jueves, 10 de junio de 2010

El entierro de un chavo de 15 años, Sergio Adrián Hernández Güereca: asesinado por la migra gringa

@JudithTorrea
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Ella bajaba caminando por el cerro. Su pequeño ya estaba en el carro. Quería irse con él: en todos los sentidos (pensó en suicidarse al verlo muerto). Pero no podía: no había lugar en el coche fúnebre. Es jueves 10 de junio en la colonia Plutarco Elías Calles, una de las más pobres de Ciudad Juárez, donde las calles son de la arena del desierto. A unos 40 grados centígrados poco antes de las 2 de la tarde.

El ataúd de Sergio Adrián "Keko" Hernández Güereca, de 15 años, está listo para ir a su funeral en la iglesia Medalla Milagrosa, a unos 10 minutos en carro de la casita de su hermana Rosario, donde fue velado estos días. Sus padres, no saben cómo irán. Sus vecinos, tampoco.

Como en la tarde del lunes lo había asesinado un agente de la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos, el Gobierno Municipal de Ciudad Juárez les había prometido que llegarían unos autobuses para recogerlos. Pero las ruteras no llegaron.

María Guadalupe Güereca es una mujer de suaves ojos verdes que nació en el pueblecito histórico de San Juan del Río, en el estado de Durango, hace 46 años, y encontró chamba en Ciudad Juárez. También es la madre de Sergio Adrián, el pequeño de sus 6 hijos. Le da pena que sus vecinos, que sus amigos, se queden ahí. Y comienza a bajar el cerro para buscar un autobús público y convencerlo para llevarlos hasta la iglesia.

Pero al verla así, le digo mejor que se suba en el carro. Que se arriesga a llegar tarde al funeral de su hijo. Su ex esposo, Jesús Librado Hernández, que lava autos por las calles de Juaritos, anda igual de confundido.

-"?Señor Hernández, tiene manera de ir?", pregunto.

Y en un segundo, el ex esposo se encarama.

Los vecinos comienzan a caminar rumbo a la iglesia católica. Llegan y está cerrada. Hay que buscar al sacerdote. Sergio Adrián huele a muerto. Su cara está descompuesta. Fueron tres días sin aire acondicionado siendo cadáver. Así se velan a los muertos pobres en Juaritos.

El lunes Sergio Adrián fue asesinado en Juaritos. Igual que otras 6 personas más en diversas colonias de la ciudad. Lo asesinó un agente de la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos, debajo del Puente Negro en las orillas del Río Bravo, y a un costado del Puente Santa Fe, que une y separa Juaritos de El Paso, Tejas. Y desde ese momento, su muerte se convirtió en noticia internacional. De los otros asesinados, nada de nada. Ni sus nombres y menos sus historias. Ni de dónde venían las balas. Ya llevamos en Juaritos 74 asesinados durante el mes de junio, 1.162 en este año, hasta ahora.

El chavo esperaba a su hermano Omar, que trabaja en la Aduana y que entrena el equipo de fútbol Deportivo Mayitos donde Sergio Adrián jugaba como delantero. Era el 7. Y hoy está vestido de su pasión. El fútbol. En un ataúd blanco. Había quedado con él, para que le diera dinero para comprar material escolar, según la familia. Sergio Adrián fue el primero de la familia con más estudios: estaba en la prepa.

Por el Puente Negro, donde pasa el tren, algunos intentan convertirse en inmigrantes indocumentados en Estados Unidos. Otros muchos, cuando hay agua en el río, van a refrescarse en sus aguas contaminadas y sucias. La Patrulla Fonteriza argumentó que disparó al joven en defensa propia. Porque éste estaba tirando piedras a los agentes mientras un grupo de personas intentaba cruzar el río al lado estadounidense, y éstas son armas desde los tiempos de la Biblia.

Para estas horas, Sergio Adrián es un criminal. Y en cierta manera -según el pensamiento de los que lo acusan sin pruebas- se merece que lo hayan matado. Tiene vínculos con una organización de tráfico de personas, según la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos. Pero no se ha ofrecido un reporte, unas pruebas que lo demuestren. Por otro lado, hay muchas personas de nombre Sergio Adrián Hernández que tratan de cruzar la frontera y sólo con las huellas dactilares del muerto se puede comprobar, una prueba que no han realizado las autoridades estadounidenses.

"Mi hijo tú eres un buen hijo, ahora ellos quieren hacer creer lo que no es para justificar su mal", grita el padre recostado en el ataúd de su hijo.

Las autoridades gringas son -con los pobres- en cierta manera como las de Juaritos. Aquí todos los que son asesinados en esta llamada guerra contra el narcotráfico del presidente de México, Felipe Calderón apoyado con el Ejército y la Policía Federal, pasan a la lista de los narcos. Y na da se investiga. Y menos se lleva a los culpables a la cárcel.

Del agente que mató a Sergio Adrián no se sabe ni su nombre. De la víctima, del adolescente, se sabe hasta lo que no fue.

Pocos han podido llegar hasta la iglesia. Al terminar el funeral, Jesús Librado Hernández -hijo de un veterano estadounidense que luchó en la Segunda Guerra Mundial por el país que le arrebató a su hijo- comienza a organizar el tráfico.

