miércoles, 17 de febrero de 2010

El peligro de informar lo que el presidente Calderón no quiere: golpes a periodistas





Hoy fue un día de esos que los que te planteas todo. Cómo funciona la política y cómo es la realidad. Y lo ves en unos metros. Con todos los matices de las emociones. Y la injusticia.

A ver si me explico, mis geniales lectores: la política estaba, este miércoles 17 de febrero, en un salón del hotel Camino Real de Ciudad Juárez, donde el presidente de México, Felipe Calderón iba a presentar su llamado plan social para reconstruir esta ciudad, que desde que comenzó su llamada guerra contra el narcotráfico hace casi dos años no sólo han sido asesinadas 4.500 personas bajo el imperio de la impunidad sino que el horror se ha democracrizado a cada uno de los que sobrevivimos en esta ciudad: aquí sólo están a salvo los muertos.
Y no exagero. Esto no es ni Sinaloa, ni Jalisco, ni Veracruz y menos, la fantástica Ciudad de México. Esto es una ciudad en guerra. Cierren los ojos, por un segundo, e imaginen el terror. Con el color verde de los soldados y el negro de los policías federales. Más el difuso del crimen organizado, del común....

Así, en ese ambiente, llegó el presidente Calderón. Empujado por la presión y conmoción que produjo la masacre de los mejores y deportistas 15 estudiantes de la colonia obrera Salvárcar, a los que calificó como pandilleros, como todos los que son asesinados y que sin investigar reciben esa marca o la de ser narcotraficantes. Hasta que tuvo que rectificar.

Lo fantástico de todo es que ahora el presidente estaba dispuesto a escuchar al pueblo. Era su mensaje. Y accedió a que se realizaran mesas de trabajo para que se le presentaran sus conclusiones y propuestas. Y ahí, en ese hotel lleno de invitados selectos (más selectos que los del jueves pasado donde se le coló una madre de dos chicos asesinados, Luz María Dávila y le dijo todo lo que muchos quisieron decirle y no se atreven), comenzó la sesión que duró unas cuatro horas.

Escuchó a todos los que estaban. Incluso al sociólogo Hugo Almada, el representante de la mesa de Seguridad Pública, que le dijo que el Operativo o ahora llamada Operación Coordinada Chihuahua "es un desastre". A los que no pudo escuchar fueron a los representantes de la mesa de derechos humanos, que fueron eliminados de la lista de invitados. Al igual que otros muchos. Con posturas incluso más críticas.

También escuchó a los reporteros que desde el fondo de la sala gritamos que los policías federales estaban golpeando a nuestros compañeros (que estaban cubriendo una manifestación estudiantil en las cercanías del hotel y en la que pedían justicia y su renuncia).

Escuchó y no dijo nada. Ni se disculpó. Ni su equipo me quiso ofrecer una declaración de lo ocurrido. Pero al menos nos dejaron salir. Gritamos porque no había otra: desde que su equipo supo lo que estaba pasando fuera, dos agentes de seguridad no nos dejaban salir del rincontito en donde estábamos y si lo hacíamos no nos dejaban regresar al recinto. Pero ya, enterado el presidente, pudimos salir. Y regresar a hacer nuestra chamba. Esto es libertad de prensa. En Ciudad Juárez, México.

Al salir ya estaba todo calmado. Con decenas de policías federales que observaban a los estudiantes que gritaban su dolor. Y mis compañeros seguían chambeando. Con el micrófono roto, con rasguños en las manos, golpes en su cuerpo. Incluso, no habían perdido la sonrisa en la adversidad. Para mí, son mis héroes, como tantos juarenses. Los agentes comenzaron a golpearles con sus escudos, bates o porras a dos periodistas, y otros que fueron a rescatarlos acabaron con la misma suerte, según me relataron todos los agredidos.
Ellos son de Ciudad Juárez, sus familias viven aquí, y se arriesgan cada día por cubrir una noticia. El peligro está en todo los frentes. Y no os digo por cuánto dinero.. Pero a veces, no ganan más de 500 dólares al mes en una ciudad que vive a precios de Estados Unidos. En general, son súper amables, hospitalarios, como toda la gente que vive en querida Ciudad Juárez que es fantástica. Hay algo en ellos que es único, que no existe en el resto de los mexicanos hasta que llegan a Juaritos... -ah! perdonénme el resto de los mexicanos, que me encanta México-...... ni siquiera en los de la tierra donde yo nací. Quizá ese espíritu de trabajo, de lucha ante la adversidad de vivir en un desierto de inviernos heladores y veranos en los que quisieras salir huyendo. Es la tierra de Pancho Villa. Donde tuvo el campamente el Ejército Libertador y se firmaron los acuerdos de paz de la Revolución Méxicana que este 20 de noviembre cumplirá 100 años, en un ambiente de revolución, donde se dan los ingredientes para que todo explote.

