaba feliz por el doctor nacido en Kenia, con ciudadanía estadounidense, y de corazón juarense.
"Se veía que era inocente. Cuando entró estaba muy confundido, no entiende mucho español", comentó.
A las 3 y media de la tarde, llegaron dos unidades de la policía municipal. De pronto, de la prisión salió una camioneta, de las que usan para trasladar a los detenidos. Ahí estaba el doctor Justus y su compañera de trabajo. La esposa del doctor corría, acercándose para verlo. Y todos esperábamos que se bajaran del vehículo, pero este siguió escoltado por los municipales.
En la confusión, decidimos seguirlos, para ver dónde los llevaban. Unos decían que al puente Lerdo, otros que al Libre. Los llevaron a las oficinas del Instituto Nacional de Migración de México situadas en uno de los tres puentes fronterizos que separan Ciudad Juárez de El Paso, Tejas. Como son ciudadanos estadounidenses había que comprobar si tenían permiso para residir en México.
De pronto, unos decían que lo iban a deportar, sacarlo por el puente...Lo que ocurría es que el cantante Kalimba -que había sido detenido en El Paso y era buscado en el estado mexicano de Quintana Roo por una supuesta violación de una menor- lo iban a traer por Ciudad Juárez. Así es la vida en Juárez, siempre intensa y sorprendente.
A las seis y veinte de la tarde, el doctor Justus salió de la puerta de Migración. Detrás, le seguía su esposa que le había acompañado para verificar su estatus migratorio, mientras los padres de la profesora universitaria de inglés traían de la casa los documentos de su marido. Unas amigas del doctor comenzaron a aplaudirle. Se abrazó a ellas.
Sus primeras palabras, en una improvisada rueda de prensa, fueron: "Estoy viendo el amor de Juárez. Aún hay justicia en esta ciudad y si todas las personas no hubieran estado unidas no estaría libre", dijo el doctor.
"Fue una pesadilla porque no tenía libertad, una cosa que tomaba por garantizado. Estaba solo, sin poder ver y disfrutar del sol. Ahora puedo decir que mi percepción de Juárez no cambia porque las personas que me apoyaron son de Juárez, se unieron, me dieron este apoyo, me motivaron y esto no hubiera pasado sin ellos, Juárez todavía tiene personas buenas".
Y el doctor fue agradeciendo uno por uno a todos los periodistas. De su esposa dijo: "la quiero aún más de lo que le quería antes de estar en prisión".
La compañera de trabajo del doctor, Marisol Alejandra Pérez, de 40 años y madre soltera de una niña de cinco, salió de las oficinas con un destino: Estados Unidos, donde todos los días acudía a trabajar por la línea exprés.
"Estoy contenta, feliz, lista para irme a el Paso. Tuve una mala experiencia, por hacer lo correcto nos pasó una mala experiencia pero gracias a Dios ya todo pasó".
El doctor Justus se fue a comer tacos, de carne y pollo con mucho guacamole: sus preferidos. En sus manos, traía un mazapán. "Me encantan. La comida no es buena en la prisión...", me dijo riéndose, aunque profundamente cansado.
El no quiere irse de Juaritos. Aunque muchos se lo recomiendan por su seguridad: no saben quién les quiso hacer tanto daño poniéndoles droga.
"Quiero regresar a la vida normal, irse sería como quitarles la esperanza a otros. Yo quiero que me dejen quedarme aquí, por favor, Juárez es mi hogar, que me dejen estar en mi casa".
Y de nuevo, el doctor Justos hizo honor de nombre, al significado en español: "El justo". Su madre, profundamente cristiana, lo escogió basándose en el personaje de la Biblia. Y le enseñó los valores que ha llevado toda su vida por el mundo: desde que salió de un poblado de Kenia becado a una universidad estadounidense por sus triunfos en atletismo.
Enhorabuena al doctor Justus y a su compañera de trabajo por tan buena noticia de su liberación...y a ti Judiht por compartirla. ¡Ojalá ¿verdad...? que pudieras muchas noticias buenas más, como ésta...en medio de tantas malas y habituales!
ResponderEliminarUn Abrazo
No te dejan indiferente estas historias arrebatadoramente terribles, la vida es un continuo sin descanso allí, es increíble, pero es cierto y nos lo cuentas de una manera sencilla a pesar de su dureza. Gracias.
ResponderEliminarsoy uruguaya y hoy escuche tus palabras por una radio de montevideo uruguay. Es increible lo que acabas de contar en este articulo, como uno no se da cuenta de lo valioso que es la libertad principalmente cuando juegan con la inocencia y la dignidad de las personas. No tengo capacidad para imaginar lo que es la vida en juarez y cuesta mucho comprender tu gran amor por esa ciudad pero me alegra profundamente que existan periodistas como tu, amar hasta que duela.
ResponderEliminarAlgo se ha movido. La libertad sale libre. La justicia de los justos es la fuerza.
ResponderEliminarQue la presión de los medios internacionales es vital en estos y muchos mas casos.
Tenemos que ser todos juntos. Los que ahí estáis y los que aquí estamos con vosotros.
Mi gozo por la Vida. Mi recuerdo con todo Juárez
Me alegra la liberación del Doctor, la justicia triunfo, sin embargo ese triunfo se debe a la presión internacional, ya que se trata de un ciudadano estadounidense. Pero que sucede con las personas que como el doctor fueron víctimas de las circunstancias o de los policías y ahora se encuentran en prisión injustamente.
ResponderEliminarUna bocanada de aire fesco esta noticia
ResponderEliminarFELICIDADES Dr Justus!!!