En este funeral no hay llegado ni los tránsitos. Tampoco las autoridades locales, estatales o federales que estos días prometieron ayudar a la familia, con sus declaraciones a los medios. Así que el padre del asesinado por la migra asume un nuevo papel en su dolor: el de controlar a salida de los escasos carros de la carretera de la iglesia hasta la que lleva hacia el Panteón Jardines del Recuerdo. El cementerio para los más pobres en la Sierra de Juárez.

De dos viejos carros, en los que van encaramados varios de los amigos de Keko, se escuchan los corridos norteños y el regaetón preferido de él, que ahora está delante de ellos, en un ataúd. Hay coronas, sencillos arreglos. Algunos empeñaron sus pertenencías para despedir con flores a su amigo.

Comienzan los gritos. De la impotencia. La rabia. Los porqués. Una de sus hermanas, Coral, se desmaya de nuevo.

"Levántate mi niño, levántate!!! ", exclama María Guadalupe Guëreca, antes de que su hijo sea enterrado.

Rosario, la hermana que trabaja en una fábrica maquiladora, se resiste a ver así a su hermano. Se tira hacia el ataúd, intentando que no lo bajen. Le siguen otra de las hermanas. Con un fotógrafo de Juárez apuntando sus rostros a unos 10 centímetros. El resto lo seguimos en manada, a unos metros.
Hay funerales de los que nunca se informa: porque no es noticia. Porque hay más muertos. Porque en un funeral puede acabar contigo el grupo que mató al protagonista del entierro.

Alguien pudo pagar unas rolas al grupo Norteño que encontró chamba en el cementerio cantando a la muerte, cuando las cantinas y restaurantes comenzaron a desaparecer en Juaritos con la llamada guerra contra el narco. Con los muertos. Con los refugiados. Con el peligro de muerte al devorar un burrito.

Sergio Adrián Hernández Güereca, de 15 años, tuvo sus corridos. Sus coronas. Su gente. Que tenga justicia será otra historia.

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8 comentarios:

  1. Muy doloroso y muy puntual crónica. Lo peor, que los grandes medios no hacen eco de esa falta de justicia. Julio Ramo Ribeyro escribió un cuento titulado "La piel de un indio no cuesta caro", doloroso retrato de esa impunidad indolente que sufre la gente más pobre.

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  2. Un menos criminal en Juarez y el mundo.

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  3. En España se ha sabido sobre el asesinato de Sergio. Los pobres también lo son en la muerte aunque a todos nos iguale su presencia y el olor a cadáver que tan bien describes. Aire acondicionado es lo que hubiera necesitado su cuerpo sin vida y aire poco condicionado será el que respirará desde entonces el agente que lo disparó. Ánimo, Judith, resiste pero cuídate, cuídate.

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  4. Ánimo ahi con el gran trabajo que estas haciendo Judith.
    A ver cuando la sociedad se cierra en banda contra la mayor banda criminal del mundo.
    Tienen un plan de márketing tan fuerte que hasta su líder ha conseguido el premio nobel de la paz. Que poco valor tiene ya ese premio!

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  5. Triste historia y lamentable que no haya justicia para este joven y para toda Ciudad Juarez. Las fotografías y la crónica son impactantes. Mucho ánimo y gracias por este excelente trabajo periodístico. Tuve la suerte de conocerte en una charla que diste en la Universidad de Navarra y quería agradecerte toda la pasión por el periodismo que nos transmitiste y todo tu amor por Ciudad Juárez. Un abrazo

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  6. Muy triste!
    Cuan lamentable es que la justicia no existe para los más desfavorecidos.
    Por qué tanto dolor?
    Por qué tanta miseria?
    Por qué tantos politicos ineptos?
    Por qué tanto abuso de autoridad?
    Por qué tanta maldad? ....
    A lo lejos veo un rayito de Luz, ese rayito de luz eres tu querida Judiht, solo puedo decir una vez más que te admiro, eres una gran mujer y profesional!
    Confio en que como sociedad podamos recapacitar, alzar nuestra voz, unir fuerzas , tener un minimo de valor y ayudar a que Juaritos tenga lo que merece, VIDA, PAZ, LIBERTAD, JUSTICIA, OPORTUNIDADES!!! ....
    Un abrazo
    Cuidate mucho

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  7. Me ENFURECE que el gobierno diga y diga a los medios, promesa tras promesas -que prometer no empobrece-, y luego el desamparo, la misma indiferencia, hasta les veo decir "otra vez Juárez", pero Juárez está más que nunca frente a sus ojos, ha sido el pendiente más sangriento al que no se le ve solución, donde la gente muere "cotidianamente" y los planes de rescate son humo, son NADA!!!
    Sin comentarios para el asesino quien puede estar tranquilo de alguna pena de su país ya que el mismo Estado Mexicano lo protegería benevolentemente bajo las órdenes de su patrón del norte.
    De Guadalajara Jalisco para Juárez

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  8. Es lamentable, que el odio hacia los mexicanos se vea reflejado en el asesinato de un joven de 15 años. Este policia estadounidense disparo a matar, ese era su objetivo. Ojala que en un futuro la ley caiga con todo su peso sobre esas personas que abusan de su posicion, que reflejan su odio matando. Espero de las autoridades mexicanas una verdadera intervencion para que se esclarezca y se castigue ya que hay que recordar que otro mexicano murio amanos de policias migrantes en estados unidos por una tremenda golpiza propinada y el uso de pistolas de descargas electricas sin compasión alguna

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