Acababa de ver otro cadáver. Tirado en el suelo. Con los policías federales custodiándolo. Los peritos forenses buscando evidencias del crimen. Lo mismo. Casi lo mismo que los otros 10 asesinados de hoy miércoles 9 de junio.
De pronto, sentí los suspiros de él. De Héctor Zúñiga (de espaldas en la foto). Son las 9 y 30 de la noche. En la Colonia Felipe de los Angeles. Afuera del centro de rehabilitación para adultos Juárez 2006. Héctor comienza a tranquilazarse. Sabe que su hijastro, que está ahí dentro, no es el muerto.
El chavo, de 22 años, lleva 3 meses recuperándose de su consumo de drogas. Sus padres pagan 300 pesos a la semana, unos 25 dólares, casi la mitad del sueldo de Héctor como obrero de la construcción. " Yo venía hasta llorando, ya me sentí mejor", dice Emilia, la madre del chico.
El que está en el suelo es Francisco Lazo, de 27 años, padre de un niño y subdirector e hijo del director del centro. Un paciente, Lorenzo García, resultó herido. Los internos huyeron por la parte de atrás de la casa. Algunos de los 75 pacientes se ven todavía encaramados en la colina detrás de la casita principal del centro.
"Mi mamá viene para llevársela", dice la hermana de una de las internas, que lleva una semana en el centro.
De un carro, salen llantos de niños. Me acerco. Los pequeños son cinco y tienen entre 3 y 8 años de edad. Les pregunto qué ocurre, si están solos, dónde están sus padres. Es lo más duro que he visto en el día, más que el futuro convertido en cadáveres. Ellos no contestan. Sus lágrimas son feroces. Sus cuerpos se mueven sin parar, como una coctelera. No sé qué hacer. Hasta que se acerca una mujer y me dice: "!!No tome sus nombres, no los entreviste!!!".
Le pregunto si es la madre y me dice que sí. Le explico que me acerqué sólo para saber si podía ayudar en algo, que quizá no sea un buen lugar para dejar a unos niños solos, en medio de camionetas de policías federales y viendo un cadáver en el suelo. Que quizá eso no sea bueno para los pequeños, que esa imagen la van a tener para toda su vida... Ella me mira, me dice que él muertito es su primo. Me da su teléfono. "Para lo que se le ofrezca", me dice. Y se despide con: "muchas gracias", llevando a sus hijos a la casa.
Cuando veo las vallas publicitarias que dan bienvenida a las fuerzas federales en las principales vías y bueno, ahora a los candidatos ante las elecciones locales del 4 de julio, me pregunto cuándo vendrá una campaña que alerte a los padres (que quedan sobreviviendo en Juaritos) del peligro de llevar a sus pequeños a ver la muerte en directo.
Un estudiante de 16 años, Martín Caldera, es asesinado. Es beisbolista del Centro de Bachillerato Tecnológico Industrial y de Servicios (CBTIS 128) e iba acompañado de su novia, ahora herida. Circulaban a eso de las 4,30 de la tarde en un Grand Marquis por la colonia Aguilas de Zaragoza cuando un comando armado les disparó. Caldera ya no podrá respresentar a Juárez en varias competencias nacionales e internacionales. Como lo hizo desde niño.
Su muerte deja de ser noticia una hora después. Cuando en la colonia Anáhuac un hombre fue acribillado a tiros al llegar a su hogar.
Un cuerpo sin cabeza está en el cruce de las calles Vicente Suárez con Luciano Becerra, en la colonia Zaragoza. En un banco de un parque está la cabeza. La encontraron unos niños. A las 8 Juaritos comienza a perder el cielo azul para convertise en un huracán feroz de colores. La muerte continúa. Son 11 los muertitos de hoy.
¿Qué pretenden las autoridades de los tres niveles de gobierno en Juárez? ¿Exterminar a su población?
ResponderEliminarNo es posible que continuen las autoridades sin hacer nada para frenar la ola de violencia que se vive en esa ciudad fronteriza, vivir en Juárez es igual a jugar a la ruleta rusa.
Cómo festejan 20 años de una comisión de derechos humanos nacional que nada hace para proteger a los juarenses.
Si tanta muerte no mueve algo en las entrañas de Calderón será porque el es parte del crimen organizado. Porque sólo alguien que se beneficia de esta masacre sigue en la indiferencia absoluta. Una muestra es el hecho de ser más importante para Calderón y su compinche Patricia Espinoza viajar a Sudafrica que atender el asunto del crimen del chico asesinado por la migra. Se nota cuales son las prioridades de un presidente fallido.
Judith, cuidate mucho
pss nada que se puede hacer estamos aislados nesesitamos ayudahelhelp
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