La actitud de mis colegas me emocionó. Son chambeadores hasta las últimas consecuencias. Y optimistas: por necesidad. Los federales preventivos y los agentes del Estado Mayor Presidencial comenzaron a tomarme fotos mientras grababa a mis compañeros, contándome lo que sucedió. Yo respondí de la misma manera. Supongo que ya estoy en alguna lista más. Mi celular también está intervenido: en estos últimos días he notado como al llamarme hay interferencias y cuando me llaman me dicen que hay una especie de ¨click¨ que los conecta antes que conmigo. Ya me he acostumbrado a saludarles a quienes me escuchan en esta democracia mexicana que me pregunto si existe... En fin, cómo pierden su tiempo mientras cada día esta ciudad se muere. No tengo nada que ocultar. No soy narcotraficante. Ni sicaria. Soy una periodista. Pero las muertes en silencio, sin cuestionarse, no hacen tanto daño. A las autoridades. Yo sé que esto que están haciendo atenta contra todo. Incluso, contra mi seguridad. ?Libertad de prensa? No, en mi Juaritos, no existe.

Así comenzaba la sesión del presidente Calderón, su cambio para reconstruir socialmente Ciudad Juárez. Con la madre y la esposa del chivo expiatorio Israel Arzate Meléndez en la manifestación de los estudiantes, que se resisten a que él sea condenado por los crímenes de los estudiantes que él no hizo.

Regresé de la realidad a la política. Al recinto del hotel donde continuaban las presentaciones. Vi a un presidente Calderón cercano, que incluso en el turno de preguntas del público invitado atendió a las familias de la colonia Lomas de Poleo que están viviendo en una prisión, en sus propias casas, desde que la familia Zaragoza, una de las más ricas de la ciudad, descubrió la riqueza estratégica de sus tierras y comenzó a hacerles la vida imposible para despojarles de todo.
Pregunté si me había perdido algo, sobre todo si el presidente Calderón había anunciado lo más esperado, el dinero que destinará para su llamado plan social. Pero no, no me había perdido nada y llegué a tiempo para escuchar al presidente.

Habló y habló, pero no concretó. Habló de nuevas escuelas, de hospitales... pero no especificó qué va a hacer para que estos edificios no estén vacios.. de doctores y maestros que huyen, que piden el traslado a otras zonas del país, desde hace dos años. Desde que comenzó su llamada guerra contra el narco con el Operativo, con las fuerzas federales.

Lo que dejó claro el presidente Calderón es que el Operativo no genero la violencia, sino que vino a responder a una violencia que ya estaba.

Me quedé con muchas dudas. Sobre todo, si el presidente Calderón escuchó al pueblo. Quizá sólo lo oyó. O simplemente, todavía no leyó las estadísticas de los muertos ni de las violaciones constantes de los derechos humanos. Los datos del horror. Lo que me quedó claro es que regresará en dos semanas. Y que todo Juárez estará pendiente de él, esperando soluciones concretas.

Hoy pensé que el mundo se divide en dos : la política y la realidad. Que siempre se puede maquillar. Hasta que no se puede más. Un peligro mortal.

*COPYRIGHT CIUDAD JUAREZ EN LA SOMBRA DEL NARCOTRAFICO. ESTE BLOG NO PODRA SER REPRODUCIDO, TOTAL NI PARCIALMENTE, SIN EL PREVIO PERMISO DE LA AUTORA, JUDITH TORREA. TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS.

2 comentarios:

  1. Tu cronica es excelente, pero también aterradora, ya que desnuda la realidad de un gobierno sin rumbo ni dirección, que busca como cualquier otro gobierno totalitario e intolerante acabar con las libertades y derechos de sus gobernados. Sí Calderón es un gobernante y político gris, mediocre que solamente a través de la represión se conduce.
    Judith, cuidate mucho.

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  2. Terible, lo unico que pienso es que el gobierno no tiene ni idea de lo que esta pasando ni como solucionarlo, es como si un paramedico encuentra un paciente politraumatizado y se pone a llorar junto a el por que no sabe que hacer

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